jueves, 25 de octubre de 2012

El partido ´empezó´ dos horas antes

Hubiera quedado más lucido si la expedición malaguista hubiera llegado a La Rosaleda desde la glorieta Miguel Vargas «Migueli», como hizo en el choque contra el Panathinaikos, pero fue igual que cuando se jugó ante el Zenit de San Petersburgo, en el estreno oficial en la Liga de Campeones.
Ayer, más de una hora antes del comienzo del encuentro frente al AC Milan, concretamente a las 19.22 horas, apareció el autocar que conducía a los jugadores blanquiazules desde la glorieta Sebastián Humberto Viberti. Y entonces arreciaron los cánticos de apoyo al Málaga CF. «Lolololo-Lolololo-Lo-Lololo-Lololo-Lo-Lololo-Lololo-Lololo-Lololo-Málaga». Fueron cerca de un millar de aficionados que no se quisieron perder la entrada en el estadio de Martiricos del autobús que conducía al equipo líder del Grupo C de la Fase de Grupos de la Champions.
Camisetas, banderas y bufandas. Los alrededores de La Rosaleda estaban inundados de malaguistas desde las siete de la tarde, que es cuando «comenzó» el histórico encuentro.
Lo más llamativo fue el brillo en los ojos de esos aficionados que soñaban, quizás desde niños, con un partido de estas características.
La puerta 19, por la que entran los vehículos al coliseo malacitano, estaba abarrotada de seguidores, deseosos de infundir ánimos al conjunto dirigido por Manuel Pellegrini, sentado en las primeras butacas.
El himno de la Liga de Campeones se oía de fondo, gracias a los altavoces del seiscientos con los colores malaguistas que se pasea por los aledaños del estadio en cada encuentro. La entrada del autocar malaguista coincidió, curiosamente, con el inicio de una ligera llovizna, que luego se convertiría en chaparrón, sobre todo al comienzo de la segunda mitad.
«Vamos, vamos, Málaga; vamos, vamos, Málaga; la afición malagueña, no te deja, no te deja de animar», habían cantado cuando cuando vieron aparecer el autocar del AC Milan. Al apreciar que era el del conjunto italiano, hubo pitos. Fue a las 19.08 horas. La afición quiso marcar el 1-0 antes, durante y después del partido. Durante el choque los cánticos fueron increíbles. Sobró el grito de «Bojan, muérete», en el descanso del encuentro. Puso los vellos de punta el himno cantado por la afición, ya con el pitido final.

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