viernes, 5 de diciembre de 2014

"Un grupo como el Frente Atlético, con 30 años, no se termina porque sí, hay que ir hasta el final"

Esteban Ibarra lleva combatiendo la intolerancia, el racismo, la xenofobia o el nazismo desde inicios de la década de los 90 a través del Movimiento Contra la Intolerancia. Pocas personas más indicadas que él para analizar en qué se ha fallado y cómo arreglarlo. Le ha costado convertirse él mismo en un objetivo del mundo ultra, ETA, etc. Dos intentos de atropello, un paquete bomba y una lista de amenazas a la altura de un presidente de EE.UU. así lo acreditan. Vivió en primera persona lo que sucedió con la muerte de Aitor Zabaleta a manos de un ultra del Atlético. Más de una década y media después aporta su visión para que no se repitan los mismos errores que en aquella ocasión y que esta ocasión, de una vez por todas, signifique el final de la violencia radical en un fútbol que es en muchos casos el espejo de valores para muchos jóvenes y un altavoz internacional de nuestro país. MD charló con él.
¿Qué es el Frente Atlético?
Se puede hacer alusión a ellos deteniéndonos en dos episodios. Uno que conmocionó a todo el país fue el asesinato de Aitor Zabaleta, protagonizado por una sección denominada Bastión que ahora mismo no existe, aunque no tengo tan claro que las personas que estaban allí se hayan ido de turismo. Muchas de ellas recalaron en otras secciones del Frente Atlético. Este ataque a los donostiarras fue protagonizado por 80-100 personas, nosotros desde la asociación fuimos acusación popular porque teníamos mucha información sobre esa agresión que acabó con la vida de Aitor Zabaleta. Y a aquello se suma ahora el episodio que ha conmocionado al mundo a nivel internacional y que ocurrió el pasado domingo. De este modo, aunque tiene una historia muy larga de radicalismo, extremismo y dureza, estos dos episodios han sido los que han generado mayor alarma social.
¿Es el grupo ultra más peligroso de los que existen en España?
Es difícil categorizar. Los grupos nazis, a mi juicio, son los más peligrosos porque tienen una cohesión ideológica más fuerte, una capacidad más elevada de planificar los ataques. Quizás se enfrenten menos con la Policía, pero sí más con otros grupos. Está el Frente Atlético, también Ultra Sur, antes los Boixos Nois. En otro rango también están las brigadas blanquiazules, formalmente disueltas, aunque pueden disolverse de nombre y luego aparecen en secciones o grupos más pequeños, los Yomus en Valencia, los Ligallo en Zaragoza. Pero, desde luego, los madrileños son los más importantes.
Hacía referencia anteriormente al suceso ocurrido con Aitor Zabaleta. ¿Qué hace pensar que ahora sí se pueda arreglar una situación que no se solventó después de que aquello tan grave que sucedió?
La situación en aquella época era más precaria que ahora. En la actualidad hay una ley contra la violencia y el racismo en el deporte que entonces no existía. Había una legislación, sobre todo a raíz de los acontecimientos vividos en Inglaterra, con la oleada de muertos por avalanchas y demás que condujeron a Europa a endurecer su legislación contra la violencia. Pero el fenómeno racista en el fútbol se unió a finales de los 90. Y Europa obligó a incorporar este tipo de actitudes xenófobas, racistas e intolerantes a las leyes. Este cambio de normativa brindó unas leyes más ajustadas y preparadas que en el momento del asesinato de Aitor Zabaleta, que se acometió por vía penal, como no podía ser de otra manera,. Pero tuvo lagunas. Por ejemplo, al grupo Bastión no se le acusó como organización ilícita, nosotros sí, pero la fiscalía no lo tuvo en consideración y sólo fueron condenados por desórdenes públicos, cuando la batalla que habían organizado era espectacular. Les atacaron por tres puntos distintos. Siempre me ha llamado la atención de las secciones nazis del Frente Atlético que  tienen una capacidad de organización en el combate que raya lo paramilitar. Saben quedar en distintos sitios, organizarse, atacar, esconderse, emboscar. Lo que han hecho ahora mismo. 
