La Audiencia de Barcelona ha condenado a 6 meses de cárcel y a pagar 3.000 euros de indemnización a un ultra del C.D Castellón, perteneciente a un grupo de radicales de extrema derecha, por dar una paliza a dos personas en el barrio barcelonés de Sant Andreu, a las que tomó por ultras de dicho equipo.
La agresión se produjo en junio de 2018, el día en que se jugaba en Barcelona el partido de vuelta de la eliminatoria de ascenso a Segunda División B entre el Castellón y el Sant Andreu, cuando el aficionado condenado y otros ultras del Castellón que tomaron parte en la paliza pensaron erróneamente que el bar donde se hallaban las víctimas era un punto de encuentro de seguidores de izquierdas del Sant Andreu.
Aquel día, el 10 de junio de 2018, un grupo de aficionados ultra del Castellón, que, según recoge la sentencia de la Audiencia se identifican con “la ideología de extrema derecha”, se acercó a un bar del barrio de Sant Andreu horas antes del partido buscando a los miembros de un grupo de aficionados del Sant Andreu llamados Sant Andreu Desperdicis, vinculados con ideología de extrema izquierda y con los que ya habían tenido una pelea una semana antes en el partido de ida jugado en Castellón.
No obstante, los ultras del Castellón se confundieron de local: según la sentencia, el bar al que se dirigieron y posteriormente atacaron había sido un “antiguo punto de encuentro” de los miembros del Sant Andreu Desperdicis, pero no lo era en el momento de los hechos.
Desconociendo este dato, los ultras entraron en el bar “provistos de palos, con indumentaria de color negro, e incluso alguno con el rostro tapado”, e increparon a dos clientes a los que tomaron por ultras por el tatuaje de un rayo que llevaba uno de ellos y que relacionaron con una simpatía por el Rayo Vallecano, equipo de fútbol madrileño que cuenta con un célebre grupo de aficionados radicales de extrema izquierda.
A pesar de que los dos clientes trataron de explicarle al líder de los ultras, ahora condenado, que ellos no tenían nada que ver con el Sant Andreu, este le pegó un puñetazo a uno de ellos, al que siguieron varios golpes a los dos con un palo, propinados por otro de los ultras.
Durante la paliza, en la que también rompieron cristales y mobiliario del local, uno de los golpes dejó inconsciente a uno de los dos clientes atacados, tras lo que los ultras gritaron consignas nazis (“sieg heil” y “heil Hitler”) y abandonaron el local.
El líder del grupo ultra fue detenido horas después cuando intentaba entrar en el Narcís Sala, el estadio del Sant Andreu, donde se jugó el partido de vuelta de la eliminatoria.
El resultado de la agresión fue que una de las personas atacadas sufrió contusiones en la cabeza que requirieron siete días de recuperación y la otra, un traumatismo craneoencefálico que precisó de atención médica y que tardó 21 días en curarse.
Por ello, y por los destrozos causados en el local, la sección 8ª de la Audiencia ha condenado al líder ultra por un delito de odio al considerar que “el ataque estuvo motivado por sentimientos de menosprecio, rechazo e intolerancia hacia una ideología que consideraba antagónica a la suya”.
Junto con el delito de odio, el fallo también le imputa dos delitos leves de lesiones, uno leve de daños y otro contra la integridad moral, por los que le impone una pena de seis meses de prisión y el pago de 3.070 euros, desglosado en indemnizaciones a las dos víctimas y al bar y una multa por su comportamiento.
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