Las cámaras de la tienda donde los hinchas compraron los bates, claves en la investigación - Finalizan las pesquisas por los altercados de La Arena con la detención de treinta y un ultras
La Policía ha dado por cerrada la investigación sobre la multitudinaria pelea entre ultras del Sporting y el Sevilla que tuvo lugar el pasado mes en el barrio de La Arena. El número total de detenidos se eleva finalmente a 31, de los cuales 21 son gijoneses. Levantado ya el secreto de sumario, el informe policial elaborado por el segundo grupo de la brigada de información, al que ha tenido acceso este periódico, relata de manera pormenorizada la sucesión de los hechos violentos que tuvieron lugar el 13 de diciembre en la calle Manso y las investigaciones llevadas a cabo. En el documento se señala, por ejemplo, cómo los agentes consiguieron llevar a cabo alguna de las identificaciones gracias a las cámaras de seguridad del establecimiento comercial en el que los ultras compraron los bates utilizados posteriormente como armas en la pelea.
La trifulca entre los Ultra Boys y los miembros de Biris Norte tuvo lugar a las seis de la tarde del día 13 de diciembre. En los días previos al partido, los aficionados radicales de ambos clubes se habían retado, intercambiándose mensajes de móvil y correos electrónicos amenazantes. Buena prueba de ello es el acopio de objetos contundentes que algunos ultras gijoneses llevaron a cabo durante los días previos al partido de fútbol. La Policía tiene constancia de que al menos dos de ellos acudieron el día 9 de diciembre y el 11 de ese mismo mes a un centro comercial de la ciudad para comprar varios «palos de madera», que fueron incautados por los agentes tras la pelea. El código de barras de uno de los bates fue fundamental para que los funcionarios localizaran la tienda en la que habían sido adquiridos. La inspección de las cámaras del centro ratificó las sospechas de los agentes: la pelea había sido preparada días antes.
Pero ¿cuál fue el origen de la trifulca? El informe policial también responde a esta pregunta: «Además de la animadversión entre ambas aficiones -por ideología y porque los sportinguistas son amigos de los aficionados béticos-, el origen de la riña se encuentra en una agresión sufrida por alguno de los aficionados del Sporting en Pola de Siero el mismo día 13 a las 13 horas». Según la Policía, los hinchas rojiblancos quisieron «dar una respuesta violenta a esta agresión» y trasladaron su rabia a las calles gijonesas.
A las seis menos cinco minutos de la tarde, los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía que vigilaban las calles del centro se encontraron por primera vez la presencia de «un grupo de aficionados sevillistas» en La Arena. Cinco minutos más tarde varios funcionarios de la Policía Local son comisionados en la calle Fernando el Santo, en donde detectan la presencia de «unos 80 jóvenes» con capuchas y bufandas que iban en dirección a La Arena. Los agentes informan a la sala del 092 (Jefatura de la Policía Local). La comunicación es clara: «Hay un numeroso grupo de jóvenes armados con palos, cadenas y otros objetos, y van dando golpes». Los funcionarios reciben la orden de «seguir a distancia prudencial a los jóvenes e informar puntualmente de cualquier anomalía que se produzca». Entre tanto, se da aviso de lo que está sucediendo a la Comisaría. Los ultras caminan rápido. Los agentes les siguen por la avenida de Castilla hasta la calle Manso. Unos minutos más tarde comienzan el tumulto y la pelea.
Las cámaras de un banco cercano al lugar permiten visualizar lo sucedido: «Un grupo de aficionados del Sevilla avanza con bengalas, palos y paraguas; tres minutos después retroceden perseguidos por los Ultra Boys». Han transcurrido sólo cinco minutos desde la primera transmisión de la Policía. Poco después llegan a la zona varias patrullas de refuerzo que consiguen dispersar a los participantes en una pelea que se salda con 18 heridos, además de daños en dos comercios de la zona y en 18 coches que se encontraban aparcados en las inmediaciones. Tres de los heridos acuden horas más tarde a la Comisaría a denunciar los hechos. Esos jóvenes serían después detenidos. A partir de ese momento comienzan los arrestos, que finalizaron entre los días 12 y 15 de enero, con la detención de los últimos catorce participantes en la trifulca.
