lunes, 28 de marzo de 2011

Saint Patrick a la bilbaina

Dos semanas han pasado desde la fiesta nacional irlandesa, pero que también celebra la comunidad católica de Glasgow. Sin embargo, Saint Patrick se quedó escaso para los seguidores del Celtic, que llegaron a Bilbao con ganas de continuar la juerga. Y así fue. Dos horas antes del pitido inicial del encuentro que enfrentaba a dos equipos con almas gemelas, los aledaños de San Mamés mostraron una imagen poco usual. Rojo y verde se entremezclaron en las calles bilbainas hasta llegar a la confusión, y es que en la fiesta del fútbol vizcaino las ikurriñas fueron ondeadas hasta por pelirrojos de habla inglesa. Este fue el caso de Henry, un escocés con el Cletic grabado en la piel, en forma de tatuajes, que no desaprovechó la oportunidad de enfundarse la elástica rojiblanca. Cedida por José, socio del Athletic desde que la razón le acompaña, Henry portó con orgullo la camiseta de su equipo rival esa noche. Aunque no fue el único que se equivocó de colores. Alentados por ríos de cerveza, centenares de aficionados vascos acudieron a la cita con vestimentas verdiblancas y, aunque el Celtic saltó al césped con su segunda equipación, fue un acto agradecido por los escoceses. A tanto llegó la hermandad entre ambas aficiones que el propio Henry no dudó un segundo en recompensar la hospitalidad vizcaina con el préstamo de su bandera céltica a un seguidor bilbaino de corta edad. Y, a pesar de que un rechazo más por timidez que por descortesía, el visitante escocés no perdió la sonrisa. La fiesta prosiguió en el interior de La Catedral donde, escoltados por la cruz céltica que lucía imponente la bandera del equipo visitante, cerca de un centenar de aficionados escoceses no cesaron de animar. Los jugadores de ambos bandos saltaron al campo y cuando los altavoces cantaron el himno del Athletic, el campo terminó por estallar. Cada ocasión de gol, cada balón robado y cada esfuerzo desplegado fueron respondidos por un campo volcado con los suyos y agradecido con los foráneos. Con aplausos a los nuevos y gritos de ánimo a los menos habituales, San Mamés fue un hervidero de buenas sensaciones que se tradujeron en abrazos con la afición rival. Ni siquiera la expulsión de Neil Lennon, entrenador del Cletic, borró la sonrisa a los escoceses. Es por ello que la ola no tardó en aparecer, bajo la sorpresa y el júbilo de los invitados verdiblancos, que hicieron también suya la fiesta. El tiempo pareció detenerse dentro del estadio, pero el final del encuentro llegó ante la desilusión de la grada, que aún tenía mucho que festejar. Entre gritos de Celtic, Celtic la afición rojiblanca despidió a los jugadores del equipo escocés que se ganaron, aún más si cabe, la simpatía bilbaina al dar la vuelta al campo aplaudiendo a las incansables gargantas que animaron el encuentro amistoso de principio a fin. Un detalle cortés que San Mamés nunca olvida. Partido familiar Si bien Athletic acudió a la cita ante el Celtic con los menos habituales, San Mamés se llenó de jóvenes seguidores, muchos de los cuales acudieron por primera vez a la casa de su equipo, de la mano de sus progenitores o entrenadores. Sin ir más lejos, varias plantillas del Baskonia tiñeron las gradas de La Catedral de amarillo, dando un mayor contraste al amalgama de banderas que toparon las tribunas. Un ambiente saludable que fue la guinda a un partido en donde la igualdad entre ambos equipos se hizo patente no solo en el campo, sino también en la afición. Un empate entre seguidores que demostraron que Saint Patrick también puede ser rojiblanco. Una fiesta para recordar.

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