Santos Mirasierra fue juzgado ayer en Madrid por desorden público y atentado a la autoridad con resultado de lesiones durante el partido disputado el pasado 1 de octubre en el estadio Vicente Calderón entre el Atlético y el Marsella. La Fiscalía reclama 8 años de prisión para el radical, que negó las acusaciones: "Desde hace 10 años me he dedicado a mi peña ultra. He dado toda mi vida, todas mis vacaciones y mi dinero para seguir al Marsella por Europa. Sí, soy ultra, pero no soy un criminal".
Mirasierra reconoció ante el Tribunal de lo Penal número 20 de Madrid que había empujado a un policía, pero dijo que lo hizo "para proteger a una mujer que estaba siendo golpeada y que sangraba por las heridas". Sin embargo, negó con contundencia que lanzara una silla contra el jefe de los antidisturbios concentrados en el estadio, que no iba protegido con casco como sus compañeros y que resultó con una brecha en la cabeza que necesitó siete puntos de sutura.
Optimista. Otro policía nacional afirmó "con total certeza" que fue Mirasierra el que hirió a su jefe. Que Santos empujó por la espalda a un policía queda demostrado con las fotos publicadas en AS. De lo que no hay grabación ni fotos, como se pudo constatar en la vista, es de que él tirara el objeto que hirió a un antidisturbios.
La vista a Mirasierra concentró a más de medio centenar de periodistas, la mayoría llegados de Francia, en los Juzgados de Madrid. El abogado de Santos, que sigue en prisión preventiva en la cárcel de Estremera, espera "una sentencia favorable en un plazo de 48 horas". Erlanzt Ibarrondo justificó su optimismo "en las contradicciones en que ha incurrido la Policía". Los 15 testigos que presentó abundaron en esa teoría. Pero la última palabra la tiene la jueza Caridad Hernández.
Llegó esposado y con el chándal del Marsella
La afluencia de medios de comunicación y público desbordó las previsiones, pese a lo cual el juzgado dio acomodo a todos los que quisieron seguir la vista. Santos Mirasierra llegó al tribunal poco antes de las diez de la mañana esposado, vestido con un chándal del Marsella y custodiado por la Guardia Civil. Allí le esperaban sus familiares, entre ellos su hermana, Lucile, y su novia, Severine (ambas en la foto de la izquierda), y una veintena de compañeros ultras. Mirasierra confesó en el juicio que mantiene contactos con radicales de otros equipos, entre los que citó a los del Sampdoria italiano. El imputado, que lleva tatuado en su brazo izquierdo la calavera símbolo de su grupo ultra, también afirmó en el tribunal que llevó diez invitados al partido entre el Atlético y el Marsella y que fue él quien corrió con los gastos de las entradas pese a que sus ingresos mensuales, según él mismo indicó, ascienden a mil euros.
Mirasierra reconoció ante el Tribunal de lo Penal número 20 de Madrid que había empujado a un policía, pero dijo que lo hizo "para proteger a una mujer que estaba siendo golpeada y que sangraba por las heridas". Sin embargo, negó con contundencia que lanzara una silla contra el jefe de los antidisturbios concentrados en el estadio, que no iba protegido con casco como sus compañeros y que resultó con una brecha en la cabeza que necesitó siete puntos de sutura.
Optimista. Otro policía nacional afirmó "con total certeza" que fue Mirasierra el que hirió a su jefe. Que Santos empujó por la espalda a un policía queda demostrado con las fotos publicadas en AS. De lo que no hay grabación ni fotos, como se pudo constatar en la vista, es de que él tirara el objeto que hirió a un antidisturbios.
La vista a Mirasierra concentró a más de medio centenar de periodistas, la mayoría llegados de Francia, en los Juzgados de Madrid. El abogado de Santos, que sigue en prisión preventiva en la cárcel de Estremera, espera "una sentencia favorable en un plazo de 48 horas". Erlanzt Ibarrondo justificó su optimismo "en las contradicciones en que ha incurrido la Policía". Los 15 testigos que presentó abundaron en esa teoría. Pero la última palabra la tiene la jueza Caridad Hernández.
Llegó esposado y con el chándal del Marsella
La afluencia de medios de comunicación y público desbordó las previsiones, pese a lo cual el juzgado dio acomodo a todos los que quisieron seguir la vista. Santos Mirasierra llegó al tribunal poco antes de las diez de la mañana esposado, vestido con un chándal del Marsella y custodiado por la Guardia Civil. Allí le esperaban sus familiares, entre ellos su hermana, Lucile, y su novia, Severine (ambas en la foto de la izquierda), y una veintena de compañeros ultras. Mirasierra confesó en el juicio que mantiene contactos con radicales de otros equipos, entre los que citó a los del Sampdoria italiano. El imputado, que lleva tatuado en su brazo izquierdo la calavera símbolo de su grupo ultra, también afirmó en el tribunal que llevó diez invitados al partido entre el Atlético y el Marsella y que fue él quien corrió con los gastos de las entradas pese a que sus ingresos mensuales, según él mismo indicó, ascienden a mil euros.
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