Más de uno se habrá refregado los ojos incrédulo al encontrarse hace unos días con la noticia de que el Fondo Monetario Internacional pedía a gobiernos latinoamericanos que contribuyeran a un rescate para la eurozona. Al parecer, no es el único aspecto en que Europa sufre problemas de esos considerados típicos de los países subdesarrollados: recientes incidentes muestran que tampoco la violencia en el fútbol es un mal exclusivo de Latinoamérica.
El caso quizá más preocupante es el de la Bundesliga alemana, considerada un ejemplo de éxito entre las ligas europeas por su alto nivel de competitividad, la pasión de sus simpatizantes y la calidad del fútbol que ofrece. Pese a esos logros, las autoridades se ven obligadas a tomar medidas cada vez más duras contra los violentos.
Hace tres semanas, la federación expulsó por un año al Dynamo de Dresden de la segunda división, luego que sus hinchas causaron disturbios en un partido de visita ante Borussia Dortmund. Los incidentes dejaron decenas de heridos, 15 detenidos y 200.000 dólares en daños en el estadio del campeón de la máxima categoría, donde los seguidores arrancaron butacas y destruyeron los puestos de comida y los baños.
Hans Lorenz, que conduce el panel disciplinario de la liga, sostuvo que en la temporada pasada hubo 846 heridos en partidos de las dos divisiones superiores, la cifra más alta en 12 años. "No hemos tenido muertos todavía. Pero si esto sigue así, es sólo cuestión de tiempo antes que tengamos los primeros", estimó.
Al testificar frente al panel, el jefe de policía de Dortmund, Peter Andres, asemejó los choques entre hinchadas antes del partido a las "condiciones de una guerra civil". "Si hubiéramos actuado con más severidad", agregó, "hubiera habido un baño de sangre".
Lorenz defendió la expulsión del Dynamo, al decir que la efectividad de este tipo de medidas quedó demostrada con las suspensiones de equipos ingleses en las competiciones europeas luego de la catástrofe de Heysel, Bélgica, en que 39 personas murieron en 1985.
El caso en Dortmund no fue el único. Hace tres semanas, un joven de 19 años perdió un brazo al caer delante de un tren durante una pelea entre hinchas del Nuremberg y el Mainz en una estación de Colonia. Nuremberg, de hecho, no había jugado con Mainz sino con Schalke. Y una mujer sufrió lesiones en una caída similar en Francfort esta misma temporada tras un partido de la Copa de Alemania.
Más violencia en Europa
En Suiza, el lunes el Grasshoppers prometió cerrar una sección de su estadio durante su próximo partido como local luego que sus hinchas encendieron bengalas prohibidas en un encuentro como visitantes. La violencia de sus simpatizantes ya habían causado semanas antes que se suspendiera el clásico contra FC Zurich por choques entre fanáticos.
El presidente del Grasshoppers, Roland Leutwiler, que el domingo pidió sin éxito por los altavoces que se apagaran las bengalas, justificó su decisión de cerrar una tribuna al decir: "debemos hablar a los hinchas en un idioma que entiendan".
El domingo, en Holanda, hinchas de Twente y Utrecht chocaron durante el partido en casa del último y luego los locales se enfrentaron con policías. Estos llegaron a disparar al aire para intentar controlarlos, informó la holandesa Radio Netherlands, que dijo que los incidentes se han reiterado en varios partidos en el último año. La liga ya ha tomado medidas, como prohibir desde hace años la presencia de hinchas visitantes en el clásico entre el Ajax de Amsterdam y el Feyenoord de Rotterdam.
En la Liga de Campeones, el torneo de clubes más importante del mundo, seguidores del ruso Zenit de San Petersburgo invadieron la cancha dos veces esta temporada, en los partidos contra el chipriota APOEL y el ucraniano Shakhtar Donetsk. En ese primer encuentro, también encendieron bengalas y obligaron a que el partido se detuviera dos veces.
¿Qué hacer?
La UEFA sancionó el lunes al Zenit con una multa de 50.000 euros, pero no fue más lejos, cuando se presumía que podía obligarlo a jugar sin público en el estadio Petrovsky.
Ante la creciente violencia, un científico del deporte, el alemán Gunter Pilz, dice que no sólo las autoridades, sino también los hinchas pacíficos, deben ayudar a expulsar a los violentos de las gradas.
