domingo, 29 de enero de 2017

Lucía García, conocida como ‘La Intocable’, la joven agredida en Murcia

Lucía García de la Calzada también es conocida como “La Intocable” o “La Navajera”. Así la define la cuenta de la tienda de ropa antifascista Ruantifa, que esta semana ha llenado las redes sociales de informaciones sobre la joven que fue agredida en Murcia el pasado domingo 22 de enero, y que según las fuentes que ha recibido este grupo ha resultado ser “una neonazi (...) y ha propinado muchas palizas con arma blanca”.
Según explica la Policía Nacional “la joven es una vieja conocida que ha estado involucrada en el entorno de la extrema derecha en Murcia”, y que “pese a que ahora defiende que no tiene relación con dicho entorno su estética sigue siendo claramente identificable con esta postura política”.
En la que parece su cuenta de Facebook, ahora cerrada, se hacía llamar por el nombre de Inga Ley, que fue la mujer del líder sindical de la Alemania nazi, Robert Ley, enamorada de Hitler. Pero ¿qué convertía a Lucía en “La Intocable”?
ha tenido acceso al comunicado original de Lucía García, en el que se presenta como una joven con un pasado del que no se siente orgullosa, pero recuerda que es ella la víctima de una agresión: “Yo, LGC, soy la chica víctima de una agresión por parte de 12 a 15 personas la madrugada del pasado domingo día 22 de enero de 2017, a las puertas de un local de Murcia. Deseo comunicar lo siguiente”. Puedes leer aquí el comunicado completo.
En él también niega algunas de las acusaciones que le han venido haciendo en los últimos días: “Debo afirmar que no me reconozco en la imagen que se está dando de mí. Además de los golpes en mi cuerpo, estoy sufriendo una humillación moral. Me siento muy agobiada, difamada y acosada”.
Sobre el perfil que de ella hace la Policía y de los cientos de comentarios, entre ellos, de gente que asegura haberla conocido, en los que se la describe como una joven con un historial de agresiones fascistas, homófobas y xenófobas, Lucía dice: “Reconozco que durante una etapa de mi vida he incurrido en errores de adolescencia y en comportamientos inadecuados de los que estoy totalmente arrepentida”.
Reconoce, asimismo, que se considera “una persona con sentimientos patriotas”. El grupo del que Lucía García formaba parte, conocido como Ultras de Murcia del colectivo Lo Nuestro y perteneciente al Hogar Social Madrid, ha admitido que la joven es “simpatizante suyo” además de mostrar una clara postura en su defensa en las redes sociales.
La Boca del Lobo
El local situado en la calle Santa Quiteria fue una “víctima colateral de lo sucedido”: “Nosotros somos, la mayoría, músicos y personas a las que les gusta mucho la cultura. Se trata de un club social privado en el cual para entrar hay que llamar a un timbre. Es muy tranquilo y tiene que quedar claro que no vendemos ideas, vendemos cerveza”, explica el propietario del local 
La madrugada del domingo 22 de enero cuando Víctor, uno de los trabajadores, abrió la puerta después de oír la llamada al timbre “se quedó petrificado, la avalancha de gente lo pilló completamente por sorpresa”.
El dueño del local cuenta con preocupación que están recibiendo amenazas anónimas por las redes: “Nos llegan mensajes e incluso nos han informado que viene gente de Madrid y de Toledo en autobuses para ir a la caza este fin de semana. Quieren destrozarnos el bar. Me están arruinando la vida. Si yo no abro por pánico o por precaución no como. Ni yo ni mis trabajadores”.
Melisa D. Ruíz, portavoz del Hogar Social Madrid no sabe “de dónde habrán salido” esas amenazas pero se imagina que “será de los mismos que justifican la agresión”: “Nada de eso es cierto. Quienes tienen que poner orden son las autoridades condenando a quienes creen que las diferencias ideológicas se solucionan con violencia”.
La noche de la agresión
Lucía García estaba fumando apoyada a unos pocos metros de la puerta del local La Boca del Lobo cuando, en el momento en el que se decide a entrar, una chica encapuchada se lanzó sobre ella. La primera reacción de la joven fue responder con otro golpe y, después de un corto forcejeo, ambas cayeron al suelo.
