Una década después el Carlos Tartiere volvió a vestirse de Primera. El ambiente previo al partido entre el Oviedo y el Athletic hizo olvidar a los aficionados azules, aunque tan sólo fuera por unas horas, tantos años alejados del fútbol profesional.
A falta de datos del club, la entrada rondó los 14.000 espectadores, lejos aún de los más de 17.000 ante el Sporting B de hace dos campañas. Al buen ambiente también colaboró la importante afluencia de seguidores del Athletic. Casi un millar de aficionados vascos fueron llegando a lo largo el día a Oviedo, no sólo para ver el partido, sino para disfrutar de la visita a la ciudad y, por supuesto, de su gastronomía. «Nos dijeron que aquí se come muy bien, y la verdad es que no nos engañaron», reconocían Antón Pérez y su hermano Jacobo, de 23 y 20 años. Antes de entrar, en las inmediaciones del Tartiere, estos dos seguidores rojiblancos se mostraban sorprendidos de las dimensiones de un campo al que nunca antes habían venido. «Esperamos que dentro de poco Athletic y Oviedo vuelvan a verse en Primera», comentó Jacobo. Sobre la eliminatoria, ambos hermanos se mostraban confiados en la superioridad de su equipo, aunque no las tenían todas consigo: «El Athletic contra los grandes se crece, pero contra los pequeños, con todos mis respetos hacia el Oviedo, se deja ir demasiado», dijo un prudente Antón Pérez.
La afición azul llegaba, por su parte, al campo con más ilusión si cabe que en una jornada cualquiera de Liga. No sólo porque el equipo está en racha, sino porque ayer era un día especial que rememoraba otras grandes noches del oviedismo.
Carlos Llamedo, de 10 años, era la primera vez que veía a un equipo de Primera en el Tartiere jugando un partido oficial. «Hace dos años vio al Racing en un torneo de verano, pero era un amistoso y no era lo mismo», aseguraba su padre, Juan Carlos Llamedo. El pequeño no ocultaba que hubiera preferido que el Oviedo se encontrara con el Madrid o al Barcelona, pero aun así se mostraba muy contento y aún mantenía la esperanza de que en la siguiente ronda el Oviedo se mantuviera con vida en la Copa y el rival fuese uno de ellos. Su padre se mostraba más cauto, pero tampoco lo descartaba. «Va a estar complicado, pero todo puede pasar. Lo que más me gusta de que nos tocara el Athletic es el ambiente, que es muy bueno y muy pacífico», señaló.
Otro que no podía ocultar su entusiasmo era José Antonio Rodríguez, y eso a pesar de que lleva ya 79 años como socio azul. Ayer, antes de entrar al campo, se emocionaba al ver a su Oviedo del alma frente al Athletic. «Confío en los milagros, y ya que hemos llegado hasta aquí, y nadie confiaba en ello, no es imposible seguir adelante», decía al borde de las lágrimas.
Lo que reinó, sobre todo antes del comienzo del encuentro, fue la camaradería entre las dos aficiones, después de que los seguidores del Athletic se unieran a los seguidores locales levantando las pancartas que habían repartido las peñas azules cantando también el lema que en ellas aparecía, el habitual «¡Alberto, vete ya!».
El buen ánimo, no obstante, se torció un tanto a lo largo de la segunda parte del encuentro. «Huy, qué miedo, la afición del Oviedo», cantaron desde el fondo ocupado mayoritariamente por los seguidores bilbaínos. Respondió la grada azul, registrándose al término del partido algunos incidentes a la salida del campo entre los seguidores ultras que obligaron a intervenir a los efectivos policiales.
A falta de datos del club, la entrada rondó los 14.000 espectadores, lejos aún de los más de 17.000 ante el Sporting B de hace dos campañas. Al buen ambiente también colaboró la importante afluencia de seguidores del Athletic. Casi un millar de aficionados vascos fueron llegando a lo largo el día a Oviedo, no sólo para ver el partido, sino para disfrutar de la visita a la ciudad y, por supuesto, de su gastronomía. «Nos dijeron que aquí se come muy bien, y la verdad es que no nos engañaron», reconocían Antón Pérez y su hermano Jacobo, de 23 y 20 años. Antes de entrar, en las inmediaciones del Tartiere, estos dos seguidores rojiblancos se mostraban sorprendidos de las dimensiones de un campo al que nunca antes habían venido. «Esperamos que dentro de poco Athletic y Oviedo vuelvan a verse en Primera», comentó Jacobo. Sobre la eliminatoria, ambos hermanos se mostraban confiados en la superioridad de su equipo, aunque no las tenían todas consigo: «El Athletic contra los grandes se crece, pero contra los pequeños, con todos mis respetos hacia el Oviedo, se deja ir demasiado», dijo un prudente Antón Pérez.
La afición azul llegaba, por su parte, al campo con más ilusión si cabe que en una jornada cualquiera de Liga. No sólo porque el equipo está en racha, sino porque ayer era un día especial que rememoraba otras grandes noches del oviedismo.
Carlos Llamedo, de 10 años, era la primera vez que veía a un equipo de Primera en el Tartiere jugando un partido oficial. «Hace dos años vio al Racing en un torneo de verano, pero era un amistoso y no era lo mismo», aseguraba su padre, Juan Carlos Llamedo. El pequeño no ocultaba que hubiera preferido que el Oviedo se encontrara con el Madrid o al Barcelona, pero aun así se mostraba muy contento y aún mantenía la esperanza de que en la siguiente ronda el Oviedo se mantuviera con vida en la Copa y el rival fuese uno de ellos. Su padre se mostraba más cauto, pero tampoco lo descartaba. «Va a estar complicado, pero todo puede pasar. Lo que más me gusta de que nos tocara el Athletic es el ambiente, que es muy bueno y muy pacífico», señaló.
Otro que no podía ocultar su entusiasmo era José Antonio Rodríguez, y eso a pesar de que lleva ya 79 años como socio azul. Ayer, antes de entrar al campo, se emocionaba al ver a su Oviedo del alma frente al Athletic. «Confío en los milagros, y ya que hemos llegado hasta aquí, y nadie confiaba en ello, no es imposible seguir adelante», decía al borde de las lágrimas.
Lo que reinó, sobre todo antes del comienzo del encuentro, fue la camaradería entre las dos aficiones, después de que los seguidores del Athletic se unieran a los seguidores locales levantando las pancartas que habían repartido las peñas azules cantando también el lema que en ellas aparecía, el habitual «¡Alberto, vete ya!».
El buen ánimo, no obstante, se torció un tanto a lo largo de la segunda parte del encuentro. «Huy, qué miedo, la afición del Oviedo», cantaron desde el fondo ocupado mayoritariamente por los seguidores bilbaínos. Respondió la grada azul, registrándose al término del partido algunos incidentes a la salida del campo entre los seguidores ultras que obligaron a intervenir a los efectivos policiales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario