sábado, 26 de abril de 2008

La increíble historia de un arquero agredido por empleados de un club

Un grupo de jugadores fue amenazado por gente relacionada laboralmente con el club Argentino de Quilmes. Uno de ellos hizo la denuncia y los directivos no tuvieron mejor idea que despedirlo. Así frenan la violencia en el fútbol de ascenso
Hace menos de un mes, y después de que Argentino de Quilmes perdiera como local 3 a 2 ante Deportivo Paraguayo, por el torneo de Primera D, empleados del club se dirigieron al estacionamiento para increpar a los jugadores.Uno de ellos se acercó hasta el arquero Cristian Ferlauto y le pidió que lo acompañara "a un cuartito" para "conversar". Claro que en la reunión iban a participar otras cuatro o cinco personas que se encontraban en las inmediaciones y con cara de pocos amigos. Quienes iban a quedar afuera de la "charla" eran la esposa del jugador y su hija, entonces de sólo 2 meses de edad, que estaban esperando dentro de Fiat 147 del futbolista.Para llegar hasta el playón, el jugador y otros colegas debieron salir desde el vestuario, atravesar la calle y volver a ingresar a donde se encontraban los autos. Los dos jugadores que acompañaban al arquero -y que también fueron rodeados por otros supuestos hinchas- tampoco se podían retirar con sus motos. Vení, pasá al cuartito del fondo..."Vení que queremos hablar con vos en el cuartito", le dijo uno de los cabecillas -identificado como Oscar Soka- a Ferlauto, mientras el clima se iba poniendo tenso.
El arquero accedió en un principio, pero cuando observó que toda la banda lo acompañaba desistió.Algunos de los que apuraban en ese momento eran personas contratadas por el club que se dedicarían a tareas de mantenimiento, como corte de pasto o, inclusive en el verano -y para tranquilidad de los padres de los chicos- venta de entradas a las instalaciones."Me dijeron que querían hablar conmigo, ir a un cuartito, en un saloncito que estaba ahí. Iba a ir porque siempre me saludan. Cuando hice dos o tres pasos ví que se sumaban cuatro o cinco. Me frené y le dije que me dijeran ahí y justo entró otro compañero, lo insultaron, se puso todo caliente… abrí la puerta del auto para que entren mi señora y mi nena, y ellos me insistían en hablar. Al que los manejaba se lo notaba nervioso. Pero cuando le dije que no iba a hablar en ese momento, sino el lunes siguiente, se puso más nervioso. Me dijo que yo no ponía condiciones y gritaba quién era yo para decidir cuándo hablar. Me gritaba. Vamos a hablar hoy", cuenta a Infobae.com Ferlauto.Vale como aclaración -y es posible que sirva para que tome nota la gente del Coprosede que se jactaba de que se terminaron los hechos violentos en el fútbol bonaerense- que no había policías en la zona.A todo esto, el entrenador del equipo, Fernando Rizzo, observaba desde el interior de su automóvil.
"Estaba mirando. Después que pasó lo que pasó, tampoco me llamó. Pero no me extraña nada", recuerda Ferlauto, quien a la semana fue despedido del plantel.Adiós a la víctimaCuando Ferlauto quiso abandonar el club, su auto fue rodeado por varios barras que empezaron a golpear y patear hasta aboyarlo. El arquero puso primera y escapó del lugar rumbo a la comisaría, donde pidió que mandaran un patrullero para que ayuden a otros compañeros que se encontraban en la zona."Fui a la comisaría, cerca del club, y vino un patrullero porque mi compañero no podía sacar la moto. Después me enteré que cuando me fui Héctor Amarilla y Richard Cáceres (otros jugadores) fueron corridos. Los amenazaron con una navaja", dice Ferlauto.
El lunes se hizo la denuncia en el juzgado de Quilmes y se reunieron con el presidente del club, Daniel Zisuela, quien reconoció "el error" de estos agresores."Nos daban las garantías de que se iba a poder trabajar con tranquilidad. Quería que volvamos a entrenar. Seguí entrenando. A la semana fui al estacionamiento porque me dijeron que no iban a estar más y me encontré con uno de los empleados, que teóricamente se había ido del club, pero seguía. Tuvimos una discusión. Le dije que solucionara el problema comigo ahora que estaba solo. Se fue. Llamó a un dirigente, le inventó que le pateé el auto…", sostiene Ferlauto.
El tema se resolvió de una manera tajante: el jugador fue despedido. "Me dijeron que el presidente no quería que vaya más. Estaban molestos, creo, porque fuimos a un programa de televisión a contar lo que nos pasó y argumentan que así ensuciábamos al club", dice."Hace seis años que juego en Primera y nunca pedí permiso a dirigentes para hacer una nota. Lo que pasó conmigo fue un hecho menor. Y uno tiene que reaccionar cuando te pasa algo así. Encima me dijeron que no iba a estar más y en el club y seguía estando (en referencia al agresor)".Uno de los que pateó la puerta del auto de Ferlauto el día de los incidentes fue identificado como Leandro Faggioli y está denunciado. Según pudo averiguar Infobae.com, integraba la comisión directiva del club y renunció."En el verano cobra las entradas a la pileta. Los días de partido es hincha, insulta a los jugadores", le dijo a este medio una fuente consultada del club.El ex jugador de Berazategui, Victoriano Arenas y, desde hace dos semanas, de Argentino de Quilmes, ahora entrena por su cuenta mientras busca club. Recién ahora toma conciencia de que fue castigado dos veces: la primera por los violentos; la segunda, por los directivos.

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