En ese instante todo está perdido para “La Intocable”, pues al caer una oleada de aproximadamente diez personas se avalanza sobre ella propinándole de patadas, puñetazos y pisotones como se puede observar en el vídeo completo grabado por las cámaras de seguridad del local.
Unas horas más tarde Lucía García se acerca a denunciar los hechos a la policía: “En la declaración que Lucía nos hace dos o tres horas después de la agresión no nos manifiesta que la misma sucediera por llevar una pulsera con la bandera de España”, aclara la Policía Nacional. “Explica que fue agredida por un grupo de skins de extrema izquierda por la vestimenta y porque la llamaban nazi y puta”. Sin embargo, como argumenta la Policía, “más tarde, con su abogado, manifiesta que todo ha sucedido por portar dicha pulsera”.
Son varias las fotos que, a través de internet, dan rostro a Lucía García. Sin embargo, ahora que su presunto perfil de Facebook y el de sus conocidas están cerrados y que su abogado no puede “confirmar nada porque están apareciendo muchas estupideces y falsedades (interesadas o torpes)”, son varios los cabos sueltos que quedan por responder.
Cadenas y puños americanos se retan en la calle
Su espalda no cabe en un armario empotrado, tiene la altura de un jugador de baloncesto y cara de pocos amigos. «Estoy preocupado», admite Sergio, sentado en un taburete junto a la puerta del pub Repúblika. «Esta noche ya he prohibido el paso a diez personas; venían de fuera de la Región y no me gustaban sus pintas». Sus peinados de corte 'skin' y vestimenta, chaqueta bomber incluida, eran similares a los de un grupo neonazi y este local es feudo de clientes de ideología de izquierda. «No quiero problemas». Es jueves, pasan cincuenta minutos de la medianoche y este portero de Europa del Este reconoce que, tras la paliza en la puerta de la Boca del Lobo de doce sharperos a una joven de ultraderecha, «hemos reforzado la seguridad». La agresión ocurrida el pasado domingo ha reavivado la eterna batalla de los grupos vinculados a ideologías extremas y ha puesto en guardia a los hosteleros de las tascas de Murcia. En Repúblika hay dos porteros y van equipados con pinganillos, «por si hay que pedir apoyo» al personal de seguridad de otros locales que gestiona en la zona el Grupo Revólver.
Su decisión ha sido la correcta, ya que la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional alerta de que este fin de semana y durante las próximas fechas la agresión a la joven de ultraderecha podría tener su 'partido de vuelta' y «generar una serie de actos de represalia». Una respuesta «muy común en estas tipologías delictivas, ya que la acción de una facción suele ser respondida por la opuesta, creando una espiral de violencia y odio». De hecho, este fin de semana se han desplegado en la capital 100 agentes de la Unidad de Prevención y Reacción de Murcia y de la Unidad Central de Intervención de Madrid.

La Brigada de Información confirma que estos enfrentamientos violentos entre grupos ultras (sharperos, punkis, antifascistas, skinhead, neonazis, falangistas...) «tuvo su auge el pasado año». La Policía Nacional habla de nueve enfrentamientos. Sin embargo, la Asociación Lo Nuestro asegura que en 2016 los grupos de extrema izquierda protagonizaron diez ataques, y en el bando contrario, la Coordinadora Antifascista, afirma que la extrema derecha ha perpetrado unas veinte agresiones.
La capital del Segura se ha convertido en un tablero de ajedrez donde ambas facciones marcan sus territorios por el barrio de La Flota, Vistalegre, la avenida Mariano Rojas, La Merced, las tascas...
Y eso a pie de calle se nota, tal y como admite Cristina, relaciones públicas de un local de copas y que el pasado jueves estaba por La Merced repartiendo un taco de 'flyers'. «He venido a trabajar con miedo». A unos metros, en la calle Victorio, a María, otra relaciones públicas, también le embarga esa sensación. «Mi familia me ha dicho que no trabaje estos días». Pasan cuatro minutos de la una de la madrugada y apenas pasa gente por esta calle. «No es normal que un jueves, después de los exámenes, haya tan poco ambiente».
