El fútbol inglés ha vuelto a mostrar su cara más oscura, aquellas escenas de violencia que eran rutinarias en los años 70 y 80 del siglo pasado, pero que hoy parecían erradicadas, durante los incidentes causados en Upton Park por hinchas del West Ham y del visitante Millwall. Un hombre apuñalado, al menos otros dos heridos, una batalla campal entre los violentos y las fuerzas antidisturbios y 13 arrestados es el balance de los sucesos registrados el martes por la noche con ocasión del cásico del este de Londres, que enfrentó a dos equipos enconados en una rivalidad histórica. La policía y la federación han abierto sendas investigaciones.
"El retorno de los matones", proclamaba ayer Daily Mail con un título bien ilustrativo de esa larga noche de desmanes que arrancaba dos horas antes del partido de la Copa de la Liga (Carling Cup) en los aledaños del estadio. Los primeros encontronazos se produjeron en un pub ubicado junto a la estación de metro de Upton Park cuando grupos de hinchas de ambos bandos, bien caldeados con las preceptivas pintas de cerveza, comenzaron a lanzarse botellas, ladrillos y dardos. Los ánimos se caldearon al máximo al saberse que un hombre de 44 años, cuya filiación no ha sido revelada, había sido acuchillado en el pecho. Su condición era ayer estable.
La mala sangre entre ambas aficiones (cuentan entre sus respectivas filas con individuos vinculados a la extrema derecha) ejerció, sin duda, de acicate, pero la policía está convencida de que estos actos violentos habían sido "preparados" de antemano. Decenas de seguidores del Millwall, cuya reputación de violentos supera a la de sus oponentes, se presentaron ante el recinto para volcar su frustración por no haber conseguido una entrada (tan sólo se facilitaron 2.300 a la hinchada visitante). Ayer, los directivos del Millwall emitieron un comunicado justificando veladamente lo ocurrido en la mala organización del partido por parte del West Ham, que no dio suficientes entradas a los visitantes. "Esperemos que la FA [federación inglesa de fútbol] investigue todos los detalles de la organización del partido", dijeron.
En el interior del estadio, los forofos del Millwall hicieron el saludo nazi y entonaron cánticos racistas, imitando a los monos, cada vez que tocó la pelota Carlton Cole, futbolista negro del West Ham que juega para Inglaterra. "Puedo ser tan fuerte como un gorila, pero sé que no soy un mono", ironizó Cole tras el partido.
La situación consiguió desbordar a los agentes del orden, que tuvieron que requerir refuerzos. Las autoridades consideraron suspender el partido, pero se decidió que sería peor. El Millwall marcó primero, encendiendo el ánimo de algunos seguidores del West Ham, que comenzaron a lanzar objetos a los rivales. El empate, a tres minutos del final, se tradujo en una invasión del campo que volvió a repetirse cuando el equipo anfitrión se adelantó de penalti en la prórroga y también una vez acabado el partido con un 3-1. A los hinchas del Millwall no se les permitió salir del campo hasta media hora después, pero los centenares de antidisturbios desplegados en el exterior no pudieron evitar nuevos choques violentos que remataron la noche.
Los dos clubes implicados afrontan fuertes sanciones mientras la policía intenta identificar a los responsables gracias a las imágenes recogidas por las cámaras de circuito cerrado, dentro y fuera del campo. "Llevamos 20 años perfeccionando sistemas para que ir al fútbol sea seguro", dijo ayer el portavoz de la FA; "los culpables no volverán a entrar a un estadio".
"El retorno de los matones", proclamaba ayer Daily Mail con un título bien ilustrativo de esa larga noche de desmanes que arrancaba dos horas antes del partido de la Copa de la Liga (Carling Cup) en los aledaños del estadio. Los primeros encontronazos se produjeron en un pub ubicado junto a la estación de metro de Upton Park cuando grupos de hinchas de ambos bandos, bien caldeados con las preceptivas pintas de cerveza, comenzaron a lanzarse botellas, ladrillos y dardos. Los ánimos se caldearon al máximo al saberse que un hombre de 44 años, cuya filiación no ha sido revelada, había sido acuchillado en el pecho. Su condición era ayer estable.
La mala sangre entre ambas aficiones (cuentan entre sus respectivas filas con individuos vinculados a la extrema derecha) ejerció, sin duda, de acicate, pero la policía está convencida de que estos actos violentos habían sido "preparados" de antemano. Decenas de seguidores del Millwall, cuya reputación de violentos supera a la de sus oponentes, se presentaron ante el recinto para volcar su frustración por no haber conseguido una entrada (tan sólo se facilitaron 2.300 a la hinchada visitante). Ayer, los directivos del Millwall emitieron un comunicado justificando veladamente lo ocurrido en la mala organización del partido por parte del West Ham, que no dio suficientes entradas a los visitantes. "Esperemos que la FA [federación inglesa de fútbol] investigue todos los detalles de la organización del partido", dijeron.
En el interior del estadio, los forofos del Millwall hicieron el saludo nazi y entonaron cánticos racistas, imitando a los monos, cada vez que tocó la pelota Carlton Cole, futbolista negro del West Ham que juega para Inglaterra. "Puedo ser tan fuerte como un gorila, pero sé que no soy un mono", ironizó Cole tras el partido.
La situación consiguió desbordar a los agentes del orden, que tuvieron que requerir refuerzos. Las autoridades consideraron suspender el partido, pero se decidió que sería peor. El Millwall marcó primero, encendiendo el ánimo de algunos seguidores del West Ham, que comenzaron a lanzar objetos a los rivales. El empate, a tres minutos del final, se tradujo en una invasión del campo que volvió a repetirse cuando el equipo anfitrión se adelantó de penalti en la prórroga y también una vez acabado el partido con un 3-1. A los hinchas del Millwall no se les permitió salir del campo hasta media hora después, pero los centenares de antidisturbios desplegados en el exterior no pudieron evitar nuevos choques violentos que remataron la noche.
Los dos clubes implicados afrontan fuertes sanciones mientras la policía intenta identificar a los responsables gracias a las imágenes recogidas por las cámaras de circuito cerrado, dentro y fuera del campo. "Llevamos 20 años perfeccionando sistemas para que ir al fútbol sea seguro", dijo ayer el portavoz de la FA; "los culpables no volverán a entrar a un estadio".
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