jueves, 14 de enero de 2016

25 años sin FREDERIC ROUQUIER

Un lanzamiento de bengalas dentro del terreno de juego y una agresión en el primer Trofeo Joan Gamper de la 'era Laporta' hicieron que el recién escogido presidente azulgrana pusiera la cruz definitiva a los Boixos Nois. Uno de los arrestados, aunque luego absuelto, por estos incidentes fue D.V., el mismo socio culé y miembro del grupo ultra condenado a ocho años de prisión, junto a otros cuatro compañeros, por el asesinato de un hincha radical del Espanyol el 13 de enero de 1991, en lo que fue la segunda muerte por violencia en el fútbol profesional en España. Hoy que se cumplen 25 años de esta tragedia, publicamos la entrevista completa que le hicimos a este seguidor para el #Panenka47, un relato donde los ideales y la política se entremezclan con la rebeldía juvenil y el auge de los skins.
Nací en septiembre de 1972 en el barrio del Guinardó (Barcelona). Nunca jugué al fútbol porque era muy malo. Practiqué trial, me gusta la montaña. En casa hemos sido siempre del Barça, mi padre me llevaba al campo de pequeño y heredé de mi abuelo el carnet de socio.
¿A qué edad entraste en contacto con los Boixos Nois?
Entré a formar parte de los Boixos en 1985, con 13 años, en una etapa de descomposición del grupo y pleno cambio generacional de sus miembros. Se crearon varios subgrupos, entre ellos Células Blaugrana, de talante independentista, que decidieron recuperar la actividad. La mayoría éramos chavales, menores de edad, el más grande tendría 20 años. Volvimos a reivindicar la marca, empezamos a hacer manifestaciones y decidimos plantar cara a las Brigadas Blanquiazules del Espanyol, que acababan de nacer.
En la temporada 88-89, Nuñez os saca del Gol Sud. ¿Influyó una pancarta que el grupo sacó en 1986 y que decía ‘Thanks Liverpool for the Juve deads’, en alusión a la Tragedia de Heysel?
No lo recuerdo pero dudo mucho que Nuñez nos castigara por aquello. Más bien veía nuestro crecimiento y entendía que no nos podía controlar como peña. Claro que también hubo incidentes, le presionamos bastante después de la final perdida de Sevilla. El ‘Barça, sí; Nuñez, no’ lo creamos nosotros para que se fuera. Nos envió a tercera gradería. Recuerdo carreras por el estadio para congregarnos todos en esa zona, saltando muros, perseguidos por jefes de seguridad que nos ‘repartían’ de lo lindo. Más de una vez logramos llegar a la zona de tribuna para increpar al presidente.
¿Cuál era la estética de los Boixos Nois dominante en aquellos años?
Al principio casi todos eran punks y heavies, pero pronto empezaron a ganar terreno los skins.
Como las Brigadas Blanquiazules. 
Sí, ellos tenían una estética skin muy marcada. En aquella época la imagen expresaba muchas cosas: respeto, fuerza… La mejor manera de luchar contra ellos era reproducir su estilo y contrarrestarlos. Estéticamente parecíamos iguales pero éramos de dos bandos distintos. Nos diferenciaban parches, atuendos…
Y a nivel ideológico, ¿cómo eran aquellos Boixos de los 80? 
Los BN éramos inicialmente de izquierdas, anarquistas y catalanistas, luego empezaron a jóvenes neonazis que comulgaban con el discurso independentista. Sé que no se entiende la mezcla, porque exportar ese contexto a la actualidad es muy difícil, pero para decirlo de alguna forma, el bando contrario, el de las Brigadas, era tan grande, tan potente, que daba igual con quién nos juntáramos. Éramos cuatro gatos, luego fuimos creciendo. Los ultras del Espanyol tenían los cuerpos policiales y judiciales de su lado. La desigualdad era enorme.
¿Crees que las BB.BB. eran una fuerza parapolicial?
