martes, 13 de abril de 2010

Los disturbios entre radicales celestes y del Granada, pueden salir caro al Poli

Por suerte, la cosa no pasó a mayores y los incidentes que antes del comienzo del partido entre el Polideportivo Ejido y el Granada protagonizaron los hinchas más radicales de uno y otro equipo, sólo supusieron un punto negro en la fiesta del fútbol que se celebró en Santo Domingo.
El masivo desplazamiento de aficionados rojiblancos a tierras ejidenses se llevó a cabo sin demasiadas complicaciones, pero siempre es complicado evitar que se produzca algún tipo de disturbio y más si sucede fuera de las instalaciones, como fue el caso de la disputa que tuvieron entre sí decenas de fanáticos de ambos conjuntos poco antes del comienzo del encuentro.
En los aledaños del Estadio Municipal, un autobús que transportaba seguidores granadinos fue apedreado por parte de ultras celestes, algo que sin justificar para nada tal acción, fue lo mismo que en la primera vuelta ocurrió con el 'tigre-bús' cuando al abandonar la ciudad nazarí, varios radicales rojiblancos la emprendieron a pedradas con el autocar celeste y encima por error, puesto que pensaban que era en ese vehículo donde se encontraban los seguidores ejidenses a los que premeditadamente querían lapidar y se confundieron.
El domingo pasado, fuerzas policiales se encargaron de poner fin a estos lamentables incidentes y se pudo comprobar que hasta siete furgonetas y dos coches de la Policía Nacional se hallaban dentro de Santo Domingo para velar por el buen comportamiento de los espectadores que asistieron al Estadio.
Ante estos sucesos, si el Comité Antiviolencia decide estudiarlos y puestos a pensar en lo peor, no sería descabellado pensar que alguna pena económica podría caerle al Polideportivo Ejido y de hecho, el Granada mismo fue multado la semana anterior por aficionados suyos que no supieron comportarse en el duelo ante el Melilla, aunque eso sí, dentro de Los Cármenes y no fuera.
La entidad nazarí fue castigada con 3.001 euros de multa por deficiencias en las medidas de permanencia y desalojo de espectadores, al no impedir que al final de la primera parte del encuentro frente al conjunto melillense, un aficionado invadiese el terreno de juego, increpando e insultando al árbitro.
Lo que hace falta de una vez por todas, es que todo el mundo se conciencie de que la mejor manera de animar al equipo propio, no es emprendiéndola a golpes y pedradas con la afición rival, ni antes, ni durante, ni después de un partido.

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