lunes, 25 de enero de 2010

Perímetro de seguridad a 20 km

No hubo lío; sólo una tarde de buen fútbol. Pero, por si acaso, los agentes antidisturbios acompañaron a los más 'sospechosos' La Policía realizó un férreo marcaje a los forofos más radicales del Racing
Gijón. 11.20 de la mañana. Tres furgonetas de la Unidad de Intervención Policial (UIP) y una veintena de agentes se apostan en uno de los arcenes de la autovía del Cantábrico, en sentido Gijón, poco antes de la boca de entrada al túnel de Niévares, a 20 kilómetros de la ciudad. Son el primer filtro de un amplio dispositivo de seguridad desplegado en torno al partido que enfrentará por la tarde al Sporting y al Racing de Santander. El objetivo, con la batalla campal de La Arena aún reciente en la memoria, es evitar el encontronazo entre los ultras de ambas aficiones, máxime después de que en su última visita a Gijón los radicales racinguistas viajaran armados con medio centenar de palos.
Un mal recuerdo
En diciembre falló la información, una labor preventiva que se inicia casi una semana antes del partido en colaboración con la comisaría de la ciudad de origen del equipo que visita El Molinón. Pese a que desde días antes, vía SMS, se había ido calentando el ambiente entre miembros de los grupos más radicales de Sporting y Sevilla, nadie averiguó las intenciones de los ultras sevillistas de desplazarse a Gijón. Lo hicieron utilizando coches de alquiler contratados en distintas fechas y distintos lugares -según la Policía, para eludir precisamente el control que existía sobre ellos-, y cuando llegaron a la ciudad camparon a sus anchas, sin escolta ni vigilancia, lo que facilitó que su encuentro con los ultras sportinguistas se tornara en una pelea incontrolada que se prolongó casi durante casi diez minutos.
Pero ayer la Policía no quería que los radicales les volvieran a pillar desprevenidos y, conscientes de que en Santander se habían vendido casi un millar de entradas para asistir a El Molinón y de que era seguro el viaje de la peña Juventudes Verdiblancas, establecieron un control para interceptar el autobús de los radicales y evitar que llegara sin vigilancia a Gijón.
No les interesaba el microbús que acababa de hacer parada en Colunga para tomar el último café antes de llegar al destino y en el que viajaban una veintena de peñistas, en su mayoría matrimonios de mediana edad cuya única intención era ver al Racing y disfrutar de la ciudad. Tampoco los autocares de peñas como Racinguistas Online, a las que dejaron continuar su viaje sin más y que a su llegada a Gijón disfrutaban de plena libertad para pasear por la ciudad. Tampoco se puso problemas a las decenas de coches en los que parejas, familias con niños y grupos de amigos llegaban desde Cantabria para sumarse a una grada verdiblanca que rozó los dos millares de aficionados. Su único interés eran un autobús y una monovolumen en los que viajaban una treintena de jóvenes radicales, interceptados en plena autovía en torno a las 12.15 horas. Se les identificó y se comprobó que no llevaran a bordo objetos susceptibles de ser usados como arma.
Estos racinguistas recorrieron los últimos veinte kilómetros de su viaje precedidos por dos furgones de antidisturbios y seguidos de cerca por un tercero. A su llegada a Gijón aparcaron sus vehículos junto a la pista de atletismo de Las Mestas, donde descansaban ya siete autobuses de los peñistas que habían ido llegando a lo largo de la mañana, y ya no se les dejó solos. Rodeados de un fuerte cordón policial, los ultras fueron conducidos hasta los bares de La Guía, donde quedaron confinados durante casi cuatro horas, con la permanente vigilancia de los tres furgones de antidisturbios. Se les dejó beber y comer sin ningún problema, pero, a diferencia de los cientos de racinguistas que paseaban con plena tranquilidad por el parque de Isabel la Católica y el Muro y que llenaban sidrerías y restaurantes de La Arena, no podían salir de allí.
Tarde tranquila
Tres cuartos de hora antes de que comenzara el partido, y nuevamente rodeados de antidisturbios, la treintena de radicales fueron trasladados a pie desde La Guía hasta la puerta 7 de El Molinón, coreando sus canciones habituales, que incluían insultos contra el Sporting, contra Gijón y contra Oviedo. Sólo hubo violencia verbal. Afortunadamente, la tarde de alto riesgo al final fue tranquila.

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