lunes, 23 de abril de 2007

ASCENSO REAL VALLADOLID

Un viaje que nunca olvidarán

Más de trescientos aficionados del Real Valladolid disfrutan con el ascenso en Tenerife
No lo olvidarán en su vida. Lo han pasado muy mal durante los últimos años, pero ayer, se les olvidó todo cuando solo habían transcurrido media hora de partido y Víctor anotó el primer gol. Con el tanto de Manchev, el ascenso estaba certificado. Ninguno se arrepentirá de haber sacado el billete con destino a Tenerife. Cuando hablen del ascenso del equipo de Mendilibar, ellos podrán contar que lo vivieron y lo disfrutaron. El Real Valladolid no estuvo solo en Tenerife, a pesar de los más de dos mil kilómetros de distancia que separan la península de las Islas Canarias, más de trescientas personas volaron hasta las Afortunadas para apoyar y disfrutar con su equipo. Los seguidores blanquivioletas iban apareciendo en Santa Cruz de Tenerife con cuentagotas durante todo el fin de semana, incluso cuando los jugadores llegaron al hotel el sábado por la tarde ya había un grupo de aficionados esperándoles, para darles ánimo, compartir el día previo al encuentro y recordar los malos momentos por los que ha atravesado el equipo las tres últimas temporadas en la Liga BBVA y que ayer pasaron a la historia. Incluso algunos se hospedaron en el mismo hotel que toda la expedición del Real Valladolid. En el aeropuertoPero la llegada máxima de blanquivioletas fue ayer por la mañana. A las 11 de la mañana hora insular una marea procedente de Valladolid apareció por una de las puertas del aeropuerto de Los Rodeos. Su presencia no pasó inadvertida para ninguno de los otros usuarios. «Se ha notado que venían de Valladolid porque iban cantando para dar ánimos a su equipo y llevaban camisetas y bufandas del equipo», decía una de las empleadas del aeropuerto. Varios autobuses estaban esperando a los aficionados para llevarles hasta Santa Cruz. La mayoría como si de una peregrinación se tratase fueron llegando al hotel donde habían descansado los jugadores. No les fue difícil encontrarlo, una bandera del Real Valladolid colgada de una de las ventanas de la fachada informaba a todo el que pasase por los alrededores de que aquel era el cuartel vallisoletano. De repente, la recepción del hotel se convirtió en un hervidero de gente, que entonó algún que otro cántico. Los jugadores comenzaron a bajar por el ascensor, casi no podía salir de él. Cada dos pasos, fotos con algunos de ellos, que agradecieron las muestras de cariño y de apoyo de una ciudad que ayer se volcó con su equipo. Hasta la una y media del mediodía, hora en la que los jugadores estaban citados para almorzar, estuvieron en el hotel, luego, fueron caminado por las calles de Santa Cruz en busca de algún lugar en el que comer. No les fue fácil, ayer en la ciudad tinerfeña, muchos restaurantes cerraron sus puertas. Aún así, a cada pocos pasos que se daba por el centro de la ciudad se podían ver banderas y camisetas del Real Valladolid. Un poco antes de las cuatro y media los jugadores del equipo partían rumbo en autobús al Heliodoro Rodríguez López y allí estaban de nuevo los aficionados para animarles. «Hay que ganar y ya estamos en Primera», decía uno de ellos. Con las pancartas que habitualmente llegan a Zorrilla, los seguidores fueron entrando al campo, donde las extendieron para que quedara claro que estaban allí.Quizá casualidad, el hueco del estadio en el que estaban sentados estaba bajo una bandera del Real Valladolid y es que en una de las partes altas del Heliodoro están colocadas por el orden en el que van en la clasificación las banderas de todos los equipos de la categoría. Ayer disfrutaron en la grada, apenas estuvieron sentados y sus gritos de ¿Pucela, Pucela! se escucharon en toda la isla. Con el pitido final se desató la alegría. Luego, tocó celebrar con los jugadores junto al autobús.
Los seguidores blanquivioletas inundan las calles de fiesta y colorido para celebrar el ascenso del equipo en su fuente favorita
