miércoles, 24 de diciembre de 2008

Unos incidentes en Chipre ensombrecen una bonita historia

Viajamos hasta Chipre para hablar de fútbol y, a su vez, para lamentar el gesto de unos energúmenos que ensombrecieron la historia más bonita de este fin de semana. Jorge Prado, uno de los nuestros, futbolista del APEP chipriota, tuvo en su partido contra el Anorthosis un apoyo inesperado y especial, el de unos miembros del ejército español que siguieron sus pasos en el estadio Limassol. El problema lo crearon algunos radicales del Anorthosis, que hasta golpearon a los españoles y les obligaron a cambiarse de grada. Os lo contamos.
Jorge Prado, lateral derecho madrileño, es una de las figuras del modesto APEP, que esta temporada logró el ascenso a la máxima categoría del país. Pues varios miembros del ejército español que están en Chipre se enteraron de que uno de sus compatriotas, uno de los nuestros, jugaba en casa contra el Anorthosis. Y, sin dudarlo, se atrevieron a seguirle desde las gradas. Ataviados con la camiseta de la Selección y con dos banderas gigantescas, una de España y otra del Madrid, siguieron el partido al lado de los aficionados visitantes, los del Anorthosis.
Se adelantó el APEP y los soldados españoles, 8 subaoficiales, lo celebraron por todo lo alto, algo que no aguantaron algunos vergonzosos radicales del Anorthosis. Un individuo bajó hasta donde estaban los nuestros para intentar quitar las banderas que habían colocado los soldados y empezó a increparles.
Nos lo cuenta uno de los suboficiales
Los aficionados españoles decidieron marcharse de la grada rival y dirigirse a la del equipo local. En su camino, fueron hasta golpeados. Después de unos hechos tan lamentables, los nuestros fueron recibidos en la zona local como héroes, entre aplausos. Los soldados conocieron a Jorge Prado de casualidad, como nos cuenta Raúl Ramírez, uno de los suboficiales de la Armada española: "Lo conocimos tomando una cerveza en un pub de Limassol, y nos hizo mucha ilusión encontrarnos con un español por Chipre. No lo dudamos. Queríamos ir a verlo en cuanto pudiéramos".
Las entradas costaron 14 euros cada una, la que les llevó a una grada en la que estaban hasta 2.000 aficionados del Anorthosis. Los soldados dejaron claras sus raíces: "Cada vez que Jorge tocaba el balón, nosotros cantábamos lo de 'Yo soy español' o la de 'Que viva España'. Hasta ahí todo iba bien, aunque imagino que los aficionados del otro equipo andaban confusos".
El problema, nos cuenta Raúl Ramírez, comenzó con el 0-1 y la reacción de los radicales rivales: "Me tiraron un trozo de pan seco y a otro de mis compañeros, una botella". El ya comentado energúmeno bajó a quitar las banderas que habían colocado los nuestros y "en un minuto, estábamos rodeados de aficionados del Anorthosisi y decidimos que teníamos que salir de allí. Empezaron a empujarnos hacia el pasillo, y alguno hasta se llevó alguna patada".
Nuestros protagonistas llegaron a la grada contraria con el mal sabor de boca que les había dejado la vergonzosa reacción de una parte de los seguidores del Anorthosis. Fueron recibidos como de verdad se merecen, con aplausos, y hasta un aficionado del APEP les comentó que su mujer era madrileña. Reacciones antagónicas de unos y otros. El APEP acabó perdiendo 1-2. Fue lo de menos. Los subaoficiales acabaron cenando unas pizzas con Jorge Prado. La preciosa historia la ensombrecieron unos incidentes sin sentido.

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