AMBIENTE
La pasión la puso la grada Balaídos no estaba para muchas fiestas, pero ayer se puso la camiseta y la sudó Baiano celebró su gol recordándole al Deportivo que su rodilla responde a la exigencia
La pasión la puso la grada Balaídos no estaba para muchas fiestas, pero ayer se puso la camiseta y la sudó Baiano celebró su gol recordándole al Deportivo que su rodilla responde a la exigencia
Balaídos no estaba para muchas fiestas, pero ayer se puso la camiseta y, aunque no se llenó, registró la mejor entrada de la temporada. El derbi bien lo valía. Allí ondeaba, suspendida de la cubierta de uno de los fondos, con un elocuente ¡A por eles! firmado por el Comando Celta. Sobre el césped, sobraba todo. El sol y el aliento del celtismo elevó varios grados la temperatura ambiente. La atención se centraba en ciertos detalles: Stoichkov fue alentado desde la megafonía hasta tres veces antes del comienzo del encuentro; el calentamiento del Deportivo fue un calvario y Adrián se deseó suerte en el saque inicial santiguándose varias veces. El trabajo de las animadoras, apenas una decena, era desanimante. Ya en los primeros minutos, casi no daba tiempo a echar de menos los goles. Cada llegada blanquiazul era un suspiro general. Cada contraataque celeste aceleraba el corazón por encima del límite permitido. El gol del Espanyol al Athletic Club al segundo minuto de juego se llevó la primera ovación de la tarde. Los delanteros célticos, la primera bronca de su nuevo y mediático entrenador. Y Undiano Mallenco rompió el audímetro al anular un gol local en el once después de un contraataque fabricado por Nené y Canobbio. La cosa se puso brava encima del tepe y los encontronazos entre Jorge Andrade y Nené, o entre Contreras y Iago encendieron al respetable, que perdió todo el respeto por las formas y aderezaba un derbi cuyo fútbol estuvo en entredicho. Los marcapasos volvieron a superar otra prueba de calidad poco después del cuarto de hora, cuando Coloccini frenó bajo palos un par balones que se colaba sin remedio. El partido se endureció hasta que el verde se puso rojo. Gustavo López y Aldo Duscher metieron al público en la pelea y a todos les salvó la campana del descanso. Quince minutos para refrescar las ideas. Contra el sofocón, manguerazo. Tras el obligado parón en el intermedio, llegaron las prisas, fruto de las urgencias celestes. Aouate era el objeto de los desahogos locales. Y, a los quince minutos, el clímax: posible penalti de Andrade a Gustavo López. Acto seguido, Fernando Baiano marca en ese saque de esquina. El brasileño miró al cielo, besó el escudo y su rodilla recordando al Dépor que no está tan maltrecha, y se lo dedicó a una grada que rugía como nunca. El roce entre Lopo y Nené fue la guinda de un clásico al que no le faltó pasión.
Unos doscientos seguidores pertenecientes a la agrupación deportivista Riazor Blues llegaban al filo de las dos de la tarde a la estación de ferrocarril de Vigo. Allí les esperaban una decena de furgonetas de la Policía Nacional, que les escoltaron hasta la puerta del estadio de Balaídos, en el que entraron un par de horas antes del comienzo del clásico gallego. Los blanquiazules se desplazaron en automóvil desde A Coruña hasta Santiago. En la capital, tomaron el tren a Vigo. Les acompañaron varios miembros de la Policía Nacional y de una empresa de seguridad privada.Ya en la grada de Río Bajo, ubicada en una de las esquinas del rectángulo de juego, las banderas blanquiazules marcaban territorio y recordaban que el equipo visitante estaba de centenario, mientras que ya cantaban despedidas para los que flirtean con la Segunda División.
Tras el encuentro, se produjo un grave incidente en el que un productor de la Televisión de Galicia resultó herido (por lo que tuvo que ser atendido por los servicios sanitarios y recibió dos puntos de sutura) por el impacto de un objeto procedente, según el entorno del agredido, de la grada de los aficionados del Deportivo. La TVG anunció que pondrá una denuncia para que se localice al autor del lanzamiento. No fue el único acto vandálico, ya que también se quemaron un par de butacas en la grada de Río Bajo. Los seguidores del Celta aguardaron a la salida del autobús del Deportivo para abuchear a todos sus jugadores.
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