martes, 27 de abril de 2010

Inter - Lazio, entre la pasión y el absurdo

El domingo toda la ciudad de Roma andará pendiente del Lazio-Inter (20.45 horas). La lógica, tan esquiva en el fútbol, debería poner por una vez de acuerdo a los aficionados de los dos grandes equipos de la capital. Porque los celestes necesitan los tres puntos para aferrarse a la salvación, una victoria muy conveniente para los 'romanistas', que aprovecharían el tropiezo del líder de la Serie A para reconquistar la cabeza. Sin embargo, este razonamiento se topa con los odios encontrados. Y las discusiones en los lugares de trabajo o los debates en la prensa se pueblan de argumentos más o menos delirantes.
"Mejor perder el título que animar a los 'biancocelesti', dicen los romanistas, aunque otros piensan que estaría bien que los laciales les hicieran un favor. Por su parte los laciales responden: "¡El título no os lo regalamos! y "no nos olvidamos del gesto de Totti". Los hinchas del Lazio siguen sin perdonar la provocación del capitán "giallorosso" al mostrar los pulgares hacia abajo al término del derbi hace dos semanas en el Olímpico (1-2).
La pregunta recurrente durante los programas deportivos fue el comportamiento de los pupilos de Edy Reja. El técnico lacial no admite dudas: "Nos salvaremos definitivamente ganando al Inter". Mientras que el entrenador del Roma, Claudio Ranieri, comentó cuando le preguntaron si animará al Lazio la próxima jornada: "Yo animo sólo a la Roma. Sólo nosotros podemos escribir nuestro destino".
La historia se repite, ya que también se recordó aquel 5 de mayo de 2002, cuando el Inter visitó el estadio Olímpico como líder de la tabla y con Roma y Juventus a sus espaldas.
Los lombardos tenían a todos los aficionados laciales a su lado, animando para evitar que el título viajara al otro lado de la ciudad. Sin embargo un Lazio despiadado les batió por 4-2. Aunque el Scudetto terminó finalmente en poder de la Juventus. De ese día se recuerdan las lágrimas en el banquillo de Ronaldo Nazario, entonces delantero interista. ¿Quién llorará el domingo?

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