'No cantes mis canciones si no me quieres'

Pintaba atípica la tarde de fútbol en el Calderón. Precisamente eso, el fútbol, parecía quedar en un extraño segundo plano en un estadio en el que la animación y la fiesta suelen ser todo un uno en torno al equipo. Se cumplían 14 días desde la muerte del ultra coruñés y las puertas del estadio volvían a abrirse tras una semana convulsa, de cruce de comunicados y con el Frente Atlético en el punto de mira.

La seguridad, compuesta por 740 efectivos entre Policía, seguridad privada y Samur, se intensificó en la entrada al fondo sur: doble control de abono y DNI, cámaras de seguridad extra, exhaustivos cacheos y sala de trofeos con todos los objetos requisados que incluían algún símbolo del Frente Atlético. Y todo ante una nube de flashes que a más de uno intimidaron. «Me siento un terrorista entrando a la carcel», decían los aficionados más indignados.

Ya dentro, las horas extras de limpieza llevadas a cabo durante la semana eran evidentes. Fuera pegatinas del Frente, cierre a cal y canto de la tienda donde vendía su merchandising y una mano de pintura sobre todos los murales que alentaban a animar al acceso a la grada. Por no estar, no estaban ni los tambores ni megáfonos para empujar al equipo. Sólo una pegatina del Frente en una cisterna del baño recordaba lo que había en esa zona del estadio hasta el partido anterior.

La tensión en el estadio

Dentro se percibía tensión. El Frente se quedaba mudo y el resto del campo esperaba expectante. Y con el pitido inicial, la tribuna cantó «Somos nosotros, Atleti, somos nosotros», lo que encendió a un fondo sur que respondió con una gran pitada.

Fueron breves los conatos para animar de unas gradas acostumbradas a ir a remolque de lo que el Fondo canta. La gota que colmó el vaso de la paciencia de la Grada Joven fue cuando el resto de aficionados coreó un cántico con copyright del Frente, que rompió su silencio: «¡No cantes mis canciones, si no me quieres!». Y aquello derivó en un conflicto total entre el fondo y las gradas. Y se escucharon mofas hacia las medidas anti violencia que se plantean: «¡Árbitro te quiero mucho, eres una persona maravillosa»!, se le gritó, ovacionándole cada vez que tomaba una decisión contra los colchoneros.

No hubo recuerdos al club, al que el Frente reprochó lo poco que se acuerdan de ellos cuando animan y organizan tifos utilizados como imagen y ejemplo de afición y lo rápido que se les señala sin embargo cuando ocurre un incidente como el del 30N.

Y con la plantilla, frialdad total. En un comunicado señalaron también a los jugadores por la falta de apoyo cuando siempre han estado del lado del grupo, accediendo incluso a subir a animar junto a ellos cuando soplaba el viento a favor. La bronca final llegó con el gol del Villarreal, que dejó helado al campo. Y el Frente, entró en cólera contra el resto: «¿Y ahora quien anima?», mientras abroncaban a todo aquel que abandonaba el campo sin el tiempo cumplido y con el equipo perdiendo. Ayer no hubo ni festejos, ni cánticos, ni unión. Por no haber, no hubo ni ese primer gol local que dicen que se marca desde la grada... Sólo hubo un divorcio a cuatro bandas con el espectáculo como principal dignificado.