domingo, 22 de mayo de 2011

Orriols se convierte en la nueva Romareda


El acento maño se apoderó de Orriols. El estadio levantinista y sus alrededores se convirtieron ayer en territorio zaragozano. Con más de 10.000 desplazados, la entrega a un equipo que tuvo lugar en el Ciutat de València pasará sin lugar a dudas a la historia del fútbol español. Los granotas, que aprovecharon para hacer los honores a los héroes de la salvación, sólo pudieron quitarse el sombrero ante los hinchas rivales. La convivencia entre unos y otros fue magnífica y la cordialidad imperó salvo por algunos lamentables hechos aislados. Por la mañana empezaron a llegar los más de noventa autobuses desde tierras aragonesas. El ambiente era equiparable al de una final. Los seguidores del Zaragoza asistían a un partido a vida a muerte. Se volcaron por un sueño. Entre los maños se respiraba euforia más que tensión. La confianza en el triunfo era total y la fe superaba al miedo. Para que su ilusión se cumpliera tenía mucho que ver que el Levante ya tuviera atada la permanencia. Sólo hubo que ver el recibimiento al autobús de los azulgrana. Los miles de zaragocistas que se congregaron en la puerta del estadio, repartieron alabanzas hacia Luis García, Ballesteros y compañía. Tanto es así, que algunos aficionados se arrodillaron delante del autocar. La tremenda ovación dejó ver la comunión existente. El aire que se respiraba en los alrededores era espectacular. El centro comercial y todos los bares estaban abarrotados y la cerveza era una amiga inseparable. El alcohol ayudó a que un altercado empañara el comportamiento ejemplar de la mayoría. Frente a uno de los bares de la calle Santiago Rusiñol, un grupo de ultras zaragocistas protagonizaron un lamentable enfrentamiento: botellas de cristal empezaron a volar contra seguidores azulgranas y la Policía Nacional -incluida la unidad de caballería- intervino rápidamente. Al parecer, la pelea se inició porque los hinchas maños mojaron con bebida a los levantinistas. Los impicados trataron de huir y una ambulancia se llevó a un herido con una brecha en la cabeza. Fue un lunar. Una vez dentro del estadio se pudieron ver en las gradas casi más zaragocistas que granotas. Lo que está claro es que los que se hicieron oír fueron los maños. No pararon de alentar entusiasmados durante los noventa minutos. Estaban concentrados en el Gol Alboraia, pero se encontraban por todas las zonas. Invadieron el Ciutat de València. Por su parte, la afición azulgrana demostró su cariño incondicional a Ballesteros. La polémica que rodeó al jugador en Mestalla en nada ha cambiado la opinión de los granotas sobre él: '18 oh capitán, mi capitán', rezaba el tifo que se desplegó en la grada central evocando la famosa frase de la película El club de los poetas muertos. En tribuna se pudo ver a varias caras conocidas del levantinismo, como los exfutbolistas Rubiales (actualmente presidente de la AFE), y Del Moral, que aprovecha cada ocasión que puede para visitar a sus amigos.

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