"La pregunta para los simpatizantes debe ser: '¿Quieres que las cosas sigan como están o quieres que hagamos algo juntos para prevenir la violencia?''', sostuvo Pilz a la revista Spiegel. "Los policías no deberían ser los únicos que intenten alejar a los problemáticos de los estadios".
El caso quizá más preocupante es el de la Bundesliga alemana, considerada un ejemplo de éxito entre las ligas europeas por su alto nivel de competitividad, la pasión de sus simpatizantes y la calidad del fútbol que ofrece. Pese a esos logros, las autoridades se ven obligadas a tomar medidas cada vez más duras contra los violentos.
Hace tres semanas, la federación expulsó por un año al Dynamo de Dresden de la segunda división, luego que sus hinchas causaron disturbios en un partido de visita ante Borussia Dortmund. Los incidentes dejaron decenas de heridos, 15 detenidos y 200.000 dólares en daños en el estadio del campeón de la máxima categoría, donde los seguidores arrancaron butacas y destruyeron los puestos de comida y los baños.
Hans Lorenz, que conduce el panel disciplinario de la liga, sostuvo que en la temporada pasada hubo 846 heridos en partidos de las dos divisiones superiores, la cifra más alta en 12 años. "No hemos tenido muertos todavía. Pero si esto sigue así, es sólo cuestión de tiempo antes que tengamos los primeros", estimó.
Al testificar frente al panel, el jefe de policía de Dortmund, Peter Andres, asemejó los choques entre hinchadas antes del partido a las "condiciones de una guerra civil". "Si hubiéramos actuado con más severidad", agregó, "hubiera habido un baño de sangre".
Lorenz defendió la expulsión del Dynamo, al decir que la efectividad de este tipo de medidas quedó demostrada con las suspensiones de equipos ingleses en las competiciones europeas luego de la catástrofe de Heysel, Bélgica, en que 39 personas murieron en 1985.
El caso en Dortmund no fue el único. Hace tres semanas, un joven de 19 años perdió un brazo al caer delante de un tren durante una pelea entre hinchas del Nuremberg y el Mainz en una estación de Colonia. Nuremberg, de hecho, no había jugado con Mainz sino con Schalke. Y una mujer sufrió lesiones en una caída similar en Francfort esta misma temporada tras un partido de la Copa de Alemania.
Más violencia en Europa
En Suiza, el lunes el Grasshoppers prometió cerrar una sección de su estadio durante su próximo partido como local luego que sus hinchas encendieron bengalas prohibidas en un encuentro como visitantes. La violencia de sus simpatizantes ya habían causado semanas antes que se suspendiera el clásico contra FC Zurich por choques entre fanáticos.
El presidente del Grasshoppers, Roland Leutwiler, que el domingo pidió sin éxito por los altavoces que se apagaran las bengalas, justificó su decisión de cerrar una tribuna al decir: "debemos hablar a los hinchas en un idioma que entiendan".
El domingo, en Holanda, hinchas de Twente y Utrecht chocaron durante el partido en casa del último y luego los locales se enfrentaron con policías. Estos llegaron a disparar al aire para intentar controlarlos, informó la holandesa Radio Netherlands, que dijo que los incidentes se han reiterado en varios partidos en el último año. La liga ya ha tomado medidas, como prohibir desde hace años la presencia de hinchas visitantes en el clásico entre el Ajax de Amsterdam y el Feyenoord de Rotterdam.
En la Liga de Campeones, el torneo de clubes más importante del mundo, seguidores del ruso Zenit de San Petersburgo invadieron la cancha dos veces esta temporada, en los partidos contra el chipriota APOEL y el ucraniano Shakhtar Donetsk. En ese primer encuentro, también encendieron bengalas y obligaron a que el partido se detuviera dos veces.
¿Qué hacer?
La UEFA sancionó el lunes al Zenit con una multa de 50.000 euros, pero no fue más lejos, cuando se presumía que podía obligarlo a jugar sin público en el estadio Petrovsky.
Ante la creciente violencia, un científico del deporte, el alemán Gunter Pilz, dice que no sólo las autoridades, sino también los hinchas pacíficos, deben ayudar a expulsar a los violentos de las gradas.
"La pregunta para los simpatizantes debe ser: '¿Quieres que las cosas sigan como están o quieres que hagamos algo juntos para prevenir la violencia?''', sostuvo Pilz a la revista Spiegel. "Los policías no deberían ser los únicos que intenten alejar a los problemáticos de los estadios".
No hay comentarios:
Publicar un comentario