martes, 10 de febrero de 2015

Con incienso y versículos del Corán, ultras cairotas honran a sus víctimas

Los aledaños de la morgue de Zinhom, en el sureste de El Cairo huelen a incienso en señal de duelo por la muerte de una veintena de aficionados en los enfrentamientos de ayer entre ultras de dos equipos de fútbol y las fuerzas de seguridad.
Con el sonido de fondo de versículos del Corán procedente de un bar cercano, Ahmed, un joven aficionado del Zamalek que rechaza identificarse con su verdadero nombre y que ayer estuvo presente en los disturbios, lamenta lo sucedido y exculpa a los grupos ultras.
“El presidente del Zamalek (Mortada Mansur) dijo que la entrada era gratis y por eso fuimos todos”, señala el aficionado, que responsabiliza a la policía de lo ocurrido.
Según la versión ofrecida por el Ministerio de Interior, los disturbios comenzaron cuando aficionados de ambos equipos intentaron irrumpir en el estadio una vez que las puertas se cerraron tras completarse el aforo, de 10.000 personas.
Junto a Ahmed, decenas de aficionados y curiosos esperan en silencio la llegada de más cuerpos a este edificio, vecino del Instituto de Medicina Forense.
Los familiares de los muertos ya no están, después de que los primeros cadáveres se los hayan llevado, dicen a Efe varios de los presentes.
A su lado, un joven hincha del mayor enemigo futbolístico del Zamalek, el club Al Ahly, asegura a Efe haber acudido al depósito de cadáveres “en solidaridad” con los ultras de su acérrimo rival.
Imad Mohamed, también seguidor del Al Ahly, dice: “Una cosa es el fútbol y otra es esto”.
“He venido a la morgue porque ellos (los ultras del Zamalek) también estuvieron con nosotros cuando ocurrió lo de Port Said”, añade.
Mohamed se refiere a la tragedia acontecida el 1 de febrero de 2012, cuando 74 personas perecieron y otras 254 resultaron heridas en choques en el estadio de Port Said entre los seguidores del club local y del Al Ahly.
El domingo anterior, los trágicos acontecimientos no alcanzaron tal magnitud, pero sí ocurrieron en un momento en el que las autoridades se estaban planteando volver a permitir el libre acceso a los estadios, algo que fue restringido tras lo ocurrido en 2012.
La mayoría de los presentes en las cercanías del depósito de cadáveres son hombres, aunque alguna mujer también ha acudido al lugar para mostrar su solidaridad, como una joven que saluda a sus compañeros ataviada con una chapa en la solapa de su chaqueta que rememora a los 74 muertos de Port Said.
Se acerca la hora del rezo del mediodía y el imán de una mezquita cercana llama a la oración. Los aledaños de la morgue se vacían en parte. Unos en dirección a la mezquita y otros hacia una cercana cafetería, desde donde esperan, tomando café y té, la llegada de más cuerpos.
A algunos kilómetros de allí, en la sede del club Zamalek del acomodado barrio de Mohandisín, el ambiente en torno al campo de entrenamiento es el de un día habitual.
Sin embargo, este día el acceso de los periodistas está prohibido debido al luto de tres días decretado por el club, según dijeron a Efe los responsables de seguridad de la entrada.
Uno de ellos se excusa, explica las normas y trata de buscar un ápice de complicidad: “Lo sentimos, pero estamos muy tristes por la situación de este país”.

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