No era ningún secreto que la policía española creó Milicia Catalana [grupúsculo terrorista que buscaba contrarrestar la lucha armada de corte independentista], y algunos de sus miembros u otros del Movimiento Patriótico Catalán (MPC) eran de Brigadas. Cada fin de semana se dedicaban a ir de ‘caza’, y como eran hijos de policías o de jueces no les pasaba nada. Con el tiempo lo analizas y ves que todo estuvo organizado. Aquello fue el GAL catalán: trataron de desactivar la lucha independentista por la vía mediática, policial-judicial y de la calle. Y la verdad es que funcionó durante unos años.
Pero el independentismo contaba con el partido Movimiento de Defensa de la Tierra (1984) y el grupo terrorista Terra Lliure (1978). ¿Formabas parte de alguno de ellos?
No era militante de ninguno pero sí simpatizaba con ellos. Iba a las manifestaciones, y hacía servicio de orden y también de ‘agitación’… Muchos Boixos fueron detenidos por ser de Terra Lliure. Alguno había sido incluso colaborador de ETA.
¿Cómo se manifestaba este antagonismo político?
A través de peleas. Los BB.BB. controlaban muchas discotecas, eran como pequeñas mafias, hacían y deshacían, la policía les concedía ciertos privilegios, la gente sabía donde iban. Cada fin de semana había peleas. Llegó un momento en que si veías a alguien del otro bando por la calle ya había roces. Era diario y matemático.
¿La rivalidad deportiva quedaba en un segundo plano?
Sí, claro. El fútbol era secundario.
¿Todo esto te compensaba?
Sí, creía en lo que hacía. Pero me gustaría aclarar que todo lo que explico no es para justificar lo que pasó en 1991. Eso estuvo mal hecho y es condenable. No lo justifico. Como te digo una cosa te digo la otra: si la gente puede ir hoy por la calle con esteladas es porque hace 30 años unas personas luchamos por este derecho. Si lo hacías en esa época, te pegaban. Era imposible que no te pasara nada. Esa es una realidad incómoda, y quienes no quieran verla que no la vean, pero fue así.
¿Cómo era un día de partido con los Boixos en el Camp Nou?
Los días de partido se acababan sabiendo que irías a pelearte con las Brigadas; se aprovechaba que el choque congregaba a mucha gente y el grupo hacía fórum para poder plantarle cara a los otros. Era una guerra callejera. En los fines de semana de derbis, las peleas duraban toda la noche. Repartíamos los grupos por toda la ciudad, no es que hubiera líderes, había una organización bastante coral. Hubo una época en la que nos peleábamos en el interior de los vagones, para evitar a la policía. En casa obviamente no explicaba nada, si veían magulladuras decía que me habían pegado.
¿Entre tanta pelea había espacio para la celebración colectiva? 
Siempre con tintes reivindicativos. Mira, esta anécdota la conoce poca gente: a mediados de los 80 surgió un movimiento antiamericano muy potente en Barcelona. Habían habido batallas campales contra integrantes de la Sexta Flota. Miembros de La Crida [movimiento de normalización del catalán surgido en 1981] habían hecho pintadas de color rosa en sus barcos de guerra atracados en el puerto de la ciudad. Y había muchos roces en el casco antiguo, punkies contra marineros yankees. Pues bien, en una celebración en Canaletas [no recuerda si la de la Liga 84-85 o algún título de otra sección], los Boixos aplicaron la campaña ‘Hamburguesas, no; butifarras, sí’. Fue una protesta antiamericana e independentista, que acabó con destrozos en el McDonald’s del centro. Aprovechamos para que vinieran los antidisturbios y hacer directamente kale borroka. Desde entonces, después de las celebraciones, siempre hay destrozos. También te diré que desde el año 2.000 los BN tratamos de frenarlo, pero siguen ocurriendo y, desgraciadamente, siguen responsabilizando a los mismos.
Todo se truncó el 13 de enero de 1991. ¿Qué ocurrió esa noche?
