lunes, 8 de octubre de 2012

El civismo reina en el derbi

Orriols acogía la cita en la que el orgullo juega su papel más relevante de la temporada. El Levante recibía al Valencia en medio de una rivalidad creciente. La tensión del derbi local ha ido en aumento durante los últimos años. Ayer, por primera vez en la historia, ambos equipos llegaban al encuentro con la vitola de europeos. Y la extrema competitividad se plasmó en el caldeado y excitado ambiente. Sin embargo, la lucha no traspasó las fronteras de la deportividad. La afición granota y la blanquinegra disputaron su particular batalla dialéctica, pero sin excesos.
Fuera del campo, ningún incidente que lamentar. Los responsables de seguridad destacaron la limpieza que existió entre los hinchas. Les cuesta recordar un derbi tan sano en el Ciutat de València. En otras ocasiones, el balance a nivel de denuncias resultó bastante más amplio. Ayer sólo se levantaron dos actas por consumo de estupefacientes, y ambas de aficionados blanquinegros. A un lado quedan los habituales cánticos provocadores que intercambiaron ambas aficiones a lo largo de la mañana.
Con motivo del partido, declarado de alto riesgo, se puso en marcha un considerable despliegue policial. Al acceder los cerca de 1.400 valencianistas que ocuparon la grada visitante, los agentes obligaron a retirar una pancarta que se consideró ofensiva. La lona, recurriendo a la sorna, cuestionaba que 1909 fuera el año real de fundación del Levante. Para evitar altercados, se prohibió su exhibición.
En cualquier caso, da la sensación de que la relación entre las peñas levantinistas y valencianistas no atraviesa su mejor momento. Desde la delegación granota se explica que ayer no se celebró el tradicional almuerzo debido a ciertas discrepancias existentes con la agrupación blanquinegra. Según transmiten, el asunto se remonta a la temporada pasada, cuando los seguidores azulgrana solicitaron a sus vecinos que censuraran públicamente determinados cánticos y comportamientos despectivos hacia el club de Orriols. Al no satisfacerse tal petición, los actos de hermanamiento que sí se producían antaño han quedado aparcados.
Ambas aficiones demostraron que pueden convivir perfectamente. Antes del partido, cientos de levantinistas aguardaban frente al estadio la llegada de los protagonistas. Alentaron a los de JIM, mientras que dedicaron un recibimiento hostil al autobús blanquinegro. En la grada visitante, numerosos valencianistas se entremezclaban con los granotas. Los seguidores azulgrana cumplieron con la iniciativa impulsada durante la semana y, cuando los jugadores saltaron al césped, extendieron sus bufandas mientras sonaba el himno.
Inmediatamente arrancó el cruce de silbidos, abucheos, improperios y cánticos. La grada visitante, habitada en gran parte por miembros de la Curva Nord, animó a los de Pellegrino de manera incesante. Aunque su ritmo fue decayendo ligeramente durante la segunda mitad, mientras los granotas entraban en estado de euforia al acariciar la victoria. Tras el encuentro, un riguroso cordón policial orientó la salida de los valencianistas hacia la Ronda Norte, evitando que coincidieran con los levantinistas, igual que en los prolegómenos, ya que agentes y furgones acompañaron a los blanquinegros hasta la puerta del recinto.
Con 20.060 espectadores, se registró la mejor asistencia de la temporada. Por unos instantes, todos los presentes olvidaron sus colores y se fundieron en un emotivo acto. Ambas aficiones se pusieron en pie, dedicaron una sentida ovación y guardaron un sepulcral minuto de silencio en el homenaje a Valentín Díaz, el granota que falleció después del partido contra la Real Sociedad. El club azulgrana quiso agradecer el respeto y la solidaridad de los seguidores del Valencia.
Al igual que en el duelo contra el conjunto donostiarra, el calor hizo estragos. Ayer las elevadas temperaturas, que alcanzaron durante el choque la máxima diaria con 29 grados, desembocaron en tres desvanecimientos entre el público. Las asistencias sanitarias atendieron a los afectados.

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