lunes, 3 de noviembre de 2014

La afición marca el primer gol en Orriols

A pesar de la tranquilidad y la solvencia con la que el Levante UD ha capeado las últimas temporadas, la afición «granota» no se ha olvidado de sufrir. Está curtida en las mil batallas que ha presentado su club, algunas de ellas con parecidos razonables a la de ayer, con el equipo en la zona de descenso y encarando un partido vital. En este caso, además, después de un relevo en el banquillo. Y ante las dificultades, la parroquia azulgrana hizo lo que sabe hacer: unirse para sumar fuerzas. A lo largo del apacible domingo que ayer amaneció en Valencia, la hinchada aprovechó las horas previas al duelo contra el Almería para acercarse a los aledaños del Ciutat de València y respirar el ambiente de una cita importante, trascendente para los intereses de los de Orriols. Todo ello culminó con un emotivo recibimiento a los futbolistas en su llegada al estadio. Desde el autobús pudieron comprobar que la parroquia levantinista no los ha dejado solos.
Pero la actividad fue in crescendo desde primera hora de la mañana. A las 11.30 horas, entre veinte y treinta fieles se reunieron en el parking del Ciutat de València para despedir a los jugadores antes de que se marcharan al hotel de concentración para comer y preparar el choque ante los andaluces. Rubén, Juanfran y Barral, con el rostro serio por la tensión, fueron los preferidos por los aficionados para inmortalizar el momento. Fotografías y autógrafos para los seguidores se mezclaban con los mensajes de ánimo que llegaban hasta el autocar, al que por primera vez en Orriols se subió Lucas Alcaraz. «Míster, ¿vamos a ganar?», le preguntaba un aficionado engalanado con la indumentaria azulgrana. «Seguro», respondía el entrenador granadino con la mirada concentrada.
«Truc», paella, café y al partido
Poco a poco, conforme avanzaban las horas, los peñistas y los aficionados se iban acercando hasta la sede de la Delegación de Peñas, en los bajos del estadio. A las dos y media se sirvió la paella que Voro y José Luis prepararon con maestría para cerca de 30 peñistas dispuestos a comer en familia, pasarlo bien y animar a su equipo. Mientras el parchís, el «truc» y un partidillo de fútbol improvisado por los más pequeños amenizaba la jornada, los comentarios sobre la marcha de la temporada y el rendimiento de la plantilla no cesaron. Se detecta preocupación, pero también optimismo con los acontecimientos de los últimos días. «Vamos a ver si esto cambia, a ver si se gana y así el equipo alza el vuelo», analizaba un integrante de la peña La Unión. En ese preciso momento, Voro vigilaba que el arroz no se pegase al caldero. Él lo tenía mucho más claro. «Como decía Luis Aragonés, hay que ganar por lo civil o por lo criminal. El calendario está muy complicado y luego vienen el Sevilla y el Valencia. Por eso, hoy hay que conseguir la victoria», resumía. «Firmó que la paella me salga mala y que el Levante UD gane hoy», aventuraba. Salió buena.
Después del café y la tertulia en la sede de la Delegación de Peñas llegó el instante más esperado. Al filo de las cinco y media de la tarde, un centenar de «granotas» ataviados con sus bufandas y camisetas, esperaron en los accesos del estadio la llegada de la plantilla. Fue su manera de hacer visible que desde la grada la gente está dispuesta a depositar su granito de arena para la salvación, como en aquellos años con Luis García. El recibimiento al equipo estuvo acompañado por cánticos de ánimo, aplausos como cálida bienvenida a Lucas Alcaraz, al que nunca se le llegó a borrar ese rostro con gesto serio que refleja responsabilidad y una gran pancarta con un lema: Rendirse... jamás. Toda una declaración de intenciones que tuvo continuación en los prolegómenos del choque, cuando se cantó una versión del «Mai aniràs sol». Así fue la jugada con la que el Levante UD marcó su primer gol en Orriols esta temporada. El árbitro se lo apuntó al infalible jugador número 12.

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