El presidente de la Asociación de los Aficionados Rusos, el ultranacionalista Alexandre Shpryguin, tuvo prohibida este sábado la entrada al primer partido de la Copa de las Confederaciones, en el que Rusia ganó por 2-0 a Nueva Zelanda.
"Dos horas antes del partido, recibí un email anunciándome que mi pase de aficionado estaba anulado, lo que quiere decir que tenía prohibida la entrada al estadio" de San Petersburgo, donde se desarrolló el partido, contó Shpryguin a la AFP.
"Hicé 500 km en coche para venir a ver el partido, pagué 8.000 rublos (123 euros) por una entrada no utilizada", explicó, afirmando que se planteaba presentar una denuncia.En septiembre, el sulfuroso presidente de la Asociación de Aficionados Rusos fue detenido por las fuerzas especiales, sospechoso de haber participado en una gigantesca pelea en enero entre aficionados del CSKA y del Spartak, los dos clubes más populares de Moscú.
Este 'hooligan' es sobre todo conocido por haber sido expulsado dos veces de Francia tras enfrentamientos de la Eurocopa-2016 en lo que, delante de las cámaras del mundo entero, centenares de rusos invadieron las calles de Marsella para agredir a aficionados ingleses.
Las imágenes de aficionados ingleses heridos, con rostros ensangrentados, levantaron interrogaciones sobre la capacidad de Rusia de organizar un Mundial-2018 totalmente seguro para los aficionados al fútbol.La Copa de las Confederaciones, que fue inaugurada este sábado con la victoria de Rusia contra Nueva Zelanda, está considerada por muchos expertos como una competición "test" para el país organizador del Mundial 2018.
La policía rusa guarda el secreto sobre la estrategia que quiere utilizar para controlar la violencia de los hooligans en el Mundial en 2018, pero no esconde que quiere vigilar el tema de cerca.Las autoridades establecieron de este modo una lista negra de hooligans que tendrán prohibida la entrada a los estadios, que incluye 191 nombres, y apuestan por la tarjeta de identidad del aficionado como medida de seguridad.
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