Los hinchas albirrojos que el sábado se trasladaron a Rosario en los colectivos fletados por las distintas filiales, para alentar al equipo de Sensini, tuvieron que padecer un viaje para el olvido. Además del maltrato y golpes recibido por la policía santafesina, ingresaron al Gigante de Arroyito recién en la mitad del primer tiempo, cuando el partido ya estaba 2-0 a favor de Rosario Central.
En total fueron ocho los micros que trasladaron al público pincharrata, los cuales recibió la policía rosarina en el peaje de la autopista Buenos Aires-Rosario al ingreso a esa ciudad. A partir de allí, los efectivos de seguridad hicieron seguir a los ómnibus en caravana y de manera inexplicable en un momento del trayecto hacia la cancha los cruzó con un grupo de hinchas de Central. Fue ahí cuando el micro que trasladaba a la barra albirroja se trenzó con la hinchada contraria, desatando un caos en plenas calles rosarinas.
El operativo diagramado fue desastroso, ya que los efectivos debieron evitar cualquier cruce de hinchadas pero no fue así. Encima la policía no tuvo mejor idea que reprimir con balas de goma y golpear a varios hinchas de Estudiantes entre las que se encontraban muchas mujeres y que no habían participado de los incidentes que protagonizaron algunos pocos.El colmo fue cuando los efectivos hicieron estacionar a los micros a siete cuadras de la cancha, para luego hacerlos realizar el trayecto de a pie. En resumen, el público que viajó de nuestra ciudad llegó a la cancha con una demora de más de veinte minutos; mientras que los revoltosos (todos los que iban en el micro que trasladaba a la barrabrava) no pudieron llegar al estadio por lo cual un total de 45 personas quedaron detenidas.
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