La poca asistencia de seguidores del Barcelona a Tblisi (apenas se esperan 770 socios) minimiza el riesgo de que se repita la exhibición masiva de banderas independentistas en la final de Champions del pasado 6 de junio, ante la Juventus, que tanto alarmó a la comisaria ucraniana que decidió denunciar al Barcelona ante el máximo organismo internacional, que multó al club. En todo caso, la postura de los directivos del club catalán es la de prudencia.
El pasado viernes, una delegación del Barcelona se entrevistó con ejecutivos de la UEFA para tratar de suavizar la situación, explicándoles de primera mano el proceso político que se está viviendo en Catalunya y la dificultad para el club de limitar la libertad de expresión de sus socios en un tema que en Catalunya está al cabo de la calle.
Entre ayer y el día del partido, los ejecutivos del Barcelona tienen previsto reunirse de nuevo con sus interlocutores para seguir avanzando en este aspecto. Este hecho les hace ser optimistas respecto a la deriva que tomará el asunto y consideran que no se repetirán sanciones como la asumida tras la final de Berlín.
Entre los argumentos que utiliza el Barcelona está en que con su sanción la UEFA está produciendo el efecto contrario al que busca la norma que prohibe la exhibición de ciertos lemas. El argumentario del Barcelona se basa en que en un partido que no tuvo ningún incidente y que acabó con la felicitación del observador de la UEFA presente en el estadio a los dos clubes, se ha convertido en un tema político a posteriori gracias a la denuncia de una inspectora que ni siquiera vio el partido en directo por televisión.
La comisaria ucraniana denunció el comportamiento de la afición del Barcelona después de que le hicieran llegar un DVD con la retransmisión de TV3. La televisión autonómica catalana antes y después del partido se recreó con las imágenes de los aficionados del Barça, por lo que las esteladas cobraron más protagonismo que en las retransmisiones de otros canales y otros países.
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