Jugadores, aficionados, cuerpo técnico y directiva se habían concentrado a primera hora de la mañana para intentar evitarlo. Pero unos negros nubarrones se cernían sobre el futuro del campo de fútbol Pedro Vives, sede del Club Deportivo Aviación, un histórico del balompié en el distrito de Latina, en cuyo terreno jugaban cada domingo más de 300 aficionados de entre 4 y 45 años desde 1970.
El Aviación recibió la semana pasada la notificación del Ayuntamiento en la que se ordenaba el desalojo de las instalaciones a las nueve de la mañana de ayer martes. Y nada pudo hacerse para pararlo. Los concentrados incluso llegaron a hacer una sentada frente a la excavadora que iba a tirar abajo su club, pero finalmente tuvieron que apartarse de su camino para evitar un enfrentamiento con los agentes de policía.
«No han tenido la menor consideración, nos han obligado a sacar todas nuestras cosas en medio de la lluvia», se quejaba el presidente de club, Juan José Carrasco. «A la policía le ha dado todo igual. La gente estaba llorando, los chicos suplicándoles que por favor no derribaran nuestro club, pero no ha servido de nada. Nos han desalojado sin miramientos, casi sin poder organizarnos para hacer las cosas con un poco de orden. Los balones, los equipamientos, las copas que ha ganado el equipo, todo estaba tirado por la acera bajo el chaparrón... ha sido una imagen lamentable. Los trofeos se los han llevado los jugadores a su casa, pero para el resto de cosas hemos tenido que recurrir a la ayuda de los seguidores, para que se las llevaran en sus coches particulares».
Por un momento, Carrasco creyó ver la luz al aparecer por allí la secretaria de Urbanismo, Paula Mato. «Pensé que iba a darnos más tiempo, pero nada más lejos. Vino con un aparejador que estaba medio loco, que quería demoler cuanto antes. Entonce fue cuando tuvimos que sacarlo todo a toda prisa, calándonos hasta los huesos. Ha sido indignante, y claro, ha habido algún forcejeo pero que afortunadamente no ha ido a mayores. N o ha pasado nada porque nuestros chicos son buena gente y nadie quería armar follón».
Noche en vela
Varios de los concentrados habían pasado allí la noche en vela, haciendo guardia ante la inminente llegada de las máquinas. «Nos habían dicho que todo empezaría a las nueve de la mañana, pero a las siete y media ya estaban los furgones de la policía rodeando el campo de fútbol, como si esto fuera un atraco a un banco o algo así. No somos delincuentes, sólo queremos jugar al fútbol», dice el presidente.
Fue entonces cuando, por seguridad, decidieron que los más jóvenes saldrían de las instalaciones, quedándose «encerrados» sólo algunos miembros de la directiva. «Después, cuando ya nos habían sacado a todos, sólo han podido entrar a recoger los enseres las personas que ha elegido la policía. Y yo, que soy el presidente, no he podido pasar. Me he cagado en todo lo cagable. Es que es increíble».
Con todo el Pedro Vives desalojado, la excavadora comenzó las tareas de demolición ante la mirada de los hinchas del «Avi», como se conoce popularmente al club en Latina. «Dicen que no quieren construir pisos, ¡ja!», protestaba uno de los hinchas. «Esto es un desastre, el Aviación de esta no sale, se lo han cargado», vaticinaba otro vecino que apoyaba la concentración.
La directiva del club asegura que el campo que ahora les quiere ceder el Ayuntamiento no es más que «dos porterías en un parque», pero la salvación, al menos temporal, quizá venga desde otro barrio obrero con tradición futbolera, Vallecas. El presidente del Rayo, Martín Presa, ha ofrecido sus instalaciones hasta que se encuentre una solución. «Lo que ha hecho es digno de admirar», dice Carrasco. «El problema es que estamos en la otra punta. de la ciudad, y no podemos estar llevando a los jugadores hasta allí, quizá sólo a los mayores. Estamos buscando una solución que nos pille más cerquita. A ver si tenemos suerte».
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