martes, 15 de marzo de 2011

A las armas hasta echarles






"A las armas". El popular cántico de los Bukaneros, ultras del Rayo, apela a la revolución. A la lucha por lo que se considera justo, a la revuelta contra el destino. La afición vallecana lo es con devoción masoquista. Básicamente quieren a su equipo porque lo fácil sería prostituirse y besar los colores de sus dos grandes vecinos capitalinos de Primera. Pero nunca dejarán al Rayito solo, mucho menos ahora que vive un momento bueno y malo a la vez, paradoja de una entidad que tiene una pinta fantástica en lo deportivo (incluso mirando al futuro por el gran trabajo de cantera) y horrorosa en lo institucional.
El sábado sus fieles hicieron una demostración de fuerza. Más de dos mil llenaron las calles de su barrio para demandar una solución pronta y eficaz al desgobierno que amenaza la estabilidad de sus futbolistas. Contra los impagos y las mentiras. Contra, en resumidas cuentas, la presidencia ostentada por la familia Ruiz-Mateos.
Ángel Domínguez, Gelo, presidente de la federación de peñas rayistas, declaró después de la exitosa manifestación que a los dueños de la entidad "no les está gustando ninguna de las acciones que estamos realizando, lo que sucede es que mientras menos gracia les hace, más gracia nos hace a nosotros".
En la matinal del domingo había un partido grande en su estadio. Un recinto que, por cierto, lleva el nombre de la persona a la que quieren remover de su poltrona, Teresa Rivero (que acudió, por cierto, con guardaespaldas para ver el duelo). Antes de que sudaran la gota gorda para empatar contra el Granada (el encuentro fue de aúpa) los 15.000 que atestaron las gradas le regalaron una fenomenal pañolada a la directiva y desde el fondo exhibieron una pancarta en la que se comparaba a la familia jerezana con la de los Corleone.
El Rayo sigue líder y su hinchada estará con los suyos hasta el final. Otra cosa es si los propietarios seguirán erre que erre porfiando por lo que consideran una situación controlada y controlable. Aunque se les esté escapando de las manos a todas luces.

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