Apoyo no le faltó al Sporting en su desplazamiento a La Coruña. Los puntos eran importantes, también recuperar la moral. Y la afición rojiblanca volvió a estar a la altura. Los seguidores sportinguistas se pusieron el traje de faena y pusieron rumbo a la ciudad gallega. La 'mareona', una vez más, se puso en marcha para animar a su equipo. La de ayer era, además, la última cita del año con su equipo. Una jornada que acabó con el «¡Que bote El Molinón!» llenando de sonido Riazor.
Más de 4.000 aficionados del Sporting inundaron ayer La Coruña. Organizados en las peñas, y a título particular, muchos fueron quienes quisieron estar con su equipo en Riazor. Quienes desafiaron al frío, al temporal que azota buena parte de España, y armados con bufandas y gorros emprendieron viaje para hacer frente, desde las gradas de Riazor, al Deportivo. La jornada en La Coruña comenzaba a las doce del mediodía para la 'mareona'. Una fiesta de bienvenida recibía a los aficionados del Sporting en la calle Barrera.
Los empresarios de hostelería de esta calle, organizadores de los festejos, daban así inicio a una celebración previa al partido que se prolongó hasta las cinco de la tarde. Saben que la afición sportinguista es de las que cumple. Y lo habían preparado para aprovechar la presencia de los rojiblancos al máximo. En el partido de vuelta, en Gijón, llegará la segunda parte de esta cita entre gallegos y asturianos.
Los aficionados gijoneses fueron obsequiados, además, con una degustación de productos gastronómicos locales. No sólo en esta calle Barreda se concentró la presencia sportinguista. El rojo y el blanco se hizo presente en toda La Coruña, con la plaza de María Pita como otro de los epicentros de la 'mareona'. La primera batalla estaba ganada. La 'mareona' se impuso en La Coruña. También en Riazor, con un tercio de las localidades en rojo y blanco. Miles de gargantas dispuestas a darlo todo en las gradas gallegas. De inicio, le dedicaron una intensa ovación a Preciado. No cesó de animar y cantar, bufandas al aire a pesar de que sobre el verde el resultado no acompañaba.
Y tanto esfuerzo tuvo su recompensa a dos minutos de cumplirse los noventa. Diego Castro rescataba un empate para el Sporting y la 'mareona' estallaba de alegría. Tanto, que siguieron coreando canciones de ánimo una vez acabó el partido.
Más de 4.000 aficionados del Sporting inundaron ayer La Coruña. Organizados en las peñas, y a título particular, muchos fueron quienes quisieron estar con su equipo en Riazor. Quienes desafiaron al frío, al temporal que azota buena parte de España, y armados con bufandas y gorros emprendieron viaje para hacer frente, desde las gradas de Riazor, al Deportivo. La jornada en La Coruña comenzaba a las doce del mediodía para la 'mareona'. Una fiesta de bienvenida recibía a los aficionados del Sporting en la calle Barrera.
Los empresarios de hostelería de esta calle, organizadores de los festejos, daban así inicio a una celebración previa al partido que se prolongó hasta las cinco de la tarde. Saben que la afición sportinguista es de las que cumple. Y lo habían preparado para aprovechar la presencia de los rojiblancos al máximo. En el partido de vuelta, en Gijón, llegará la segunda parte de esta cita entre gallegos y asturianos.
Los aficionados gijoneses fueron obsequiados, además, con una degustación de productos gastronómicos locales. No sólo en esta calle Barreda se concentró la presencia sportinguista. El rojo y el blanco se hizo presente en toda La Coruña, con la plaza de María Pita como otro de los epicentros de la 'mareona'. La primera batalla estaba ganada. La 'mareona' se impuso en La Coruña. También en Riazor, con un tercio de las localidades en rojo y blanco. Miles de gargantas dispuestas a darlo todo en las gradas gallegas. De inicio, le dedicaron una intensa ovación a Preciado. No cesó de animar y cantar, bufandas al aire a pesar de que sobre el verde el resultado no acompañaba.
Y tanto esfuerzo tuvo su recompensa a dos minutos de cumplirse los noventa. Diego Castro rescataba un empate para el Sporting y la 'mareona' estallaba de alegría. Tanto, que siguieron coreando canciones de ánimo una vez acabó el partido.
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