miércoles, 9 de enero de 2013

FC St. Pauli, la intrahistoria del Punk Rock Club

Un pequeño club alemán cuya orientación izquierdista y underground le ha llevado a acaparar odios y simpatías por igual más alla del país teutón. Pese a no tener grandes resultados deportivos, su estadio está siempre lleno, sea cual sea la categoría del rival y la importancia del partido. Sus aficionados viven las peripecias del equipo a ritmo de rock, es el orgullo de un foco antisistema que se identifica portando una calavera, y que ve en ese simpático equipo su particular forma de decir no al mundo que les rodea.
Dentro del mundo del fútbol se han generado multitud de filiaciones que muchas veces tienen poco o nada que ver con un juego que, recordemos, no consiste en nada más ni nada menos que en once personas contra otras tantas en el que gana el equipo que más veces coloca el balón detrás de un marco formado por tres mástiles. Son aquellas intrahistorias a las que el maestro Enric González consagra muchos de sus artículos y que discurren paralelas a la disputa del balón en un particular terreno de juego de tal o cual país. Y son muchas veces ellas las que nos hacen acercarnos a tal o cual equipo, o bien, una vez hecha esta aproximación sin haberlas conocido previamente, defenderlas como verdades absolutas asumiendo que el resto del mundo que no las comparte está viviendo en la mentira y en el error.
Más que un deporte
Y es tanto así, que nadie convencerá a un culé de que su club no es más que un club. Difícil será también encontrar una aficionado del Livorno italiano que se manifieste conservador, o un napolitano que no vea en aquel maradoniano equipo de los ochenta una representación de la cruzada política del sur pobre y abandonado de Italia contra el tirano y excluyente norte de Inter y Juventus.
El Real Madrid fue el equipo del régimen y de esos fangos vienen estos galácticos locos ¿Sí? ¿No? Depende de a quién le preguntes y depende qué intrahistoria defienda. Un protestante leal a la corona británica en Glasgow no animará al Celtic igualmente que un vizcaíno podría discutir con otro mientras potean si jugar solo con jugadores de Euskal Herria es una representación del independentismo frente al opresor estado español, o solo una tradición más que hace peculiar a un club español. Pero, ¿definir un concepto tan social, histórica y geográficamente ambiguo como Euskal Herria es tarea del futbol? Tal vez no tenga nada que ver con esos once contra once que definen el balompié, pero por alguna razón aquellos que ven, pagan y contratan a esos gladiadores contemporáneos sí que están interesados en tamañas discusiones. Y mucho.
Después de casí 150 años de futbol es muy difícil disociar a los clubes de sus intrahistorias. Sin embargo, el fútbol es tan extenso y la información tan escasa como lo son los recursos para un economista; esto desemboca en que nunca se terminan de descubrir intrahistorias del fútbol. Aparecen. Han estado siempre o cuasi siempre ahí, y por alguna extraña razón, un día se revelan. Algunas veces (pocas) un agradecido y charlatán interlocutor te las relata en un bar. Ese día descubres que un árbol da nombre a la afición del Real Oviedo. Otras veces, desenmarañar las intrahistorias exige una labor detectivesca y un hecho o imagen que la desencadene. En el caso que me ocupa, fue una instantánea de un partido de la edición 2009 de la Europa League entre el HSV Hamburg y el Celtic de Glasgow la que me llevó a descubrir al club más peculiar de Alemania y, seguramente, de toda Europa. Fácilmente localizable a golpe de Google, podremos ver en uno de los fondos del antiguo equipo de Van Nistelrooy antes de retirarse en la Costa del Sol como los locales aficionados alemanes conformaron con papeletas una inmensa Union Jack con los colores de su club (azul, negro y blanco); debajo podía leerse la sentencia “No surrender”. ¿Por qué? ¿Una clara alusión a la integridad territorial del Reino Unido en una ciudad alemana? Sin duda se trataba de un claro mensaje de apoyo a los archirivales del Celtic en la portuaría e industrial Glasgow: el Rangers, que, a diferencia de los nacionalistas herederos de irlandeses que acuden a Celtic Park, se identifican con la lealtad a la corona británica y la defensa del unionismo. Una vez más, ¿Por qué? La respuesta la tenía un pequeño club recién ascendido a la Bundesliga de la misma ciudad de Hamburgo. Su nombre: FC St.Pauli. Dicen que es el segundo de Alemania en seguidores, y desde luego, el que mayor apoyo femenino aglutina. La intrahistoria se presentaba apasionante y conducía a descubrir a uno de los clubes más peculiares del viejo continente.
Un equipo diferente
