martes, 29 de enero de 2008

Ahora los violentos garantizan la seguridad

El curioso círculo entre los dirigentes, la policía y las barra bravas no deja de asombrar. Ya es una relación cada vez más frecuente y armoniosa..., con historias de poder, amenazas y dinero. Desde el sábado último, un grupo de barrabravas de River se hospeda en esta ciudad. Para evitar los atropellos y los incidentes en la tribuna durante el superclásico, autoridades policiales se habrían reunido con los hinchas para evitar que la violencia se repitiera hoy en el partido contra San Lorenzo. Algo así como un pacto de no agresión. Gustavo Salvá es el jefe de la policía marplatense y negó esta versión. "Nosotros no hablamos con esa gente, pero tal vez sí los del Coprosede", pensó el inspector. Salvá estuvo a cargo del operativo de seguridad durante la jornada de furia y terror en la que se vendieron las entradas para el pasado Boca-River. En una charla, reconoció que esa mañana los barrabravas tomaron las boleterías y encendieron la mecha del escándalo. Ese día, curiosamente, no hubo detenidos. Pese a la reunión con efectivos de seguridad, nadie puede asegurar que hoy no vayan a brotar problemas en la tribuna de River. Con la cúpula de Los Borrachos del Tablón acéfala, la lucha interna por el nuevo liderazgo se vislumbró en la noche del sábado último; no faltaron las quejas hacia la dirigencia: colgaron una bandera exigiendo más entradas y hubo cantos amenazantes. En Boca, la barra brava siempre está. El sábado, cuando el plantel llegó al estadio, familiares y amigos de los jugadores aguardaban en la puerta de acceso del ómnibus para recibir las entradas que les obsequiarían los protagonistas. Entre los invitados de los futbolistas se vieron a algunos integrantes de La 12, saludados muy afectuosamente también por algunos dirigentes. La imagen revivió un momento del reciente viaje de Boca a Japón por el Mundial de Clubes: después de la derrota con Milan, Mauro Martín, el jefe de la hinchada xeneize, dejó en el lobby del hotel la bandera gigante que ese día habían exhibido en el estadio de Yokohama. El presidente del club, Pedro Pompilio, estaba a unos pocos metros, en silencio, quizás algo incómodo. La bandera viajó en el avión del plantel, como parte del equipaje oficial. Alguna vez, el juez Víctor Perrota se reunió con Rafael Di Zeo, ex jefe de La 12, y compañía en el césped de la Bombonera para acortar diferencias y evitar desórdenes en los operativos en la cancha de Boca. La foto, curiosa, simbolizó el juego del detective y el ladrón, algo similar a lo que habría pasado en esta ciudad con los hinchas de River. A veces, el fútbol parece el mundo del revés: otra vez los violentos serían los que garantizan el orden y la seguridad.

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