Unos quince representantes de las Peñas del Pontevedra irrumpieron ayer en la sede del club para exigir a gritos la dimisión del director general, Fran Crujeiras, como culmen a una manifestación frustrada que partió desde la Praza de A Peregrina.
Los aficionados, que lo culpan de la agonía económica que amenaza con acabar con los casi 70 años de historia de la entidad, tenían previsto proferir todo tipo de chillidos contra él desde la calle. Sin embargo, una vez allí perdieron los nervios y optaron por entrar en las oficinas con unas formas más que discutibles.
Los peñistas la emprendieron a golpes con mesas y puertas mientras buscaban a Fran Crujeiras, que escuchó acusaciones de «ladrón» e insultos malsonantes. La situación llegó a ser tan tensa que una pareja de la Policía Nacional tuvo que personarse en la sede con rapidez para evitar que la cosa pasara a mayores. El director general ya había sido localizado.
Intervino la Policía Nacional
Las fuerzas del orden consiguieron apaciguar los ánimos de los aficionados granates y Crujeiras accedió a reunirse con ellos, ya sin la presencia de los agentes. En principio, quería entrevistarse con tres portavoces, pero los demás peñistas presionaron para conseguir estar también en la sala de juntas. El encuentro fue tenso, pero desaparecieron los gritos y se recuperaron las formas. Los aficionados lo fueron criticando por turnos, siempre con la solicitud de su dimisión como fondo del debate.
El dirigente les explicó cómo se había llegado a esa grave crisis económica e insistió, una y otra vez, en que su gestión desde que llegó al Pontevedra ha sido buena y que incluso redujo la deuda. Los peñistas tacharon su discurso de «palabrería» y nunca se sintieron convencidos.
Uno de los instantes más tensos tuvo lugar cuando un hincha le recriminó que hubiera utilizado el dinero destinado a pagar a Hacienda y la Seguridad Social para abonar algunas nóminas de la temporada pasada. A su juicio, esa medida tendría que haberla aprobado Consejo.
Crujeiras aseguró que una de sus competencias como director general era tomar ese tipo de decisiones de forma unilateral y repitió que solo se irá si el club le paga todo lo que le debe. Los peñistas salieron de la sala diciendo que seguirán luchando por lograr su dimisión.
Los aficionados, que lo culpan de la agonía económica que amenaza con acabar con los casi 70 años de historia de la entidad, tenían previsto proferir todo tipo de chillidos contra él desde la calle. Sin embargo, una vez allí perdieron los nervios y optaron por entrar en las oficinas con unas formas más que discutibles.
Los peñistas la emprendieron a golpes con mesas y puertas mientras buscaban a Fran Crujeiras, que escuchó acusaciones de «ladrón» e insultos malsonantes. La situación llegó a ser tan tensa que una pareja de la Policía Nacional tuvo que personarse en la sede con rapidez para evitar que la cosa pasara a mayores. El director general ya había sido localizado.
Intervino la Policía Nacional
Las fuerzas del orden consiguieron apaciguar los ánimos de los aficionados granates y Crujeiras accedió a reunirse con ellos, ya sin la presencia de los agentes. En principio, quería entrevistarse con tres portavoces, pero los demás peñistas presionaron para conseguir estar también en la sala de juntas. El encuentro fue tenso, pero desaparecieron los gritos y se recuperaron las formas. Los aficionados lo fueron criticando por turnos, siempre con la solicitud de su dimisión como fondo del debate.
El dirigente les explicó cómo se había llegado a esa grave crisis económica e insistió, una y otra vez, en que su gestión desde que llegó al Pontevedra ha sido buena y que incluso redujo la deuda. Los peñistas tacharon su discurso de «palabrería» y nunca se sintieron convencidos.
Uno de los instantes más tensos tuvo lugar cuando un hincha le recriminó que hubiera utilizado el dinero destinado a pagar a Hacienda y la Seguridad Social para abonar algunas nóminas de la temporada pasada. A su juicio, esa medida tendría que haberla aprobado Consejo.
Crujeiras aseguró que una de sus competencias como director general era tomar ese tipo de decisiones de forma unilateral y repitió que solo se irá si el club le paga todo lo que le debe. Los peñistas salieron de la sala diciendo que seguirán luchando por lograr su dimisión.
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