En otros bares, los jefes han dado instrucciones precisas al personal en caso de tangana. «Nos ha dicho que si hay lío en la terraza nos encerremos en el bar», comenta un camarero de La Playa de la Merced. «Este verano se juntaron aquí miembros de ambos grupos y acabó volando la terraza». La tetería Sharanam, de ambiente hippie, directamente cerró el jueves por precaución. Este fin de semana ha habido un éxodo festero a otras zonas de marcha, como Atalayas.
El auge de la ideología radical se traduce en el aumento del listado de grupos alineados en el confín de la derecha y la izquierda: Asociación Lo Nuestro, Plataforma España 2000, Movimiento Social Republicano (MSR), Beer Boys, Coordinadora Antifascista, City Boys, Skinhead Anarquistas, Coordinadora Antirrepresión...
La radicalización se ha colado hasta en la Universidad de Murcia. Un docente, desde el anonimato, confiesa que en la Facultad de Trabajo Social los alumnos de algunas carreras se están alineando con la extrema izquierda, y en carreras de la de Educación, con la derecha. No es una broma porque un grupo de ultraderecha ha llegado a plantarse en el Campus de Espinardo para insultar a los alumnos de Trabajo Social y a los inmigrantes que cursan allí sus estudios.
La ideología, el corte de pelo, la vestimenta, la tendencia sexual, la etnia, el fútbol... son la mecha perfecta para encender una batalla campal. Fran, delegado de la Asociación Lo Nuestro, se presenta como «nacionalista español» y afirma que «Hogar Social Madrid es nuestro ejemplo a seguir». Este colectivo ultraderechista de la capital ha ocupado varios edificios haciendo bandera de su ayuda solo a españoles. El mensaje que lanza este joven, de 21 años, es idéntico: «Igual que hay asociaciones que solo ayudan a inmigrantes, nosotros solo ayudamos a españoles».
Un supermercado, frente a la Cárcel Vieja, fue el lugar escogido ayer por Lo Nuestro para la recogida de alimentos que organiza cada sábado. Durante este evento reparten «panfletos informativos» y si alguien se queja de que solo auxilian a españoles, «le enseñamos una lista con quince asociaciones que ayudan a inmigrantes y se callan». En alguna ocasión han repartido octavillas contra los afectados por la guerra de Siria, «refugiados no bienvenidos», y también rechazando la inmigración, «seis millones de inmigrantes, seis millones de parados; no es racismo, son matemáticas».
Desembarco en el Levante
Los militantes pagan cuotas mensuales de cuatro euros y pronto dispondrán de una sede en el barrio de Vistalegre. «Nuestro objetivo de cara al futuro es seguir con la acción social, agilizándola con este local, y crear una formación política si se da la oportunidad. Nuestra motivación es ayudar a nuestro pueblo». De momento esta asociación ya tiene delegaciones en Alicante, Elche y Valencia. Fran califica de «asquerosa» la paliza del grupo de ultraizquierda a la joven de 19 años, que se define a sí misma como patriota. «Ella es mi amiga». Melisa Ruiz, la portavoz de Hogar Social Madrid, también defiende a la agredida: «Nos pusimos en contacto con ella para mostrarle nuestro apoyo, porque es muy duro por lo que está pasando, y le ofrecimos ayuda para buscar asesoramiento legal». La portavoz ultraderechista confirma que existe «una correlación» entre la actividad de Lo Nuestro y Hogar Social Madrid.
Tanto Fran como Melisa niegan el uso de la violencia contra radicales de izquierdas, pero la Policía Nacional confirma que sharperos y neonazis desarrollan ataques coordinados: las cacerías. Un grupo nutrido, provisto de puños americanos, gas pimienta, palos, cadenas, navajas y hasta tercios de cerveza vacíos, recorre su territorio o invade una zona rival al acecho de algún miembro solitario del bando contrario. «Se caracterizan por su extrema violencia», confirma la Brigada de Información. Los ataques se hacen por sorpresa y la agresión dura unos segundos antes de huir.