Aquel día no jugaba el Barça. Habíamos quedado para ir de un bar a otro, locales donde habitualmente nos reuníamos. Luego hacíamos rutas. De Les Corts a Gràcia o viceversa, ahora no me acuerdo, sé que el que conducía hacía 15 días que tenía el carnet. Queríamos evitar pasar por delante de Sarriá porque se jugaba un Espanyol-Sporting pero al final nos encontramos a tres brigadas. Pasó lo que solía pasar en aquella época: pique de miradas, alguna palabra y detección de parches. Nos liamos, salimos del coche, y tres fuimos a perseguir a uno hacia las puertas del hotel Melià Sarrià y otros dos se fueron corriendo a por el otro. El tercer brigada directamente se esfumó. Yo fui de los que estuvo cerca del hotel. El suceso grave pasó en otro sitio, a unos 40 metros de donde me encontraba.
El suceso grave es que Fréderic Rouquier, el brigada perseguido, fue apuñalado aquella noche, causándole la muerte.
Sí, pero yo a la víctima mortal no llegué ni a verla, yo estaba en otro sitio.
Agrediendo al segundo seguidor…
Fueron algunas patadas, otro compañero que iba conmigo sí utilizó un arma blanca, pero fueron heridas muy leves, en absoluto había posibilidad de causarle la muerte. De todas formas, me asusté y me fui a casa en metro, ya no volví a subir al coche.
¿Al día siguiente es cuando descubriste lo que había ocurrido?
Sí, vi un breve en el diario. Me detuvieron en la puerta de casa. La policía empezó a pegarme nada más subir al coche de patrulla. Cuando llegué a la comisaría me llevaron a un cuarto, me desnudaron y vieron que llevaba una camiseta de los Boixos con el escudo del Barça, un Bulldog con un palo y una estelada. Palabras textuales: “Tenemos carta blanca del gobernador civil. Te vas a cagar”. Y me empezaron a pegar. Todo el día y toda la noche.
No llegaste a ver a la víctima mortal pero, ¿sabíais quién era?
Hablando con gente más tarde sí, supe que había participado en alguna otra pelea, que era del Frente Nacional de skinheads en Perpinyà. Los tres eran Brigadas, eso seguro.
La sentencia y testimonios hablaron venganza, alevosía, premeditación, que es lo que agravó vuestra condena.
Lo único que había contra nosotros fueron nuestras propias declaraciones, sacadas en comisaría bajo tortura o intimidación. Les hicieron ‘cantar’ a todos pero a mí no me sacaron ni una palabra. Aguanté de todo esa primera noche detenido. Cuando salí y fui hacia la Audiencia, porque entre nosotros estábamos incomunicados, mi abogado me dijo que los otros habían explicado los hechos.
Pero el autor material se autoinculpó.
Él se entregó dos días después en Badalona, con los otros cuatro ya detenidos. Y sí, reconoció que había sido él el causante de la muerte, reconstruyó los hechos y dijo que los otros cuatro no participaron. Sin embargo, nos condenaron a todos por igual, poniéndonos la pena más alta que se podía aplicar en España. Nos trataron como terroristas.
La Audiencia de Barcelona os condena por homicidio y lesiones a 75 años de prisión; dos años más tarde, el Tribunal Supremo dobla la pena calificando el suceso de asesinato con “alevosía”.
Fue una desproporción judicial. La actuación normal era que el autor material entrara en prisión y los otros salieran, con sanciones por lesiones de faltas. En otros casos, como el de Aitor Zabaleta, Jimmy, o Guillem Agulló, líder de Boixos Nois País Valencià, absolvieron al grupo menos al autor material. A mí me debería haber correspondido una falta por lesiones, porque al herido yo ni siquiera le apuñalé.
¿Los Boixos os apoyaron?