El Juzgado número 1 continúa ahora con la instrucción del caso. Durante la investigación, este Juzgado denegó el permiso para inspeccionar las casas de los jóvenes ultras, pero autorizó a la Policía a registrar el local de reunión de los Ultra Boys en Tremañes, adonde se habían trasladado con motivo de las obras de reforma en El Molinón. En el bajo no se localizó ninguna arma.
La Comisión Nacional Contra la Violencia decidió, el pasado 5 de enero, pedir una multa de 60.001 euros para cada uno de los 67 identificados, a los que, de cumplirse la petición, tampoco se les permitirá acceder a recintos deportivos en cinco años. La diferencia entre los detenidos por la Policía y los identificados se debe a que algunos de los aficionados sevillistas consiguieron abandonar Gijón antes de ser arrestados. Ahora el Juzgado de instrucción tiene la capacidad para pedir que en la capital andaluza se sigan practicando detenciones.
Lesiones
Los jóvenes detenidos tras la violenta pelea entre aficionados radicales del Sporting de Gijón y el Sevilla podrían ser acusados de un delito de lesiones, recogido en el artículo 147 del Código Penal y cuya pena oscila entre los seis meses y los tres años de cárcel. Este delito puede conllevar agravantes por ensañamiento o agresión a menores, por ejemplo.
Riña multitudinaria
El Código Penal recoge en el artículo 154 que «quienes riñeren entre sí acometiéndose tumultuariamente y utilizando medios o instrumentos que pongan en peligro la vida o integridad de las personas, serán castigados por su participación en la riña con la pena de prisión de tres meses a un año de cárcel o multa de 6 a 24 meses».
Daños
A los ultras también se les puede imputar un delito de daños recogido en el Código con una multa de 6 a 24 meses. En el caso de que se tenga en cuenta algún agravante, la pena puede ascender hasta situarse entre el año y los tres años de cárcel. Entre otros supuestos se recoge el daño al mobiliario urbano, que en este caso quedó demostrado.
La Policía ha dado por cerrada la investigación sobre la multitudinaria pelea entre ultras del Sporting y el Sevilla que tuvo lugar el pasado mes en el barrio de La Arena. El número total de detenidos se eleva finalmente a 31, de los cuales 21 son gijoneses. Levantado ya el secreto de sumario, el informe policial elaborado por el segundo grupo de la brigada de información, al que ha tenido acceso este periódico, relata de manera pormenorizada la sucesión de los hechos violentos que tuvieron lugar el 13 de diciembre en la calle Manso y las investigaciones llevadas a cabo. En el documento se señala, por ejemplo, cómo los agentes consiguieron llevar a cabo alguna de las identificaciones gracias a las cámaras de seguridad del establecimiento comercial en el que los ultras compraron los bates utilizados posteriormente como armas en la pelea.
La trifulca entre los Ultra Boys y los miembros de Biris Norte tuvo lugar a las seis de la tarde del día 13 de diciembre. En los días previos al partido, los aficionados radicales de ambos clubes se habían retado, intercambiándose mensajes de móvil y correos electrónicos amenazantes. Buena prueba de ello es el acopio de objetos contundentes que algunos ultras gijoneses llevaron a cabo durante los días previos al partido de fútbol. La Policía tiene constancia de que al menos dos de ellos acudieron el día 9 de diciembre y el 11 de ese mismo mes a un centro comercial de la ciudad para comprar varios «palos de madera», que fueron incautados por los agentes tras la pelea. El código de barras de uno de los bates fue fundamental para que los funcionarios localizaran la tienda en la que habían sido adquiridos. La inspección de las cámaras del centro ratificó las sospechas de los agentes: la pelea había sido preparada días antes.
