miércoles, 5 de septiembre de 2007

El fútbol y la cultura de la violencia

La violencia que rodea al fútbol argentino no tendrá fin a menos que se tomen medidas estrictas que aíslen a las barras bravas y sancionen a los responsables de los destrozos y agresiones que, semana tras semana, deben lamentarse.Este domingo, la barbarie mayor se registró cuando tres micros que transportaban a hinchas de Racing fueron interceptados por barrabravas de River en la autopista Perito Moreno. Hubo cuatro heridos de consideración. En otras oportunidades ya chocaron barras bravas en los peajes de autopistas: en una de ellas, en abril de 2003, el enfrentamiento entre hinchas de River y Newell's dejó un saldo de dos muertos. Mientras las fuerzas de seguridad no adopten estrategias globales, basada en información y evidencias, la prevención difícilmente logre resultados positivos. Por otra parte, es necesario que los violentos sean aislados y rechazados de las instituciones deportivas y también de los grupos políticos y gremiales que suelen requerir sus servicios.Las barras bravas expresan una cultura de la violencia, de la destrucción y la intolerancia del rival, en la que también se practican negociados. Este desenfreno destructivo y abusivo ofrece uno de los costados más problemáticos de nuestra sociedad. Junto, entonces, a una política firme de lucha contra la violencia en el fútbol, debe promoverse y recomponerse una cultura de respeto a las normas y de adhesión a los valores que hacen posible la convivencia de las parcialidades.El domingo pasado se sumó un nuevo hecho de violencia a la historia del fútbol. Este problema subsistirá a menos que se tomen medidas para aislar a las barras bravas y sancionar a los responsables de la violencia.

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