jueves, 5 de febrero de 2015

Dos horas después de la muerte de 'Jimmy' la Policía creía que seguía “muy grave”

La Policía no supo que el seguidor del Depor Javier Romero Taboada, Jimmy, había muerto hasta al menos seis horas después de que se certificara su muerte. En las diligencias policiales que constan en el sumario se recoge la llamada a las 14:00 horas del equipo Halcón-2000 –que es quien se hacía cargo de la investigación– a la Sala del 091 “para interesarse por el estado de salud de Francisco Javier Romero Taboada, herido de mayor gravedad. Comunica el jefe de la misma que el estado del herido es muy grave”. Los médicos certificaron el fallecimiento de Jimmy a las 12:15 horas. Es decir, que la Policía que debía manejar una situación potencialmente explosiva –aún estaba en juego el partido Atlético-Depor, con hinchas de ambos equipos enfrentados a gritos–, no sabía la situación real, que ya era un rumor insistente en los alrededores del Calderón.
La Sala del 091 no sabía que había muerto, y tampoco los policías que debían investigar el posible asesinato. A media tarde, el oficial de la Brigada Provincial de Información encargado de la investigación envía a dos agentes a “interesarse por el estado de salud de Javier Romero Taboada”. A las 18:15 los agentes regresan a la base de Moratalaz con la luctuosa noticia del fallecimiento: seis horas después de que ésta se produjera.
Fuentes policiales explican que saber que el hincha había muerto era importante por varias razones. Primero, para controlar la situación en el Calderón, y después porque había una enrome cantidad de detemidos, "y no es lo mismo leer derechos o interrogar por un posible asesinato, que por una riña tumultuaria".
El relato de los hechos que se desgrana en el sumario que se sigue para investigar el asesinato y la reyerta multitudinaria entre los grupos ultras Frente Atlético y Riazor Blues deja entrever una llamativa descoordinación policial.
Los relatos cuentan que un gran grupo de hinchas del Depor entraron a un restaurante de la ribera del Manzanares a las 8:30. Todos pidieron cerveza, pero aclarando a los camareros que querían botellas de vidrio –potenciales armas en caso de pelea–, no latas. A las 8:40 según todos los testigos fue cuando ambos grupos empezaron a tirarse cohetes, palos, sillas, cuchillos, y a golpearse salvajemente. No fue hasta las 9:05 –casi media hora después– que llegó el aviso a las unidades de intervención (UIP), que son las especializadas en este tipo de algaradas.
Y eso que desde las 7:30 había una inusual concentración de ultras del Frente Atlético, sospechosamente madrugadores, sobre todo si se tiene en cuenta que el partido era a las 12:00. Nadie alertó de la presencia de este grupo que algunos testigos calculan en unos 200 individuos, agresivos y muchos armados.
El choque de trenes entre grupos radicales se lo encontró de cara una patrulla de agentes de movilidad –que van desarmados. Afortunadamente estaban en la orilla de enfrente. Fueron ellos quienes vieron a Romero Taboada y otro ultra gallego flotando en el Manzanares.
La primera patrulla que llegó al lugar de los hechos fue la del indicativo Charly 35, de la comisaría de Carabanchel. A las 8:50 recibieron una llamada por radio de H-50 –la central de avisos policial– para que acudieran a la calle San Rulfo “donde al parecer hay una multitud portando objetos contundentes”. Los dos agentes se ven en medio de la enorme trifulca de puñaladas, palos, cohetes, puñetazos y patadas. En su relato, los agentes explican que rápidamente pidieron refuerzos de la UIP. A continuación, fueron vistos por los ultras, que se abalanzaron contra ellos. Los agentes se ven en medio de una arremetida de radicales armados, ante lo que intentaron oponerse “en la medida de las posibilidades”. El resultado es que fueron agredidos ellos también y casi arrollados –a un agente le fracturaron un dedo en el forcejeo–, aunque consiguieron detener a tres ultras.
En la otra orilla, una patrulla de Policía Municipal, junto a la de Movilidad, observa impotente la enorme riña y cómo Jimmy y otro ultra caen al agua. Los agentes hacen por ir a salvarlos, con relativo éxito. Ya están llegando al lugar las ambulancias del SAMUR y las personas clave en esta situación: los bomberos. Una furgoneta de los bomberos del Ayuntamiento de Madrid acude a la cena con dos funcionarios equipados con trajes de neopreno. Sin embargo, en el colmo de la desorganización, los bomberos –y así lo hicieron constar ante el juez–, no pueden llegar al lugar de los hechos porque se lo impide un coche que está cruzado en la calle. Un coche de policía. Los buzos acuden a la carrera, con el pesado equipo –bombonas de oxígeno, aletas, entre otra impedimenta– a cuestas.
Uno de los ultras ya ha salido por su propio pie. El otro, Jimmy, se ha agarrado para mantenerse a flote a una cadena que le han lanzado los agentes de Policía Municipal. Los bomberos llegan cuando una agente se está quitando chaqueta y botas para lanzarse al agua, mientras Jimmy pide ayuda desesperado. Los buzos llegan hasta él y lo llevan a la orilla segura, pero el miembro de los Riazor Blues sufre una parada cardiaca en medio del Manzanares.
Su muerte clínica se certifica tres horas después, justo cuando el balón ha empezado a rodar en el Calderón. La Policía se enteró muchas horas después.

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