Sí, claro, además de Boixos éramos amigos. Y vieron el abuso que sufrimos. Abuso mediático, judicial, policial… Alguna vez habían puesto pancartas ‘Libertad BN’ en el campo. Todo esto si no vives esa época es muy difícil de comprender. Sin ese contexto, es imposible pensar que un grupo ultra tiene carta blanca y connivencia policial y el otro, no.
¿Cómo viviste aquella pena? Tenías 18 años recién cumplidos…
Con mucha rabia. Veía la injusticia, está mal que diga que es injusto, porque fui condenado por aquello, pero la severidad y el trato fue desproporcionado. Al final pasé ocho años en la cárcel, que aunque la gente diga lo contrario, son muchos, por no haber hecho nada, como mucho lesiones. Fueron dos hechos distintos, y los mezclaron intencionadamente.
¿Cómo recuerdas tu paso por prisión?
En esa época empezaron a entrar más Boixos. Hubo cierta camaradería. Nos apoyábamos y protegíamos. Me perdí el Dream Team de Cruyff pero la final de la Copa de Europa de 1992 la vimos por televisión. Me hizo rabia no haber podido estar en Wembley. La mayoría de funcionarios penitenciarios eran del Madrid y españolistas, y les gustaba tocar los cojones. Me acuerdo que en mi primer permiso, un funcionario del Madrid se inventó dos ‘partes’ a última hora para evitar que saliera.
¿Recibiste amenazas de los Brigadas en prisión?
Nunca me amenazaron, en todo caso fue al revés. Tampoco me daban miedo. Las prisiones eran de los Boixos. Algunos Brigadas entraron tras unos incidentes ocurridos el 12 de octubre de 1992 pero estuvieron cuatro días y salieron. Después de la muerte de Rouquier, hubo cierta desvinculación política por parte de los grupos.
¿Te arrepentiste?
Claro que me arrepiento, no es justificable lo que pasó. Me debería haber quedado en casa aquella noche, eso lo tengo claro. Pero repito: no estuvo premeditado como se ha publicado. ¿Te crees que cinco chicos de menos de 20 años podían decidir matar a alguien? En todo caso, íbamos a pelearnos. ¿Pero matar a alguien? Pues es lo que ha quedado. Todo se sacó bajo amenaza en comisaría. También dijeron que el autor material llegó a decir: “Le clavé el cuchillo hasta el mango”. Mi implicación no fue la misma que la suya. Además, es una frase que, aunque pudiera ser cierta, que lo desconozco pero lo dudo, ¿para qué la dices en una declaración, que sabes que te perjudicará y que saldrá, como así fue, en todos los medios?
En 1998 recibiste el tercer grado. ¿Qué hiciste?
Como señal de protesta, lo primero que hice al salir de prisión fue ir al Camp Nou. Para demostrar que, por mucho que me hubieran puteado, no me habían podido cambiar mis ideales y forma de ser. Yo seguía siendo socio del Barça, recibí el año pasado la insignia de plata, aunque ya iba con el carnet de mi abuelo. Desde 1989 el carnet está a mi nombre.
¿Qué sentiste al volver a pisar el Camp Nou?
Hombre, una alegría muy grande. Era una forma de reivindicar que seguía en pie. Volví con los Boixos, seguía teniendo contacto con muchos de ellos.
¿Qué evolución política y grupal te encuentras?
Me encuentro que ya no es un grupo de animación político. Había gente de todo, un grupo más heterogéneo, la política es distinta, cada uno pensaba lo que quería, pero había más cohesión en torno al fútbol. Estábamos peor vistos, eso sí. Toda la gente que nos apoyaba a finales de los 80, donde hacíamos marchas camino al estadio y nos aplaudían por la calle, ahora nos observaba con recelo.
El minuto de silencio que sonó en el Camp Nou en 1997 en memoria de Sergi Soto (ver enlace), miembro de los Boixos, no fue bien visto por la afición.