«A Murcia han venido de cacería miembros de Jove Elx, que comparten algunos ideales con los griegos Amanecer Dorado y fascistas de Cartagena», afirma Antonio. Lo hace con un nombre ficticio, «porque soy antifascista y no quiero problemas». Se ha tenido que cortar su cresta rizada, de dos dedos de altura, «para evitar problemas con nazis y que la Policía me cachee y me diga que me va a 'peinar' la cresta con la porra». Antonio se mueve en acciones antidesahucios, protestas contra los recortes en educación... y rechaza la violencia, pero defiende que el apaleamiento en las tascas a la joven de derechas fue «un golpe de justicia social».
Tal afirmación se debe al 'currículum' que supuestamente se forjó la víctima cuando era menor de edad y que los 'medios de comunicación' digitales de izquierdas han aireado en el otro campo de batalla: internet y las redes sociales. «'La Intocable' es una neonazi que tiene un historial importante de agresiones fascistas, xenófobas y homófobas», enumera en un artículo kaosenlared.net.
En la acera de la derecha también son seguidores de webs digitales, como despiertainfo.com, que esta semana publicó: «Willy Toledo justifica la brutal agresión antifascista a la joven de Murcia». Y acto seguido el medio tachó al actor de «portavoz de los antifascistas» y criticó su «verborrea incalificable».
Reclutando 'cachorros'
La Guardia Civil ha detectado «un ligero descenso en la edad de los individuos que pertenecen a este tipo de grupos de ideología radical». Se trata de los denominados 'cachorros', la savia nueva de estos grupos, y a los que se les ficha con 15 y 16 años. Los radicales suelen 'jubilarse' antes de los 40 años, excepto en ambientes futboleros. Un claro exponente de estos procesos de reclutamiento son los institutos Alfonso X El Sabio y La Flota. En el primer centro, un docente reconoce que «tenemos constancia a través del Policía Tutor de que quedan en los jardines para pelearse». Un alumno, de 17 años, relata que «me han amenazado por vestir como un heavy y llevar melena; me dijeron: 'llévate cuidado; este es el primer aviso y la próxima vez vamos a por ti'. Cuando cambié de estética se acabaron mis problemas».
El citado docente explica que cuando detectan a un alumno radicalizado «de inmediato se informa a los padres, se le amonesta y si persiste, se informa a Fiscalía de Menores». Durante el curso desarrollan charlas y talleres contra los delitos de odio y en el viaje de estudios de Bachiller a Berlín hay terapia de choque: «Los llevamos siempre a visitar un campo de concentración». La valla del IES La Flota luce grafitis arios, como 'Murcia fascista' y 'Poder Blanco'.
El pasado curso, una banda nazi acudía cada recreo a fichar 'cachorros'. «Siempre venían al parque; iban con perros de raza peligrosa y se relacionaban con los de Bachiller», subraya una alumna menor de edad. En el centro han tomado nota y los profesores de Valores Éticos y Filosofía, así como el Policía Tutor, trabajan contra el 'bulling' y los delitos de odio. También vigilan la estética y recientemente prohibieron a un estudiante que llevase una pulsera de pinchos. Pese a todo, la Coordinadora Antirepresión estima que en los institutos Alfonso X El Sabio y La Flota «hay treinta alumnos reclutados por bandas neonazis; se trata de menores a los que ofrecen protección».
La Coordinadora lleva dos años enviando escritos a la Consejería «para prevenir esta violencia». Incluso le ha propuesto un protocolo. Desde la Consejería niegan esta situación: «No se puede vincular un suceso producido en la calle entre presuntos grupos radicales con el ámbito educativo». El grupo que frecuentaba el IES La Flota ha emigrado a un parque situado en la calle Magallanes. «Los punkis están viniendo aquí a buscar a los nazis», lamenta Pedro, de 28 años. «A nadie le gusta vivir en un entorno así», añade su amigo Miguel. Los dos se han criado en el barrio de La Flota y reconocen que la barriada se está radicalizando: «Antes era más tranquila».
La pasada Navidad hubo una pelea entre las dos faccciones y el viernes un grupo de 'cachorros' quemó algún contenedor. Parte del mobiliario urbano de La Flota y de sus edificios están marcados con grafitis de ideología nazi, como la cruz céltica, y simbología anarquista. Es su forma de marcar territorio y de comunicarse en clave para señalar dónde hay que hacer una cacería.
