lunes, 13 de enero de 2014

At.Madrid - FC Barcelona

El partido del siglo. Por primera vez en la última década, un enfrentamiento del Atlético acaparó los mismos focos que habían acostumbrado a posarse en los choques que medían a Real Madrid y Barcelona. Era más que un partido. Más que una cita ante el equipo azulgrana, sinónimo de locura goleadora durante los últimos años a orillas del Manzanares.
Y ese ambiente de gran partido, con el título honorífico de campeón de invierno en juego, se trasladó a la grada. Las cercanías del Calderón empezaron a hervir horas antes de que arrancase la cita, presagiando ese primer llenazo de la temporada, con permiso del día que el Atleti homenajeó a sus peñas ante el Athletic.
Con las primeras dudas respecto al partido disipadas, once de gala colchonero, descartes de Adrián y Óliver y suplencia de Messi, la hinchada fue ocupando su asiento para, durante el calentamiento, jalear uno por uno a los suyos. Así, hasta que a la salida, un tifo enorme con el lema 'Aplasta Atleti', recibió a los del Cholo.
El arranque vino acompañado de constantes cánticos y aplausos a cada una de las acciones colchoneras. Cada robo, una ovación. No era un partido normal. Y eso quedaba claro en el comportamiento de una hinchada que explotó a los tres minutos. Bufandas al cielo tras una espectacular acción individual de Arda Turan que acabó en saque de esquina.
El inicio de los suyos, mordiendo bien arriba al equipo del 'Tata', enloqueció a una grada que vibró minutos después con el primer lanzamiento a puerta de Costa que detuvo Valdés. A cada acercamiento rojiblanco, locura. A cada intento del Barça de prolongarse en la posesión, atronadores silbidos. En definitiva, ¡ambientazo!
Más allá de los propios futbolistas, el otro protagonista fue Mateu Lahoz, uno de esos trencillas que en la caseta colchonera no desagradan. Su forma de entender el juego encaja con la filosofía de los pupilos del Cholo, si bien alguna de sus decisiones acabaron por desquiciar al propio Simeone y, sobre todo, a los aficionados.
La primera bronca le cayó al trencilla cuando detuvo varios minutos el partido a causa de un problema con su transmisor. Después, conforme pasaron los minutos, la presión ambiental sobre el colegiado aumentó, hasta el punto de enfilar los vestuarios en el descanso entre vociferadas reprobaciones.
El paso del encuentro no rebajó la tensión de la grada. Ovación para Villa y Tiago cuando fueron sustituidos, Simeone se acercó al centro del campo para recibir a ambos con un abrazo, y sentidos aplausos para un Raúl García que fue el primer revulsivo empleado por el argentino.
En los compases finales, un remate de Arda, muy activo ayer, en el área puso a todo el estadio a cantar el himno, interrumpido por una clara ocasión de Messi que atajó Courtois. Al cierre del partido, prolongada ovación para los suyos. "Un ambiente de la época del Doblete", advertía un hincha de regreso a casa.

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