martes, 25 de julio de 2017

Cuando el fútbol se mezcla con religión y geopolítica

El fútbol nace en Israel a la vez que los movimientos políticos a principios del siglo XX. Los equipos que llevan el nombre 'Beitar' suelen estar identificados con la derecha, 'Hapoel' con la izquierda, y 'Maccabi' con la corriente liberal. De entre todos ellos, el Beitar de Jerusalem, cuya piedra filosofal es el racismo anti árabe y el ultranacionalismo, es el único club de Israel que, todavía hoy, se niega a contratar jugadores musulmanes o palestinos.
Se hizo una excepción en 2013, cuando ficharon al delantero Zaur Sadayev y al defensa Dzhabrail Kadiyev, jugadores musulmanes chechenos, que tuvieron que dejar Israel tras sufrir primero insultos en los entrenamientos y posteriormente amenzas de muerte. La cosa llegó al punto de que los aficionados incendiaron la sede del propio club. Los radicales del Beitar son conocidos como 'La Familia', y están considerados como el grupo racista más violento del mundo del fútbol.
Sin embargo, los tiempos están cambiando en el fútbol israelí. Los 'ultras' del Hapoel y del Sakhnin, por ejemplo, cooperaron este año en una campaña antirracista conjunta que logró sumar a grupos activistas europeos. El equipo de Tel Aviv mantiene, además, programas juveniles en áreas judías, rusas y árabe-israelíes y ha creado un programa futbolístico en Cisjordania con la ayuda de varias ONG. 
El Hapoel Katamon es otro de los ejemplos de integración y tolerancia. Se trata de un club de la segunda división israelí, cuyos socios pagan una cuota para tener derecho a tomar decisiones consensuadas concernientes al club, ser elegibles como directivos, llevar a cabo sus propios proyectos y obtener entradas para los partidos. Cada jugador debe dedicar cuatro horas mensuales a los jóvenes de alguna sección. 
Otro ejemplo de convivencia y lucha contra el conflicto entre palestinos e israelitas es el del FC Hilal, el único club palestino asentado en Jerusalén. Sus jugadores son jóvenes con pocos recursos a los que el fútbol llena de esperanza para un futuro más próspero, y que además, es el actual campeón de la Liga palestina.
Queda claro que incluso el fútbol puede ser utilizado como arma política y religiosa en depende que situaciones y lugares del mundo. 

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