Yo conocía a Sergi Soto, era de mi época, luego políticamente cambió bastante, como muchos… Pero era de mi quinta. Yo estaba en prisión pero me llegó. ¿Quién permitió ese minuto de silencio? Pues la directiva, supongo. Pero a ver, ¿por qué no se puede hacer un minuto de silencio a un Boixo que había muerto? Me hace gracia esto. ¿Por qué no se podía pedir? ¿Por que era de los Boixos no tenía los mismos derechos que otro?
Hombre, las connotaciones políticas de Soto, próximo a la ultraderecha, con un historial delictivo y declaraciones racistas no es que fueran ejemplarizantes.
Es que cuando salgo de la cárcel me encuentro de todo: catalanistas, ultraderecha españolista, neonazis, pero realmente no se tiene en cuenta porque ya no hay conflicto con las Brigadas con ese grado de finales de los 80. Tampoco había conflicto interno dentro del grupo, algún conflicto personale con alguno, puede, pero en general no. Es que me hace gracia, ¿qué querían? ¿Que fuéramos todos independentistas? Pues entonces no haber hecho lo que hizo Laporta, que criminalizó a todos los BN por su ego personal.
¿Apoyasteis a Joan Laporta en las elecciones de 2003 como se ha dicho en ocasiones?
Claro, hicimos campaña activa para su candidatura, simpatizábamos con él e hicimos recogida de firmas. Pero nos engañó, pidió nuestro voto y nos prometió que habría colaboración y que se crearía una grada joven, todo esto lo negociamos a través de su hermana. Pero nada más entrar empezó a darnos largos
¿Por qué motivo?
Pues porque ya había ganado y ya no nos necesitaba. Laporta denunció que los Boixos le habíamos pedido 7.000 euros por partido y entradas, lo cual era mentira. Los Boixos hicieron un comunicado para invitarle a hacer público el nombre de quién exigía estas cantidades, para así poder echarlo. Y no lo hizo. Mi versión es que en la seguridad privada del club había mucha mafia. ¿Y si fueron los jefes de seguridad los que negociaban con nuestro nombre? A nosotros nunca nos habían dado entradas, ninguna directiva. Y si esto era verdad y se venía haciendo desde otras etapas, ¿dónde iban a parar estas entradas?
¿No teníais privilegios con otras directivas?
Lo que existía era feeling, un pacto tácito: ‘nosotros no la liamos en el estadio, pero vosotros no nos toquéis los cojones’. Ese era el acuerdo con las directivas.
Total. Que en el primer partido como presidente de Laporta, el Trofeo Joan Gamper de 2003, los Boixos lanzan bengalas dentro del terreno de juego. 
No fue organizado, queríamos protestar y desde los Boixos Nois se dijo que cada uno actuara como quisiera, que hiciera lo que creyera conveniente. Curiosamente, aquel mismo día mi nombre volvió a salir en los medios de comunicación: me acusaron de falta de lesiones.
¿Qué pasó?
Aparecieron dos árabes en un bar cercano al Gol Nord y uno de ellos vestía una camiseta de la selección española con el nombre de Raúl, que es como si yo me planto en el Santiago Bernabéu con la camiseta de la selección catalana y el nombre de Puyol. ¿Qué esperas que te pase? Pues bien, no le hicieron gran cosa pero recibió cuatro empujones. No míos, pero nos acusaron a mí y a dos más de faltas de lesiones.
¿Le detuvieron?
Aquel día no. Pero en el siguiente partido, el primero de Liga, cuando estaba accediendo al estadio me vino la policía nacional y me arrestó. Lo hicieron delante de todos los aficionados, me pasearon por todo el campo. ¡Por una falta, que no se requiere ni siquiera detención!
El Juzgado de Instrucción de Barcelona lo absolvió en el juicio celebrado un mes más tarde.
