El derbi había hecho su magia para reabrir la Preferente Alta del Nou Estadi y cuajar el pleno del feudo grana con 12.541 localidades ocupadas. Hasta 350, cerca de las que fija la normativa para la afición visitante y las mismas que el CF Reus había reservado para los tarraconenses en la ida a un campo de 4.200 asientos, se agotaron en la capital del Baix Camp en las primeras 24 horas en venta. La rivalidad festiva que se desprendía, de inicio, de las graderías, cayó pronto al césped como una petición insistente y, a ratos, excesivamente pesada para los 22 que se jugaban, a seis jornadas del desenlace de competición, la permanencia al fútbol profesional. Sólo unos instantes lució el mosaico que vestía de gala la cita, reconvertido en apluadidors para 90 minutos que transcurrirían entre la calma y la necesidad.
Para los rojinegros, que habían desplazado media docena de autobuses a rebosar entre los Redblacks y la peña CFRD Baix Camp, nada de nuevo en Tarragona. Se encomendaban a Badia, en otra noche espléndida del barcelonés, conscientes de que el papel del arquero los había llevado hasta allí y los ha sostenido desde entonces en la plata. Del lado nastiquer, los Orgullo Grana desplegaban mensajes de heroicidad gladiadora, y recordaban Querol –muy silbado en el cambio por Jorge Díaz, como lo estuvieron los reusenses durante todo el partido y como lo habían estado también, últimamente, en el Estadio– la pasada grana. «Hasta el final», o hasta allí donde los condujera este duelo crucial que afrontaban desde plazas de descenso a Segunda B, empujaban.
Y en medio de todo, el arbitraje, polémico y fuertemente cuestionado por las dos bandas, del colegiado madrileño Pizarro López, que anuló en los primeros 10 minutos el gol iniciático de la noche por fuera de juego, el 1-0 firmado por Àlex López, aunque era legal.
Lanzamiento de objetos
De los tres puntos que se jugaban, queda una victoria en que resolverá parte de las carencias del CF Reus y limita las opciones del Nàstic al tramo final de campeonato. Sin embargo, sobre todo, que recupera la perspectiva de que habían perdido los rojinegros. La de esta primera campaña histórica en Segunda. La de una primera vuelta|bóveda que los convirtió en equipo revelación y que la entrada en el 2017 diluyó. O la del 0-1 de la ida en el Estadio. Con el partido finalizado, y tal como había succeit en Reus antes de disputarse el partido de ida, se registraron incidentes vinculados a la afición. El lanzamiento de objetos, por parte de seguidores del Nàstic, en el córner donde se ubicaban los reusenses dejó, como mínimo, a un herido que fue atendido en el Nuevo Estadio, y obligó a los Mossos a intervenir.
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