Aitor Zabaleta fue con una peña de mujeres con muchos niños que nada tenía que ver con la Peña Mújika, que podía ser la contraparte radical por parte de la Real Sociedad. Le provocaron y atacaron a mujeres y niños. Aitor se quedó al final para defender a una mujer y a un niño que tenía una discapacidad y le cogieron entre tres y Ricardo Guerra le asestó una puñalada en el corazón. Le condenaron a 17 años y ya está en libertad.
Joan Laporta expulsó a los Boixos Nois del Camp Nou. Florentino Pérez lo ha hecho del Bernabéu. Y Gil Marín y Enrique Cerezo están decididos a hacer lo propio del Calderón.
Como notario de la historia a mí me alegra lo que han dicho desde el Atlético. Espero que sea la verdad. Pero recuerdo en un debate que tuve en Canal Nou con Jesús Gil cuando vivía, en su última etapa, mantenía una bronca grande con estos ultras y reconocía ante cámara de manera abierta que todos los presidentes estaban apoyando a sus ultras y que él había tomado la decisión de echarlos. Y hemos llegado hasta aquí. Si lo hacen, es el buen camino. Sin duda, necesitan ayuda los presidentes y directivos del socorro de las instituciones. Existe en estos momentos una legislación que antes no existía. Se dan unas condiciones mejores que en la antigua etapa. El fútbol tiene ahora una dimensión espectacular a nivel internacional y no podemos dar una imagen alrededor del mundo de vándalos y criminales. Esto se ha visto hasta en Australia.
Desde el punto de vista ciudadano nos está generando a todos mucho miedo. Recibo muchos mensajes de gente que me dice que si no se arregla esto se queda con sus hijos en casa y no va a los estadios.
¿Qué grado de responsabilidad tienen los directivos del fútbol de que a estas alturas, con más de nueve muertos sobre la mesa, estemos debatiendo sobre cómo acabar con los ultras en el fútbol?
Espero que haya un antes y un después. Si podemos calificar lo anterior como la vieja etapa, ésta estuvo caracterizada por una responsabilidad muy clara de presidentes y directivas, incluso teniendo una legislación muy favorable. Este cambio empieza con Laporta, sigue con Florentino y ahora con Gil y Cerezo. Hay que ser consecuente y llevarlo hasta el final, lo digo también en el caso de Madrid y Barça. Los ultras cambian de piel. Algo que se ha construido en 30 años no se acaba porque un presidente llegue y diga ‘os echo’. Todo el mundo conocía de los privilegios que tenían estos grupos, pero todo el mundo miraba para otro lado. Mi trabajo es atender a las víctimas y muchas víctimas de racismo han llegado de los campos de fútbol, donde iban de caza y cazaban a negros, homosexuales, etc. Era el vivero de la intolerancia y proyectaban en la sociedad unos comportamientos que hemos pagado de modos muy peligrosos.
Las Leyes recientes han alejado la violencia física de los estadios de fútbol, pero no otros tipos de violencia como la verbal. El Córdoba parece decido a expulsar del club a la gente que, incluso, insulte durante los partidos.
Son buenas decisiones. Si el Córdoba expulsa por aplicación de su propia normativa a un socio que vocifera gritos racistas, muy bien. Además, la ley lo ampara. Es fundamental que los gritos bárbaros que se escuchan en los campos de fútbol se corten. Y quien mejor lo puede hacer es el club porque los conoce y los escucha. No pueden estar tapándose los oídos y mirar para otro lado. La Ley prevé medidas a las que pueden acudir, como cerrar la grada, clausurar el propio estadio. La UEFA lo está planteando de una manera seria. La campaña que están haciendo UEFA y FIFA contra el racismo es tan seria para poner sanciones de 50.000 euros y más. El fútbol ha dicho ¡Basta Ya! Estamos en un mundo global y no puede ser que el fútbol sea el vivero de los ultranacionalismos, la intolerancia, los odios y los fanatismos. Hay que poner fin a esto.
