Abrió sus puertas el nuevo San Mames y la afición bilbaína cuenta las horas para pisar por primera vez el flamante graderío. La noche pinta redonda excepto por una cuestión. El partido se juega en lunes y a las 22:00 horas.
La sociedad española es tradicionalista por excelencia, algunas poco creíbles para los foráneos. La hora de la siesta convierte a los barrios e incluso al centro de ciudades como Madrid en ciudades fantasma. Comercios cerrados, calles solitarias y una sensación de vacío. Y así como conservan la tradición de la siesta conservan muchas otras, como la de ir al estadio a ver a su equipo de local y cuando juega de visita bajar al bar para compartir el partido con los amigos.
Así pues los horarios cada vez más extraños que impone la televisión empiezan a chocar con estas tradiciones. El futbol es de fin de semana, una tarde de sábado, después de comer en el restaurante favorito, caminar al viejo estadio, disfrutar del juego y al terminar pasar por el bar y discutir el partido con unas cañas y un pintxo en la mano, era la rutina habitual para la afición rojiblanca.
Seguir este ritual en lunes, o incluso en viernes, se convierte en misión imposible. Por esto la afición los aficionados han levantado la voz. Manifiestos en Internet y peticiones al club de una queja formal a la Federación son sus primeras acciones. El estreno del nuevo campo no es el primer partido con horario poco favorable para la gente que va a la cancha. El partido jugado en Anoeta en condición de local fue en viernes a las 20:00, dificultando el traslado.
Dichos reclamos están rematados con frases como: ¡El futbol de la afición y no de la televisión! o ¡Apaga la televisión, enciende la pasión!. Los colectivos bilbaínos no son los primeros en levantar protestas por este tema. Hace dos semanas, a causa de un partido programado en viernes a las once de la noche, Los Bukaneros, ultras del Rayo Vallecano, hicieron una original protesta con Beto y Enrique de Plaza Sésamo como protagonistas.
Es poco probable que la Federación los escuche y seguramente las protestas por este tema continuarán, los aficionados no van a permitir que los alejen de sus tribunas sin luchar. La manera de vivir el futbol es una costumbre demasiado arraigada en el espectador español.
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