jueves, 27 de septiembre de 2012

La violencia vuelve a azotar el fútbol ruso

El partido de la Copa de Rusia entre el Torpedo y el Dinamo tuvo que ser hoy suspendido debido a los violentos enfrentamientos registrados entre aficionados de ambos equipos de la capital rusa.
El árbitro del encuentro disputado en el vetusto estadio Eduard Streltsov del Torpedo decidió detener el partido en el minuto 51 cuando los visitantes ganaban por 2-1, según las agencias locales.
El juego había sido detenido antes en varias ocasiones debido al continuo lanzamiento al terreno de juego de bengalas, ya que el humareda que éstas creaban impedía la práctica del fútbol.
Antes del encuentro, la policía detuvo a una veintena de hinchas tras la batalla campal protagonizada por unos cien aficionados de ambos clubes en las inmediaciones del estadio.
Por esta razón, la policía antidisturbios movilizó a más efectivos con el fin de evitar la repetición de los incidentes durante el partido.
Los capitanes de ambos equipos, Semshov (Dinamo) y Boyarintsev, se acercaron a las gradas durante el partido para intentar calmar los ánimos de ambas aficiones, pero estos siguieron lanzando petardos y toda clase de objetos al césped.
En el fútbol ruso es tradición que los hinchas más radicales de los clubes moscovitas se congreguen antes de los partidos para resolver sus diferencias a puñetazos.
Precisamente, la violencia en los estadios estuvo a punto de costarle a Rusia la concesión del derecho a organizar el Mundial en 2018.
Violencia y racismo
Además de violentos, los aficionados rusos han sido acusados de racistas, ya que se han dado varios casos de lanzamiento de bananas al terreno de juego cuando en éste se encontraban jugadores negros, como le ocurrió al brasileño Roberto Carlos.
El presidente ruso, Vladímir Putin, se vio obligado a intervenir y a reunirse con aficionados de diferentes clubes a finales de 2010 después de que miles de hinchas y nacionalistas protagonizaran choques con la policía junto a las murallas del Kremlin.
La muerte de un hincha del Spartak asesinado por un caucasiano en Moscú en diciembre de ese año desató violentas protestas y una ola de ataques xenófobos protagonizados por aficionados radicales de los equipos de la capital.

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