La afición espanyolista es la única que nunca falla. Ella no se merece ser colista y menos ver a su equipo jugar en Segunda. Ella sí es de Primera y siempre lo será. La derrota ante Osasuna fue un golpe fuerte, un mazazo demasiado duro para los cuatrocientos seguidores que viajaron a Pamplona con la ilusión por bandera. La afición está siempre dónde y cuándo el equipo le necesita. Da igual que su club sea el colista de Primera, dispute la final de la Copa del Rey, la UEFA, tenga que dejar con dolor Sarrià y trasladarse a Montjuïc. Le sigue a todas partes, atiende al llamamiento que se le hace desde la entidad bien sea para celebrar títulos o para 'empujar' a los jugadores para sumar los tres puntos. Ella es la única que tiene las ideas claras respecto a su Espanyol. Su corazón está marcado por los colores blanquiazules. Ser perico es algo más que se lleva muy dentro, un sentimiento que no se puede explicar con palabras.
Ese sentimiento les hizo viajar ayer hasta Pamplona. Cuatrocientos pericos se dejaron el alma en el Reyno de Navarra, desde lo alta de las gradas, animando al equipo que dirige Mauricio Pochettino. Sólo hicieron una excepción: corearon el nombre de Walter Pandiani. Fue una forma de agradecerle su entrega y lucha cuando vestía la camiseta del Espanyol. Eso no lo olvidan. Como tampoco olvidan, y menos entienden, que el club lo vendiera.
La marea blanquiazul invadió por la mañana las calles de Pamplona y por la tarde, el Reyno de Navarra. Los cánticos de los aficionados pericos no se apagaron ni un solo minuto. Se entregaron como nunca o, mejor dicho, como siempre. Los cuatrocientos espanyolistas 'pudieron' contra los hinchas rojillos en su propia casa. Les ganaron el partido a pesar de estar en inferioridad numérica. Sus voces se hicieron oír y 'taparon' a las de los pamplonicas. Sólo se quedaron mudos cuando el árbitro pitó el final del partido. La derrota les hizo mucho daño. Se ven en Segunda y no se lo merecen. Son de Primera.
¿Concentraciones?
¿De qué sirve concentrar al equipo tres días en Pamplona? ¿Servirá de algo hacer un stage en la semana que hay parón liguero? En el fútbol está todo inventado pero innovar parece que da 'caché'. La Liga no está acaba, sí es verdad, pero quizá hay que comenzar a ser realista. Cuando se camina al filo del precipicio tantos años, se acaba cayendo. Se ha hecho todo para estar abajo. Esta vez el fútbol sí tiene memoria
Ese sentimiento les hizo viajar ayer hasta Pamplona. Cuatrocientos pericos se dejaron el alma en el Reyno de Navarra, desde lo alta de las gradas, animando al equipo que dirige Mauricio Pochettino. Sólo hicieron una excepción: corearon el nombre de Walter Pandiani. Fue una forma de agradecerle su entrega y lucha cuando vestía la camiseta del Espanyol. Eso no lo olvidan. Como tampoco olvidan, y menos entienden, que el club lo vendiera.
La marea blanquiazul invadió por la mañana las calles de Pamplona y por la tarde, el Reyno de Navarra. Los cánticos de los aficionados pericos no se apagaron ni un solo minuto. Se entregaron como nunca o, mejor dicho, como siempre. Los cuatrocientos espanyolistas 'pudieron' contra los hinchas rojillos en su propia casa. Les ganaron el partido a pesar de estar en inferioridad numérica. Sus voces se hicieron oír y 'taparon' a las de los pamplonicas. Sólo se quedaron mudos cuando el árbitro pitó el final del partido. La derrota les hizo mucho daño. Se ven en Segunda y no se lo merecen. Son de Primera.
¿Concentraciones?
¿De qué sirve concentrar al equipo tres días en Pamplona? ¿Servirá de algo hacer un stage en la semana que hay parón liguero? En el fútbol está todo inventado pero innovar parece que da 'caché'. La Liga no está acaba, sí es verdad, pero quizá hay que comenzar a ser realista. Cuando se camina al filo del precipicio tantos años, se acaba cayendo. Se ha hecho todo para estar abajo. Esta vez el fútbol sí tiene memoria
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