lunes, 15 de junio de 2009

Zaragoza recupera la calma tras una noche de fiesta blanquilla

Miles de personas festejaron en la plaza de España la llegada de los héroes del ascenso. Los jugadores del Real Zaragoza aparecieron en un autobús descapotable acompañados por amigos y familiares en torno a las 22.30 por el abarrotado paseo de la Indendencia y escoltados por fuertes medidas de seguridad. La plaza estuvo vallada, la fuente vacía y la policía impidió el acceso de los aficionados. La llegada del autobús con el equipo provocó el delirio de la gente que no paró de corear el "Zaragoza oé, oé" o el "Somos de Primera" para celebrar el regreso a la Primera División.
Familias enteras y grupos de amigos esperaron durante horas muy ilusionados para poder celebrar el gran triunfo de su equipo.
Ramón y Juan Puig estaban muy emocionados “aunque no nos ha cogido por sorpresa porque estábamos convencidos de que ibamos a ganar al Córdoba”. Aún así, reconocen que durante todo el transcurso del partido la emoción ha ido en ascenso conforme los goles iban cayendo en la portería del Córdoba. Ewerthon, Ponzio y Arizmendi sentenciaron el partido que nunca corrió peligro para el Zaragoza.
También Javier Pastor, que lleva muchos años siendo un fiel abonado del Real Zaragoza vio el partido en La Romareda con los sentimientos aflorando poco a poco a medida que avanzaban los minutos. “Nunca había visto el estadio tan lleno, hoy ha sido el triunfo del equipo pero también el de toda la afición”, comenta Javier Pastor, que solo espera que al año que viene el equipo se mantenga en la primera mitad de la clasificación.
Lo cierto es que toda la Romareda rugió de satisfacción con el primer gol, marcado por Ewerthon en el minuto 26 de juego, aunque la euforia llegó poco después, cuando Leo Poncio amplió la ventaja en el marcador a cinco minutos del descanso. Cuando los aficionados comenzaban a disfrutan como nunca antes en esta temporada, Arizmendi sentenció la victoria marcando el tercer tanto zaragocista. Los gritos, los cánticos y las bufandas al viento inundaron el estadio.
Los de Marcelino hacía ya muchas jornadas que venían acelerando en su carrera y la afición ha ido recuperando la pasión hasta el golpe definitivo ante el Córdoba para vivir la fiesta del ascenso.
La ilusión ha vuelto y se desbordó sobre el césped. La semana transcurrió como se viven los primeros metros montado en una montaña rusa: una lenta ascensión antes del descenso a toda velocidad en la que la emoción y la euforia han ido creciendo sin control. Las largas filas en las taquillas de La Romareda ya lo anunciaron. Los billetes se agotaron el pasado jueves en tan solo siete horas y ayer funcionaba la reventa en las inmediaciones del campo y en Internet. Entradas que en taquilla costaron cinco euros se vendían por cincuenta. Es el irrefrenable deseo de ser testigo de un acontecimiento que expulsará los fantasmas que se venían arrastrando, la convicción de que el ascenso no se escapaba.
Los hinchas llevaban varios días preparando con mimo un escenario ideal para crear un ambiente desbordante. Al equipo de Marcelino se le insufló un vendaval de aire fresco en una tarde de bochorno. Los hinchas se congregon en la plaza de San Francisco sobre las 16.30 para saludar el paso del autobús zaragocista. Una hora después partió el tercer 'tren por el ascenso', una iniciativa de la peña Colectivo 1932, Aupazaragoza.com y Presentes por el escudo, por la que se convocó a todos los zaragocistas para recorrer juntos los últimos metros hasta el estadio. Ya dentro del estadio, un manto de camisetas blanquillas inundó el graderío.

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