martes, 18 de septiembre de 2007

Los 'tiffosi' se vuelven buenos

El Calcio celebra emocionado el insólito ejemplo del público de la 'Juve', que abofeteó y entregó a un espectador por tirar un petardo
Una noticia positiva de vez en cuando no hace daño. Además, es todavía más raro que provenga de las gradas de un estadio italiano, famosas por su inventiva para las barbaridades, pero mucho menos, más bien nada, por sus ejemplos de civismo. Por eso ha impresionado tanto en Italia lo que pasó el domingo en Turín, en el estadio de la Juventus. El público abroncó y entregó a la autoridad a un gamberro que había tirado un petardo. Hasta le cayeron dos bofetadas.Es lo más increíble que se ha visto en una grada italiana desde que en 2001 despeñaron un ciclomotor en San Siro, y eso que registraban a la gente por si llevaba mecheros. Tras lo del domingo, en cambio, todavía hay esperanza. Antonio Politano, jefe de seguridad del estadio desde 1979, confiesa que nunca había visto nada parecido. El Calcio está emocionado. Quizá algo haya cambiado después del terrible final de la última liga, con un agente muerto a golpes en los disturbios de Catania.Tubo con pólvoraEl incidente sucedió entre la zona VIP y el fondo de los ultras. Son asientos caros, de 40 euros para arriba, y por tanto tranquilos. En el minuto 35, tras una tarjeta merecida a un jugador local por tirarse, sonó un petardazo increíble. El artefacto, parece que un tubo relleno de pólvora, chocó contra la valla del campo y aturdió a dos empleados.Esto es normal. Lo que pasó después, no. Una niña con una piruleta señaló al autor del lanzamiento. «¿Pero tú eres tonto?», le gritó un espectador mientras le sacudía dos bofetadas, según recogió la tele. Los agentes evitaron un linchamiento.Resultó ser un chico de 27 años de Bérgamo, teóricamente muy normal, que había ido con su novia, su hermana y unos amigos. Ahora, además de los sopapos, le pueden caer de uno a cinco años. Hasta aquí la anécdota feliz, pero hay inevitables matices que aún preservan vastos espacios para la estupidez humana. El público aplaudió, pero se oyeron coros críticos de los ultras. «¿Sois un público de mierda!», cantaban los angelitos, entre gritos de «¿Espías!». Ayer salió el padre: «Mi hijo no es un ultra, es un aficionado normal. El petardo era pequeño y lo lanzó en un punto donde no había nadie, no quería herir a nadie. He visto cosas peores. Ha sido más violento quien le ha pegado. Ése sí que es un ultra». Desde luego es otra manera de verlo.

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