El St.Pauli es un club de la ciudad de Hamburgo. Una suerte de Rayo Vallecano alemán nacido en una barriada de inmigrantes y estudiantes, que juega sus partidos en pleno barrio rojo de la ciudad donde el ocio nocturno no dista mucho de los duros muelles que dan trabajo a buena parte de sus aficionados. La salida al campo de sus jugadores es saludada con el Hell Bells de los australianos AC/DC y cada uno de sus goles como local son celebrados en los altavoces del estadio al ritmo de Song 2 de Blur. El presidente se ha declarado abiertamente homosexual y la camiseta del club (marrón y blanca, siendo uno de los escasos equipos en el mundo que visten así) ha sido patrocinada por una tienda de artículos eróticos que vende sus productos en Internet.
Su escudo oficioso es la bandera pirata, símbolo otorgado en los años ochenta por una afición marcadamente izquierdista, antisistema y abanderada de la contracultura underground que en un principio se nutrió del movimiento okupa y obrero de la ciudad, pero que luego se extendió entre todos aquellos alemanes que compartían la misma filiación política anticapitalista. Tanto es así, que el club se erigió en un referente punk durante esa década cuando incluyó en sus estatutos cláusulas referentes al marcado carácter antirracista, antisexista y antifascista de la institución.
Anarchy in Deutschland
El componente rebelde y punk está muy presente en este pequeño club alemán hasta el punto de que grupos como Bad Religion, Asian Dub Foundation o Turbonegro han manifestado públicamente sus simpatías por el equipo. El FC St.Pauli tiene consideración más allá de ser un mero club de fútbol, y sus seguidores no han dejado de rendirle pleitesía pese a los duros años deambulando por el desierto de las competiciones inferiores alemanas. Las sucesivas bancarrotas del equipo le llevaron hasta tercera división, categoría con una asistencia media de trescientas personas y donde el FC St.Pauli llenaba su aforo con quince mil seguidores enarbolando banderas de calaveras y tibias y luciendo atuendos y estilos al uso de los que se pueden ver en el barrio de Malasaña un Viernes por la noche. Y no queda ahí la cosa, sino que el club posee alrededor de 500 clubes de fans por todo el mundo, entre los que podemos encontrar cuatro en España, destacando una de las más activas de Europa como es la Peña Grano de Valladolid.
El porqué de la Union Jack en un estadio alemán
Esa iconoclastía de izquierda radical llevó al club entre otras cosas a organizar un mundial paralelo en 2006 para aquellas naciones oprimidas sin estado, pero, además, le ha grajeado apoyos y enemistades por igual. Resaltable entre estas últimas es la que mantiene con otro equipo alemán, el Hansa Rostock , cuyos aficionados más exaltados no dudan en defender postulados neonazis. Cierto núcleo reducido de los seguidores del HSV Hamburg comparte las mismas orientaciones políticas, de manera que el enfrentamiento con el archirrival conciudadano es una constante en la historia del club.
Sin embargo, como decíamos, el St.Pauli también posee ciertas simpatías entre otros clubes. Ninguna, y esto explica la escena de la Union Jack, tan estrecha como la que comparte con los irlandeses nacionalistas de Glasgow. Hasta tal punto han estrechado lazos de amistad, que en la tienda oficial del Celtic en Internet se puede adquirir merchandising del St.Pauli. No es extraño ver a aficionados de ambos clubes con bufandas o camisetas del club hermano e incluso comparten e intercambian cánticos en el terreno de juego.
Un cúmulo de hechos que cimentaron la hermandad del rival local HSV Hamburg con el otro equipo y oponente ideológico y deportivo del Celtic en Glasgow, el Rangers, cumpliendo aquella máxima de “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”. Fruto de todo lo anterior, y una vez conocida la intrahistoria de ese pequeño e irreverente club alemán, es posible entender por fin el por qué de una bandera británica decorando el fondo del estadio del rival local del St.Pauli, el HSV Hamburg, en un partido contra el Celtic en la Europa League de hace 3 años. No tenía nada de inocente, pero es lo que ocurre con las intrahistorias, solo se entienden determinados hechos cuando se conocen a fondo las particulares filiaciones de cada lugar. Un observador poco entrenado pasaría por alto que en el Bernabeu o Calderón se desplieguen enormes banderas españolas en los fondos ultras solo cuando se juega contra un equipo vasco. Sin embargo, muchos sabemos que tampoco tiene nada de inocente. Solo hay que conocer la historia de un país y la intrahistoria de sus clubes para comprender los porqués. Y, a veces, descubrimos hechos tan excepcionales como el que nos hable de que, en mitad del páramo mediático y millonario que son las grandes ligas europeas, existe un club que se mueve a ritmo de guitarra distorsionada y no comulga con el establishment, el FC St. Pauli, el Punk Rock Club.

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