Pero ¿cuál fue el origen de la trifulca? El informe policial también responde a esta pregunta: «Además de la animadversión entre ambas aficiones -por ideología y porque los sportinguistas son amigos de los aficionados béticos-, el origen de la riña se encuentra en una agresión sufrida por alguno de los aficionados del Sporting en Pola de Siero el mismo día 13 a las 13 horas». Según la Policía, los hinchas rojiblancos quisieron «dar una respuesta violenta a esta agresión» y trasladaron su rabia a las calles gijonesas.
A las seis menos cinco minutos de la tarde, los funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía que vigilaban las calles del centro se encontraron por primera vez la presencia de «un grupo de aficionados sevillistas» en La Arena. Cinco minutos más tarde varios funcionarios de la Policía Local son comisionados en la calle Fernando el Santo, en donde detectan la presencia de «unos 80 jóvenes» con capuchas y bufandas que iban en dirección a La Arena. Los agentes informan a la sala del 092 (Jefatura de la Policía Local). La comunicación es clara: «Hay un numeroso grupo de jóvenes armados con palos, cadenas y otros objetos, y van dando golpes». Los funcionarios reciben la orden de «seguir a distancia prudencial a los jóvenes e informar puntualmente de cualquier anomalía que se produzca». Entre tanto, se da aviso de lo que está sucediendo a la Comisaría. Los ultras caminan rápido. Los agentes les siguen por la avenida de Castilla hasta la calle Manso. Unos minutos más tarde comienzan el tumulto y la pelea.
Las cámaras de un banco cercano al lugar permiten visualizar lo sucedido: «Un grupo de aficionados del Sevilla avanza con bengalas, palos y paraguas; tres minutos después retroceden perseguidos por los Ultra Boys». Han transcurrido sólo cinco minutos desde la primera transmisión de la Policía. Poco después llegan a la zona varias patrullas de refuerzo que consiguen dispersar a los participantes en una pelea que se salda con 18 heridos, además de daños en dos comercios de la zona y en 18 coches que se encontraban aparcados en las inmediaciones. Tres de los heridos acuden horas más tarde a la Comisaría a denunciar los hechos. Esos jóvenes serían después detenidos. A partir de ese momento comienzan los arrestos, que finalizaron entre los días 12 y 15 de enero, con la detención de los últimos catorce participantes en la trifulca.
El Juzgado número 1 continúa ahora con la instrucción del caso. Durante la investigación, este Juzgado denegó el permiso para inspeccionar las casas de los jóvenes ultras, pero autorizó a la Policía a registrar el local de reunión de los Ultra Boys en Tremañes, adonde se habían trasladado con motivo de las obras de reforma en El Molinón. En el bajo no se localizó ninguna arma.
La Comisión Nacional Contra la Violencia decidió, el pasado 5 de enero, pedir una multa de 60.001 euros para cada uno de los 67 identificados, a los que, de cumplirse la petición, tampoco se les permitirá acceder a recintos deportivos en cinco años. La diferencia entre los detenidos por la Policía y los identificados se debe a que algunos de los aficionados sevillistas consiguieron abandonar Gijón antes de ser arrestados. Ahora el Juzgado de instrucción tiene la capacidad para pedir que en la capital andaluza se sigan practicando detenciones.
Lesiones
Los jóvenes detenidos tras la violenta pelea entre aficionados radicales del Sporting de Gijón y el Sevilla podrían ser acusados de un delito de lesiones, recogido en el artículo 147 del Código Penal y cuya pena oscila entre los seis meses y los tres años de cárcel. Este delito puede conllevar agravantes por ensañamiento o agresión a menores, por ejemplo.
Riña multitudinaria
El Código Penal recoge en el artículo 154 que «quienes riñeren entre sí acometiéndose tumultuariamente y utilizando medios o instrumentos que pongan en peligro la vida o integridad de las personas, serán castigados por su participación en la riña con la pena de prisión de tres meses a un año de cárcel o multa de 6 a 24 meses».
Daños
A los ultras también se les puede imputar un delito de daños recogido en el Código con una multa de 6 a 24 meses. En el caso de que se tenga en cuenta algún agravante, la pena puede ascender hasta situarse entre el año y los tres años de cárcel. Entre otros supuestos se recoge el daño al mobiliario urbano, que en este caso quedó demostrado.
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