¿Qué diría a esa gente del Atlético que no entiende que se generalice y se ataque a toda una hinchada por culpa de unos cuantos?
Entiendo esa posición de los aficionados del Frente Atlético que se oponen a la generalización. Quien se comporta así es quien se comporta así. Pero hay que hacer un esfuerzo por separarse de este tipo de grupos. Generalmente, estas secciones neonazis tienen una capacidad de liderazgo dentro del Frente Atlético, la dominante. Si ellos tuviesen capacidad para expulsar a todos estos y quedarse como una simple peña nombrando responsables, identificándose, se estaría volviendo por parte del Frente Atlético al camino de la legalidad. De lo contrario, entiendo que la posición del club ahora es la correcta.
Sé que es un grupo minoritario, pero capaz de hacer mucho daño y amenazar al resto. No es fácil oponerse a gente tan violenta como la que vimos el otro día.
Pero también querría decir que lo es sancionable son los cánticos que se pueden escuchar en este sector de la grada del Calderón. Yo, personalmente, me hubiese separado y me hubiese ido al otro extremo del campo. Por omisión también se puede implicar alguien con esta gente.
¿Estamos preparados para seguir un camino similar al que siguió Inglaterra con sus ‘hooligans’?
Aquí no se ha conseguido porque no se ha intentado. No porque aquí seamos distintos. Tenemos que hacer un camino similar, ajustado a nuestra realidad. En Inglaterra, primero, acabaron con estar de pie, avalanchas…Ahora no hay ni gritos. Ya lo decía Ancelotti el otro día. En Alemania, tampoco. En Alemania hay grupos neonazis en la calle, pero no se ve una bandera y un símbolo porque está sancionado penalmente. Si allí aparecen como se ve aquí con una bandera nazi, automáticamente, esa persona va detenida y cumple cárcel. Recuerdo una vez que los ultrasur fueron a un partido del Real Madrid en Alemania y bajaron haciendo toda la simbología hitleriana y la policía los metió en un coche, los detuvo y se abrió un procedimiento.
Los países se tienen que tomar en serio esto. Nosotros claro que podemos. Tenemos instrumentos legales y una legislación avanzada. Pero si se convierte en papel mojado porque la comisión estatal contra la violencia no actúa rigurosamente, el consejo superior no  exige a la comisión que actúe rigurosamente, el Gobierno tampoco actúa rigurosamente y los clubs miran para otro lado e, incluso, dan prebendas, entonces que nadie espere nada. Hay que marcar muy bien los límites a esa condescendencia o ese apoyo.
¿Qué le parece la ‘camaradería’ mostrada por muchos profesionales del mundo del fútbol con esta clase de grupos?
Es que la enfermedad ultra del fútbol ha sido muy profunda. Desde los años 80, presidentes haciéndose fotos con los violentos. De jugadores. Muchos te cuentan que estaban obligados porque si no la tomaban con él. Y eso son coacciones. Estamos hablando de prácticas delicitivas. En España se ha visto normal que se cometan delitos dentro del campo de fútbol y lo que es ilegal fuera también lo es dentro. Unos porque comulgaban con sus ideas y otros porque estaban coaccionados, aquí todo el mundo sucumbió al poder ultra que ha acabado estando presente en Primera, Segunda, Segunda B y en categorías regionales. Y no se ha quedado en el mundo del fútbol, sino que se ha proyectado socialmente. Muchos de los problemas que tenemos de delitos de odio, que podemos hablar de 4.000 en nuestro país al año, tienen como origen el vivero ultra de los campos de fútbol.
¿Es suficiente con alejar a los ultras de las gradas?
El problema de la violencia y el racismo no nace y muere en el fútbol. Es más, siempre he dicho que la violencia y el racismo han ido al fútbol y el fútbol tiene que echarlo. Fuera ya no hay tanto anonimato, ya no hay capacidad de sumergirse y ser clandestino en una masa importante. No tiene la misma repercusión. Fuera se van a enfrentar a policía, jueces y fiscales. Que cada cual obre como quiera obrar, pero si sus conductas están inmersas en un tipo penal serán sancionados.

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