Ramiro Leandro Fini le robaron 20.000 pesos en efectivo y cadenas y anillos de oro que llevaba su mujer. A sus atacantes no les bastó: lo asesinaron con saña. El homicidio de este transportista de Tigre, presuntamente vinculado con Mauro Martín, líder de la barra brava de Boca que está detenido en la cárcel porteña de Devoto, conmocionó y sorprendió a los investigadores por la brutalidad de los autores: le dieron varias puñaladas en el pecho como para amedrentarlo y terminaron con un corte tan profundo en el cuello que casi lo decapitó.
La fiscal Andrea Gómez, a cargo de la pesquisa, destacó ese nivel de saña que la lleva a plantear más de una hipótesis para este crimen ocurrido ayer en una casa del barrio Alfar, unos 1000 metros al sur del faro. Entre ellas, un ajuste de cuentas vinculado con la interna de la facción violenta de la hinchada xeneize.
Fini, de 45 años, se dedicaba al transporte de cargas con camiones y fue un habitué de la barra brava de Boca Juniors, conocida como La Doce, hasta hace un año. Dejó de ir a la cancha cuando detuvieron a uno de sus amigos y líder de esa organización, Mauro Martín, al que visitó más de una vez en la unidad penal donde permanece detenido. "Eran como hermanos", aseguró una fuente del caso a LA NACION.
Ayer, cuando lo mataron, estaba vestido con prendas identificadas con los colores de Boca, a tono con los tatuajes que tenía en el cuerpo y que ratificaban su fanatismo por ese club. Su vínculo y confianza con Martín lo habían convertido en el responsable del pago a los profesionales a cargo de la defensa del líder barrabrava y de otros pares que también están encarcelados.
"Por ahora estamos investigando un crimen en ocasión de robo, que es nuestro punto de partida por los elementos con que contamos hasta el momento", confirmó la fiscal a LA NACION. Y descartó que el dinero que la pareja llevaba encima fuera para pagar a los abogados de los hinchas detenidos. "Tenían que saldar deudas con un maestro mayor de obras y el jardinero de la casa", aseguró.
Otra posibilidad que se barajaba ayer era que este crimen, que tiene como víctima a uno de sus más fieles amigos, sea producto y moneda de pago de alguna disputa que Martín pudo haber tenido o tener actualmente en la cárcel de Devoto.
El caso se da en medio de una ola de robos a turistas en toda la costa atlántica, donde la provincia ha desplegado un amplio dispositivo de seguridad con más de 8000 policías por el Operativo Sol. Aun así, los delitos se repiten y -como ya ocurrió en Pinamar y Mar de Ajó- llegan al extremo de finales trágicos, como este caso, que tiene sus matices.
Fini y su esposa, que son padres de seis hijos, habían llegado anteanoche y solos a Mar del Plata con intenciones de pasar unos días de descanso. Según comentó la mujer, como arribaron en su BMW ya sin luz de día, prefirieron pernoctar en un hotel cinco estrellas de Playa Grande. Y recién ayer a media mañana fueron a su vivienda de veraneo, denominada La Casa del Tete.
Al mediodía, cuando todavía estaban descargando bolsos y abriendo persianas del chalet, ingresaron dos individuos armados con cuchillos. A la mujer la maniataron y al hombre lo castigaron, y mucho. Le aplicaron golpes y varios cortes en el pecho, que, según informó la fiscal, sufrió en la instancia en la que se le exigía la entrega de elementos de valor.
La esposa de Fini reconoce que les entregaron a los ladrones un maletín con 20.000 pesos en efectivo. Ella asegura que eran para pagar trabajos de mejoras y mantenimiento en su casa de Racedo al 5000, un coqueto chalet rodeado de un amplio parque en el que ayer lucía el BMW negro en el que la pareja viajó anteayer desde Tigre.
En su primera declaración, la única testigo presencial del robo y posterior homicidio señaló que los ladrones revisaron toda la vivienda en el poco tiempo que estuvieron en el interior. "Fueron unos minutos", dijo la mujer, sin poder dar una precisión. Antes de partir destrozaron el teléfono celular de Fini y descartaron en el parque el de la mujer. Ambos aparatos fueron secuestrados por la policía científica para ser sometidos a peritajes.
Los pedidos de auxilio de ella, una vez que los ladrones asesinaron a su pareja, llamaron la atención a los vecinos. Fueron ellos quienes dieron aviso al servicio de emergencias 911 y quienes la desataron mientras ella sufría una crisis de nervios.
La fiscal insistió en la existencia de un robo, pero no descartó que pudiera haberse cometido para enmascarar lo que, por ejemplo, pudo haber sido un ajuste de cuentas por algún motivo aún desconocido.
"Sabemos que la víctima se movía en el ambiente de camioneros, que es bastante hostil", señaló la investigadora. Fini era dueño de Transaridos SRL, empresa destinada al transporte de arena y canto rodado.
En principio los datos confirman que el empresario camionero no había recibido amenazas o que, al menos, no había comentado situaciones de este tipo a su esposa.
La fiscal destacó que Fini tenía antecedentes por una causa penal previa en la que fue sobreseído por la Justicia. Los cargos eran por asociación ilícita y robo, con rol de encubridor, y datan de julio de 2004.
A favor de la hipótesis de un ataque sin más fin que un robo, la fiscal señaló que el barrio Alfar, que en esta época se aviva por la cantidad de viviendas que se alquilan por temporada, es blanco de asaltos porque se mueve dinero en efectivo, sea en manos de los turistas que llegan para instalarse o de los propietarios que han cobrado la renta.
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