Salva Ballesta ha vuelto a ser vetado de otro trabajo por sus ideales políticos. Durante los últimos días, el delantero maño sonaba con fuerza para sustituir a Claudio Barragán al frente del Cádiz. Sin embargo, el grupo ultra del equipo de la tacita de plata, Brigadas Amarillas, se puso en pie de guerra rechazando la contratación.
"Esperamos que sea un bulo. No estamos para polémicas. Vizcaíno no queremos fascistas en nuestro banquillo", reza el mensaje de los radicales amarillos, que mantienen una gran amistad con Bukaneros, los ultras del Rayo Vallecano.
Salva ya fue rechazado por el celta cuando iba a ser el segundo de Abel Resino tras la destitución de Paco Herrera. Los celtistas mostraron su indignación en las redes sociales y finalmente el Celta optó por Pepe Serer como segundo de Abel.
El delantero, que nunca ha escondido su orgullo por ser español, es hijo de un militar retirado y ya en su momento aseguró que "existía un grupo minoritario de aficionados que no quiere que valla allí por mi españolidad".
Durante su época como futbolista, Salva lució la bandera española en sus botas en todos los clubes en los que militó. El goleador, fue pichichi con el Racing de Santander en un hito casi sin precedentes, pone "por encima de todo" a la patria y asegura que "todos debemos ser así. Vas a cualquier país y matan por su bandera. Aquí no, somos gilipollas".
Al margen de su gran ídolo futbolístico, Hugo Sánchez, Ballesta siempre ha mostrado su admiración por García Morato, aviador militar español del bando franquista durante la Guerra Civil, y Hans Rudel, piloto alemán durante la Segunda Guerra Mundial. "Yo soy apolítico y español", sentencia.
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