Así es, ¡pero no sabes la de portadas e informaciones que se publicaron hasta el día del juicio ni la campaña mediática que hizo Laporta! Los árabes se desdijeron e insinuaron que la policía había condicionado mi identificación. Lo más sorprendente es que el juez no abrió investigación. ¿Asumes que existe una falsa denuncia incitada por la policía y no abres diligencias? Aun hubo más: antes del juicio, El Periódico escribió un artículo sobre mí y publicó mi número de socio, un número que era imposible que yo supiera porque aun no se había realizado la actualización del censo mediante la cual, cada dos años, tu número se modifica. ¿Cómo este diario pudo saberlo antes que yo? Fácil, el club había vulnerado la protección de datos para filtrar mi número.
¿Crees que Laporta te utilizó como cabeza de turco?
Lo tengo claro, fui víctima de mi pasado y utilizado como bandera para la lucha contra los violentos. Yo ya había pagado por lo de 1991 pero interesaba que se volviera a dar a conocer mi historia.
A las pocas semanas se produjeron amenazas de muerte a Laporta…
Sí, pero no las hicieron los Boixos. No sé quienes fueron pero ellos, no. Los acusados quedaron absueltos porque se archivó la causa por falta de pruebas. Lo que sí es cierto es que, a raíz de mi detención, los BN iniciamos una campaña para demostrar que Laporta mentía. En aquella época, Laporta iba de peña en peña de Catalunya haciendo el paripé. Como teníamos secciones locales, nos enterábamos de a dónde iba y poníamos pancartas en la carretera camino a su destino. Había el claro compromiso de que los mensajes no podían ser amenazadores. Pasó en muchos pueblos, entre ellos Montanyà, donde la policía recoge una conversación entre yo y otro Boixo en la que le explico que “ya hemos pintado algunas”. La policía utiliza esta prueba fuera de contexto para inculpar a varios Boixos de las pintadas en su casa. Finalmente, se archiva el caso.
En 2013 sí se detienen a muchos ‘Casuals’. Un macrojuicio importante con varios delitos graves acumulados y que acaba con incidentes.
Mira, yo he llegado a ver noticias en las que se ha detenido a un atracador de gasolineras y como llevaba pañuelo de los Boixos, ya se acusaba de nuevo a todo el grupo.
Pero vamos a ver, los ‘Casuals’ sí son de los Boixos, ¿no?
Sí, claro que sí. Pero ha llegado un punto en que si eres de los Boixos y te detienen, pasas a ser ‘Casual’. ¿Quién pone las etiquetas? La policía. Los ‘Casual’ son una evolución de los hooligans, a los hooligans los detectaba la policía y los ‘Casuals’ pasaban más desapercibidos a través de una estética distinta. Pero al final hago una reflexión: ¿no hay delincuentes entre los socios del Barça, solo en los Boixos Nois? Porque si acusas a una peña de que todos son delincuentes es porque crees que todos lo son. Porque diez lo sean, es injusto que la etiqueta se ponga a todos.
¿Crees que el fenómeno ultra va de bajada?
Se está bajando la fiebre; supongo que todo tiene su época, fíjate en Inglaterra. Han cambiado las cosas. Aquí y en Europa. No existen tantas connotaciones ideológicas, están más perseguidas.
¿Ha cambiado tu percepción de la rivalidad deportiva?
Sí, ha cambiado. Porque ha cambiado la gente, el fútbol y la sociedad. Ahora los Barça-Madrid o los Barça-Espanyol no se viven con la misma intensidad ni motivación que antes. Esta rivalidad ya no existe, se ha ido difuminando.
¿Sientes nostalgia de aquel fútbol?
Si tuviera que escoger me quedo con aquella época, a pesar de la violencia. Pero todo cambia. Ahora tengo 43 años, dos hijos, y ya nada es lo mismo. Fui a París en 2006 a ver a mi equipo ganar la Champions que no pude celebrar en 1992. Mi último desplazamiento fue a Liverpool, al año siguiente y poco después de que naciera mi hija. Desde entonces no he vuelto a pisar el Camp Nou, aunque sigo pagando mi abono. De hecho, hace un año recibí la insignia de plata por mis 25 años de socio.

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