lunes, 18 de abril de 2016

El desafío ultra en Galicia

Son pocos en relación a la magnitud de las aficiones de sus equipos, pero hacen ruido como si fueran más. Aprovechan el fútbol para exhibir su lado más violento, refugiándose tras unos colores con el único objetivo de pegarse con aficiones rivales. Los acontecimientos vividos en diferentes puntos de Galicia en las últimas semanas reflejan que los radicales siguen batallando, al menos, fuera de los estadios.
¿Tiene Galicia un serio problema con el mundo ultra?
Galicia no es una excepción en el panorama nacional. Ni para bien, ni para mal. Existen minorías radicales en prácticamente los principales clubes de la comunidad que conviven con una mayoría deportiva. Nombres como los de Celtarras en Vigo, Riazor Blues en A Coruña, Diablos Verdes en Ferrol, Fendetestas en Santiago, Ouligans en Ourense o Mocidade Granate en Pontevedra, son colectivos que durante sus años de vida acumulan un historial bastante amplio de altercados. Algunos de estos grupos han desaparecido con el paso de los años o su presencia en el campo es testimonial. Pero, curiosamente, aparecen cuando hay incidentes.
¿Cuentan los radicales con la complicidad de los clubes?
Cada vez menos. Pero lo hacen. En algunos casos económicamente, en otros por intercambio o, simplemente, mirando hacia otro lado. Públicamente, han sido numerosas las ocasiones en las que diferentes dirigentes y futbolistas han hecho guiños a sus radicales por el ánimo que han mostrado en muchos partidos. Incluso es frecuente ver en los principales clubes cómo sus jugadores se reúnen con los ultras. El propio Manuel Pablo, capitán del Deportivo, reconocía hace unos meses que había participado en reuniones con los Riazor Blues.
¿Por qué los clubes no actúan con contundencia?
Por miedo y porque, erróneamente, los consideran fundamentales en los estadios. Se tiende a minimizar sus actuaciones delictivas y magnificar las festivas o solidarias. Los clubes suelen achacar los altercados a minorías dentro de los grupos ultras y no se atreven a profundizar en la problemática. En algunos casos puede ser también por temor a represalias. Es práctica habitual de estos grupos arremeter contra los responsables del club cuando no acceden a todas sus pretensiones. Tanto en A Coruña como en Vigo han aparecido pintadas en el estadio con nombres propios y firmadas por Riazor Blues y Celtarras.
¿Celtarras ha renacido o nunca se disolvió?
Vistos los últimos acontecimientos parece que nunca se disolvió. Desde el entorno del Celta se llegó a indicar hace años que este colectivo se había extinguido. Durante algún tiempo, ni se les notó en el estadio, ni se les atribuyó ningún incidente. Hasta el pasado verano, cuando tuvieron dos lamentables actuaciones de forma casi consecutiva. Primero fue en Vila do Conde, cuando atacaron a hinchas del Paços de Ferreira y lanzaron bengalas -una de ellas impactó en el brazo de un guardia de seguridad-. Semanas después se enfrentaron en Ferrol a ultras del Racing en otra auténtica batalla campal como la vivida el pasado sábado en la ciudad departamental. El sábado, los celtarras volvieron a actuar, esta vez, contra radicales del Betis que estaban en una terraza de Vigo. Coincidió este acto con el regreso de la pancarta con su nombre al estadio después de que la pasada semana se constituyeran oficialmente como peña y quedara registrada en el libro de aficionados del club.
¿Y Riazor Blues? ¿En qué situación se encuentra?
Desde hace dos semanas también es una peña deportivista legalizada, con datos oficiales en el club incluidos. Por tanto, pueden lucir sus distintivos en cualquier campo. Sin embargo, su inscripción en el registro de aficionados del Deportivo coincidió con un duro enfrentamiento con la policía, con lanzamiento de botellas y piedras, antes del partido contra el Levante. Pese a ello, desde el club, hay confianza en reconducir la situación.
¿Cuál es la situación en Santiago y Ferrol?
La batalla campal del sábado en Ferrol entre radicales del Racing y del Compostela no supuso una excepción. Son varios los altercados protagonizados por los violentos de ambos clubes en los últimos años. En el caso de los ferrolanos, el pasado verano también se enfrentaron a vigueses y hace unos años lo hicieron con Ouligans (ahora constituido como peña). La actividad de los ultras santiagueses se limita, casi, a peleas con, también radicales, racinguistas.
¿Qué hacen los clubes para evitar líos?
La principal medida que están adoptando es la del diálogo. Tanto el Celta como el Deportivo han mantenido conversaciones con representantes de sus grupos radicales para que se legalicen como peñas. Y lo han hecho. A partir de aquí falta que los ahora peñistas expulsen de sus colectivos a aquellos radicales violentos. Cualquier otra actuación sería regresar a los orígenes y caminar hacia atrás.

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