La noticia ha sido publicada en la prensa italiana, desde donde se aseguró que los seguidores de la escuadra napolitana pararon el vehículo en el que Galliani se dirigía al aeropuerto de Capodichino. A pesar de que el dirigente iba escoltado por la policía, lanzaron piedras contra las lunas y escupieron al coche.
El incidente se produjo en una de las autopistas que salen de la ciudad, donde los ultras insultaron al administrador delegado milanista y rajaron una de las ruedas de su automóvil. La patrulla que le escoltaba tuvo que pedir refuerzos y, una vez llegados, una decena de agentes antidisturbios protegieron el vehículo durante diez minutos, mientras la rueda dañada era cambiada.
El agredido no hizo ninguna declaración a su llegada al aeropuerto de Nápoles, ni tampoco en el aeropuerto de Milán.
Según los medios transalpinos, la razón de esta agresión se encuentra en una polémica acción del encuentro, en la que el árbitro anuló un gol de Marek Hamsik (centrocampista del Nápoles) que incluso Carlo Ancelotti, técnico milanista, reconoció que fue legal.
Lo cierto es que fue un compromiso muy tenso y los disturbios habían comenzado ya durante el partido. Los aficionados de ambos equipos se lanzaron en varias ocasiones bombas de humo y petardos, e incluso un pequeño "cóctel molotov" que prendió fuego a las tres primeras filas del graderío en el que se encontraba los seguidores visitantes.
El incidente se produjo en una de las autopistas que salen de la ciudad, donde los ultras insultaron al administrador delegado milanista y rajaron una de las ruedas de su automóvil. La patrulla que le escoltaba tuvo que pedir refuerzos y, una vez llegados, una decena de agentes antidisturbios protegieron el vehículo durante diez minutos, mientras la rueda dañada era cambiada.
El agredido no hizo ninguna declaración a su llegada al aeropuerto de Nápoles, ni tampoco en el aeropuerto de Milán.
Según los medios transalpinos, la razón de esta agresión se encuentra en una polémica acción del encuentro, en la que el árbitro anuló un gol de Marek Hamsik (centrocampista del Nápoles) que incluso Carlo Ancelotti, técnico milanista, reconoció que fue legal.
Lo cierto es que fue un compromiso muy tenso y los disturbios habían comenzado ya durante el partido. Los aficionados de ambos equipos se lanzaron en varias ocasiones bombas de humo y petardos, e incluso un pequeño "cóctel molotov" que prendió fuego a las tres primeras filas del graderío en el que se encontraba los seguidores visitantes.
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