Una explosión de júbilo atronó en la Plaza Zorrilla al filo de las nueve de la noche. Miles de seguidores se lanzaron a las calles ataviados con sus más queridas prendas blanquivioletas para celebrar el ansiado ascenso a Primera División. Las lágrimas de tristeza que hace tres años derramaron esos mismos seguidores se convirtieron en lágrimas de felicidad en la tarde-noche de ayer. Hace tres años, llovió en Zorrilla, hasta el cielo se puso a llorar tras el descenso del equipo. Ayer, el cielo se abrió para recibir la gesta de un equipo en estado de gracia en su regreso a la máxima categoría del fútbol español.Después de toda una vida como socio del Real Valladolid, tras 47 años como fiel seguidor y con el carné número 137, Jesús González no pudo reprimir la emoción de sentir entre una multitud de chavales el ascenso del Real Valladolid. Pese a ser un veterano y estar curtido en miles de batallas, dio rienda suelta a su felicidad cuando escuchó por la radio que su Real Valladolid ya era de Primera División.«He vivido los años duros del club en Tercera División, he vivido ascensos y descensos, pero ahora es increíble. Este equipo nos ha arrastrado a todos los aficionados por la furia y el espíritu que muestra en el campo. Estoy loco de contento y es una gozada ver la Plaza de Zorrilla llena de tanta gente joven dispuesta a divertirse y con tantas camisetas, banderas y bufandas con nuestros queridos colores blanquivioletas».Una hora antes del inicio del partido, los aficionados ya se fueron acomodando en los alrededores de la plaza, en las terrazas de los bares más cercanos y alrededor de la 'fuente de los ascensos'.A medida que el partido avanzaba y el Real Valladolid cobraba ventaja en el marcador y se acercaba al objetivo del ascenso, los más jóvenes comenzaron a entonar los típicos cánticos que suenan en el estadio Zorrilla a la hora de los partidos.A las ocho y media de la tarde, la plaza de Zorrilla estaba prácticamente llena de aficionados y una marea blanquivioleta cubría todo el espacio. Cuando Manchev marcaba el segundo gol, la euforia se desató por completo y todos se dirigieron en masa hacia la fuente para inundar con su alegría todo el recinto y celebrar la gesta pasados por agua como manda la tradición.Por seguridad, los surtidores no funcionaron ayer. No era una fuente, era un 'piscina' que sirvió para la ocasión porque los aficionados en eso de sufrir lo llevan bastante bien. Se echó de menos, pese a todo, la fuente en todo su esplendor, una traca, unos fuegos artificiales, algo. Daba la sensación que solo se acordaron del festejo para tomar medidas de seguridad.No importa, en las pocas ocasiones que el pueblo se lanza a la calle es cuando menos se acuerda de sus autoridades. Sí se notó, como es natural, que allí estaban al menos tres generaciones. Los más jóvenes dentro de la 'piscina', sus padres y de edad superior, con sus camisetas o bufandas, pero guardando una prudencias distancia y atrás, sin tantos distintivos, los de la quinta de los abuelos. Todos celebraban lo mismo, cada uno a medida de su edad.Todo bien preparadoEs la ventaja de llevar meses viendo venir el ascenso, que no hace falta improvisar. En ausencia de esa primera felicitación oficial, de ese aperitivo de celebración -hicieron bien los desplazados a Tenerife en comenzar ayer- hubo quien se llevó sus bengalas, sus trajes de baño modelo más o menos al día, toallas, incluso había quien portaba una colección de fotos con celebraciones anteriores. Estaban, eso sí, bastante deterioradas. Los recuerdos recogidos ayer eran a todo color y en soporte digital, cosas del siglo XXI.Onda Cero y Canal 29 en directo desde el Heliodoro Rodríguez López y el lugar de la celebración peninsular también congregó a un buen número de aficionados-espectadores-oyentes, sobre todo hasta que Manchev acertó con el segundo gol, lo demás ya no interesaba demasiado. La fiesta comenzó sin esperar el pitido del árbitro, sin esperar el permiso a nadie. Y la 'piscina' se llenó del ruido, el color y la alegría humana que no daban los surtidores.Lo que vino después ya no es para pormenorizarlo. Los que se habían quedado en casa, en los bares o en las peñas a seguir las incidencias del partido llegaban a Zorrilla cuando el primer turno de baños abandonaba la 'piscina', había agua para muchos más. Después, cada grupo por su cuenta, invadió la ciudad para anunciar a los más despistados, en ausencia de un alguacil oficial, que el Real Valladolid había ascendido a Primera División.

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