Apenas unas horas después de condenar a muerte al ex presidente Mohamed Mursi, la justicia egipcia ha despachado otra de sus controvertidas sentencias. Un tribunal de asuntos urgentes de El Cairo ha declarado "organizaciones terroristas" a todos los grupos ultra de los equipos de fútbol locales y ha ordenado la prohibición de todas sus actividades.
Curtidos en escaramuzas con la policía en las postrimerías de la era Mubarak, los ultras formaron la vanguardia de las revueltas que derrocaron al autócrata y lideraron los choques que han jalonado estos últimos cuatro años. El régimen les acusa de participar en los altercados que desde 2011 se han sucedido en los terrenos de juego y han obligado en varias ocasiones a suspender la liga.
La decisión de este sábado parte de una demanda presentada ante el tribunal por el presidente del club de fútbol Zamalek SC, el polémico e histriónico abogado Murtada Mansur, en la que acusaba a 'Los Caballeros blancos', la sección ultra de su club, de tentativa de asesinato.
La declaración de organización terrorista contra los ultras se suma a resoluciones similares adoptadas contra la Hermandad, el movimiento islamista palestino Hamas o el grupo juvenil secular 6 de abril, clave en el inicio de las revueltas contra Mubarak. Coincide además con el proceso judicial por la refriegas entre policías y aficionados de fútbol que se cobraron 19 vidas el pasado febrero a las puertas del estadio del Ejército del Aire en El Cairo.
Actos violentos durante la liga
En marzo, la fiscalía general acusó a los Hermanos Musulmanes de cometer los actos de violencia en cooperación con 'Los Caballeros blancos' horas antes de que el Zamalek disputara un partido contra el Enppi, un equipo propiedad de una petrolera local. La justicia envió a juicio a 16 personas supuestamente implicadas en el suceso. "La Hermandad, en su obsesión por arruinar la estabilidad del país, aprovechó la conexión de algunos de sus miembros con los ultras del Zamalek y les proporcionó dinero y explosivos para perpetrar actos violentos durante los partidos de la liga", detalla el pliego de acusación.
En la apertura de la causa, los presuntos autores del altercado negaron los cargos y denunciaron que su confesión había sido arrancada a golpe de tortura. A pesar del reguero de muertos, el partido llegó a celebrarse. Poco después, el régimen suspendió la liga que se reanudó el pasado 30 de marzo a puerta cerrada.
En las horas previas a la cita, la multitud -encaramada a las verjas del recinto o hacinada en unos accesos acotados por una especie de jaula rodeada de alambradas de púas- se abalanzó sobre la puerta. Las imágenes en vídeo del fatídico momento -divulgadas por los testigos- muestran cómo, para hacer frente a la avalancha, las fuerzas de seguridad optaron por arrojar gases lacrimógenos y disparar perdigones contra el gentío. Lejos de dispersar la concentración, la carga policial terminó desatando el infierno. Cientos de aficionados quedaron atrapados en mitad del sofoco.
Hace un mes el tribunal penal de Port Said condenó a muerte a 11 personas involucradas en la muerte de 74 aficionados de fútbol en febrero de 2012. Aquella noche una multitud invadió el césped tras la victoria local y arrojó piedras, botellas y bengalas a los aficionados de Al Ahli, ante la permisividad de las fuerzas de seguridad. En apenas un cuarto de hora, el estadio se convirtió en una trampa en un suceso nunca esclarecido.
La versión más extendida culpó del incidente a la policía o los partidarios del derrocado Hosni Mubarak en un intento de castigar a los ultras, que formaron la avanzadilla frente a los agentes en los días de las revueltas que forzaron la salida del dictador. Tres años después, el proceso sigue abierto en la enésima muestra del enredo de litigios y altercados políticos en el que se halla sumido el país más poblado del mundo árabe.
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