Por una bomba de estruendo, que cayó cerca del área del arquero Walter Cáceres, del club de Caseros, se suspendió la final entre Almirante Brown y Estudiantes de Buenos Aires. Iban 14 minutos de iniciado el partido en Avellaneda
Una insólita agresión al arquero Walter Cáceres, de Estudiantes de Buenos Aires, motivó este sábado la suspensión del encuentro entre ese equipo y Almirante Brown cuando apenas habían transcurrido 14 minutos de la final del torneo de Primera B que definía un ascenso a la B Nacional. El encuentro se jugaba en la cancha de Racing Club, era la revancha del que igualaron sin goles en el mismo escenario la semana pasada, y la decisión de suspenderlo la tomó el árbitro Diego Abal al comprobar que el arquero Cáceres no podría continuar jugando, aturdido por una bomba de estruendo que le cayó cerca y fue arrojada por hinchas de Almirante Brown. Lo insólito de la agresión no se dio por la agresión en si misma, ya que los hechos de violencia son moneda corriente en el fútbol argentino, sino porque partió del sector ocupado por los hinchas del equipo que deportivamente se encontraba en una situación ventajosa. Del partido habían transcurrido apenas 12 minutos en los cuales el elenco de Caseros se mostraba ligeramente superior, cuando Abal sancionó un tiro penal en favor de los de Isidro Casanovas, por una supuesta falta de Luciano Goux sobre Sebastián Penco dentro del área chica. La sanción de la pena máxima originó un reclamo desmedido de Luciano Mazzina, el lateral derecho del equipo de Caseros, que desencadenó su expulsión del partido. Entre la sanción de Abal y la expulsión de Mazzina transcurrió un minuto, y después, cuando Penco terminaba de acomodar la pelota para ejecutar la falta, sucedió lo inesperado, ya que desde el sector de hinchas de Brown arrojaron una bomba de estruendo que dejó sin posibilidades de continuar al arquero Cáceres. Es decir que la agresión al arquero rival partió paradójicamente del sector de los hinchas del equipo favorecido con un tiro penal y con un jugador más en la cancha, por la mencionada expulsión de Mazzina. Abal reunió a los capitanes, les comunicó su decisión de no seguir en esas condiciones y suspendió el encuentro, mientras Cáceres, surgido de las divisiones inferiores de Racing, era trasladado al Hospital Fiorito, de Avellaneda, para ser examinado. Una vez mas la violencia dejó trunco un evento deportivo, algo inexplicable que en esta ocasión es responsabilidad del público de un equipo, más precisamente de Brown, aunque salpica en general a todo el fútbol argentino.
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