La seguridad en el partido Cerro de Reyes-Celta B se limitó a cuatro efectivos de la Policía Nacional. Este despliegue viene siendo una tónica habitual en el José Pache. ¿Es suficiente? Depende del comportamiento de ambas aficiones en la grada. Por el momento no se han producido incidentes que lamentar en los campos de fútbol extremeños. Pero esta reiteración en la escasa presencia de agentes ha hecho saltar las alarmas en el sindicato de la Unidad de Prevención y Reacción.
La Unión Federal de Policía (UFP) en Badajoz ha denunciado esta situación por entender que «no sólo se pone en peligro la integridad física de los funcionarios, sino también la propia de los aficionados asistentes al partido», según expone Aníbal Díaz, secretario regional de Prevención de Riesgos Laborales de la UFP. La existencia de miembros del cuerpo y fuerzas de seguridad del Estado en los estadios no se fija por un número determinado de aficionados a un encuentro, sino que sigue una orden dictada por el Jefe Superior de Policía. Se atiende a la conflictividad entre los dos clubes y al desplazamiento de seguidores del equipo rival. «Una pequeña riña puede empezar entre dos personas y acabar con un altercado con más de cien implicados. La actuación policial puede agravar porque los incitadores se pueden poner más violentos y con la salvedad de que estos agentes van armados y cualquiera se puede hacer con las armas», avisa Díaz.
Este colectivo recuerda que existen antecedentes en distintos partidos y pone como ejemplos el Badajoz-Logroñés de Copa (una silla impactó contra el árbitro y un policía recibió un botellazo), el Cerro-Rayo B (los agentes no pudieron intervenir para evitar los incidentes entre las aficiones al verse obligado a proteger al colegiado), el Badajoz-Mérida de la temporada pasada (un efectivo salió apedreado) o el Cerro-Tropezón de la fase de ascenso (invasión de campo y no se pudo dar protección al presidente de la Junta). «El objetivo del Cuerpo Nacional de Policía es cubrir el servicio con garantías y seguridad objetiva, pero con cuatro funcionarios la seguridad es psicológica por su mera presencia allí y no se cumple», expone el secretario regional de Prevención de la UFP.
30 efectivos en Prevención
Aníbal Díaz no entiende el criterio de la Jefatura Superior de Policía, pues asegura que no se debe a falta de efectivos ya que la Unidad de Prevención cuenta con 30 funcionarios en Badajoz y considera que lo mínimo sería reforzar la seguridad con ocho efectivos. «Enviar policías al fútbol supone una compensación horaria entre semana, pero es que ese el fin con que se creó la Unidad de Prevención».
En los partidos del Badajoz, por ejemplo, suelen desplazarse unas diez unidades. «Entre la seguridad privada y la Policía se cubre la necesidad. En partidos de mayor movimiento de aficionados se incrementa el despliegue al doble», señala Rafael Rojas, director general. En Cáceres lo normal es cubrir este servicio con cinco parejas y en partidos de mayor riesgo como el del Badajoz duplicar su presencia a veinte, además de la Policía Local para regular el tráfico
La Unión Federal de Policía (UFP) en Badajoz ha denunciado esta situación por entender que «no sólo se pone en peligro la integridad física de los funcionarios, sino también la propia de los aficionados asistentes al partido», según expone Aníbal Díaz, secretario regional de Prevención de Riesgos Laborales de la UFP. La existencia de miembros del cuerpo y fuerzas de seguridad del Estado en los estadios no se fija por un número determinado de aficionados a un encuentro, sino que sigue una orden dictada por el Jefe Superior de Policía. Se atiende a la conflictividad entre los dos clubes y al desplazamiento de seguidores del equipo rival. «Una pequeña riña puede empezar entre dos personas y acabar con un altercado con más de cien implicados. La actuación policial puede agravar porque los incitadores se pueden poner más violentos y con la salvedad de que estos agentes van armados y cualquiera se puede hacer con las armas», avisa Díaz.
Este colectivo recuerda que existen antecedentes en distintos partidos y pone como ejemplos el Badajoz-Logroñés de Copa (una silla impactó contra el árbitro y un policía recibió un botellazo), el Cerro-Rayo B (los agentes no pudieron intervenir para evitar los incidentes entre las aficiones al verse obligado a proteger al colegiado), el Badajoz-Mérida de la temporada pasada (un efectivo salió apedreado) o el Cerro-Tropezón de la fase de ascenso (invasión de campo y no se pudo dar protección al presidente de la Junta). «El objetivo del Cuerpo Nacional de Policía es cubrir el servicio con garantías y seguridad objetiva, pero con cuatro funcionarios la seguridad es psicológica por su mera presencia allí y no se cumple», expone el secretario regional de Prevención de la UFP.
30 efectivos en Prevención
Aníbal Díaz no entiende el criterio de la Jefatura Superior de Policía, pues asegura que no se debe a falta de efectivos ya que la Unidad de Prevención cuenta con 30 funcionarios en Badajoz y considera que lo mínimo sería reforzar la seguridad con ocho efectivos. «Enviar policías al fútbol supone una compensación horaria entre semana, pero es que ese el fin con que se creó la Unidad de Prevención».
En los partidos del Badajoz, por ejemplo, suelen desplazarse unas diez unidades. «Entre la seguridad privada y la Policía se cubre la necesidad. En partidos de mayor movimiento de aficionados se incrementa el despliegue al doble», señala Rafael Rojas, director general. En Cáceres lo normal es cubrir este servicio con cinco parejas y en partidos de mayor riesgo como el del Badajoz duplicar su presencia a veinte, además de la Policía Local para regular el tráfico
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