Tampoco faltan los insultos en su jerga. A los antifascistas les llaman 'guarros' y a los fascistas, 'cerdos'. «Son collares distintos para un mismo perro», sentencian Pedro y Miguel. Estos jóvenes no se equivocan en su afirmación puesto que un especialista de la Benemérita recuerda que «ambos grupos surgieron del mismo movimiento, los 'skinheads', nacido a finales de la década de los sesenta en Inglaterra».
Exportando activistas
La Guardia Civil ha detectado que algunos miembros de grupos radicales se han desmarcado de los habituales pantalones de pitillo, botas militares... «Intentan mantener una estética menos llamativa y pasar algo más desapercibidos para no ser identificados por los cuerpos policiales». Un buen ejemplo de ello es San Joy, la aldea abandonada en la cara sur de la Sierra de la Pila, en Blanca, y reconvertida en poblado hippie, donde algunos de sus habitantes han sido vinculados a grupos europeos antisistema que han participado en actos contra la globalización en Bruselas, París y Barcelona. Durante 2016, el Instituto Armado desarrolló dos operaciones contra delitos de odio. La primera, la 'Operación Kabernal', concluyó con el arresto de seis personas por la agresión a un grupo de extrema izquierda en el carnaval de Cabezo de Torres. La segunda, en San Javier, se cerró con la detención del presunto autor de una brutal agresión a un menor de edad, al que le rompió la mandíbula por diferencias ideológicas.
Las huelgas estudiantiles y laborales, los derbis entre equipos de fútbol de la Región, las fiestas multitudinarias... son el caldo de cultivo perfecto de estos grupos para infiltrarse y liarla. «En el Bando de la Huerta de 2015 estaba con unos amigos, y un grupo neonazi lanzó un litro al aire y me dio en la cabeza», rememora un miembro de la Coordinadora Antifascista. Ese mismo año fue apaleado por un grupo de 'cachorros', de 15 a 16 años, en Atalayas. «Estaba celebrando mi graduación; entonces llevaba una cresta mohicana y me pegaron por el corte de pelo». Acabó con toda la cara llena de moratones.
«En los últimos dos años ha habido una escalada de violencia y todos los meses hay algún follón en el centro de Murcia», lamenta. Las dos facciones están en guardia y si detectan algo envían una alerta masiva por grupos de WhatsApp. «¡Hey! Ahora mismo están de cacería los neonazis», reza un mensaje del pasado miércoles a las 22.32 horas.
Patrullas radicales
La izquierda está menos organizada y jerarquizada que la derecha. Los primeros califican sus acciones de activismo y los segundos, de acciones políticas. No obstante, la Guardia Civil vuelve a precisar que «tienen numerosos denominadores en común», como la estética, organizar charlas de tipo ideológico, jornadas, conciertos, recogidas de alimentos y material educativo. Incluso adoptan medidas de seguridad similares: las patrullas. Peinan en 'manada' su territorio para verificar que no hay enemigos. Aunque los fascistas también patrullan para infundir respeto a inmigrantes y homosexuales. Así ocurrió en la calle Victorio, en la puerta del Temperatura Ambiente, donde insultaron y empujaron a una pareja gay.
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tienen identificados en la Región a decenas de radicales: Fortuna, Yecla... Algunos son conocidos por la crudeza de sus agresiones, como 'El Suburbios'. Aunque en el bando radical también tienen fichados a agentes con alias, como 'El Chicle'. Juan José García Escribano, profesor de Sociología en la Universidad de Murcia, alerta de que la radicalización ideológica «está creciendo», alimentada por «la desesperanza de los jóvenes al ver que no tienen un futuro laboral, y por la corrupción y el descrédito de las instituciones».

El perfil de riesgo para acabar en uno u otro polo ideológico «es similar». Joven de 14 a 18 años, con problemas de comunicación, alto consumo de redes sociales, escasos recursos económicos y poca capacidad de análisis. El panorama internacional está contribuyendo a caldear el ideario y García Escribano pone como ejemplo que «el discurso de Donald Trump de separar a la gente con un muro en México no ayuda». El antídoto contra el fundamentalismo es «acabar con los discursos frentistas de los políticos, promover la tolerancia en las aulas y que la Justicia sea más contundente con los actos violentos y la corrupción. Esto empieza a ser preocupante porque hay una crisis económica y societaria».

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