El club alemán busca recaudar fondos para hacer frente a una delicada situación económica que se ha visto agravada tras las sanciones por el comportamiento de su afición
El Hansa Rostock ha vendido más de 2.800 entradas para el encuentro de la segunda división alemana que le enfrentará este domingo contra el Dynamo Dresden. Los poseedores del billete, sin embargo, no podrán acudir al campo ya que ese partido debe jugarse a puerta cerrada por orden de la Federación Alemana.
El castigo se debe al enésimo episodio violento de los ultras del Hansa Rostock, conocidos en Alemania por su ideología de extrema derecha. Tras varios avisos la Federación decidió echar el candado al DKB-Arena por la violencia desatada antes, durante y después del partido contra el St. Pauli, club rival en lo deportivo y lo ideológico.
Ese encuentro, disputado a finales de noviembre, comenzó con diez minutos de retraso después de que parte de la afición local se dedicara a lanzar plátanos al terreno de juego. Fuera del estadio ya se habían producido los primeros disturbios que acabaron con ocho policías y dos civiles heridos. La acción prosiguió en las gradas, lugar desde el que comenzaron a llover petardos, al césped y a la parte donde se alojaba la afición del St. Pauli, lo que provocó la suspensión momentánea del encuentro por parte del colegiado.
La Comisión de Control del fútbol alemán solicitó una multa de 20.000 euros que se ha visto reducida hasta los 8.000 euros tras no poderse demostrar la existencia de gritos discriminatorios de la afición del Rostock hacia los jugadores visitantes. El partido también supuso la detención de una treintena de personas, otras tantas sanciones vitalicias para acceder a recintos deportivos y el cierre de la grada sur del estadio del Hansa Rostock.
Crisis financiera
Las finanzas del club se han resentido por culpa de los actos violentos de la hinchada. Primero por las reiteradas multas y, especialmente, tras el anuncio de que el principal patrocinador del equipo no renovará el contrato que expiraba a finales de esta temporada. «Los constantes disturbios no dañan solo la reputación del club, sino también la de los patrocinadores. Para nosotros, no es una situación tolerable», alegó la empresa.
La delicada situación económica que atraviesa el club ha obligado a sus dirigentes a pedir un gesto «solidario» a su hinchada. El Hansa Rostock, uno de los equipos más populares del norte de Alemania, espera minimizar las pérdidas que generará un partido sin público con la venta de billetes «fantasma». El precio del ficticio asientooscila entre los 5 y los 20 euros. Además, la tienda oficial del club ya ofrece camisetas de edición limitada para recaudar más fondos.
El Hansa Rostock ha vendido más de 2.800 entradas para el encuentro de la segunda división alemana que le enfrentará este domingo contra el Dynamo Dresden. Los poseedores del billete, sin embargo, no podrán acudir al campo ya que ese partido debe jugarse a puerta cerrada por orden de la Federación Alemana.
El castigo se debe al enésimo episodio violento de los ultras del Hansa Rostock, conocidos en Alemania por su ideología de extrema derecha. Tras varios avisos la Federación decidió echar el candado al DKB-Arena por la violencia desatada antes, durante y después del partido contra el St. Pauli, club rival en lo deportivo y lo ideológico.
Ese encuentro, disputado a finales de noviembre, comenzó con diez minutos de retraso después de que parte de la afición local se dedicara a lanzar plátanos al terreno de juego. Fuera del estadio ya se habían producido los primeros disturbios que acabaron con ocho policías y dos civiles heridos. La acción prosiguió en las gradas, lugar desde el que comenzaron a llover petardos, al césped y a la parte donde se alojaba la afición del St. Pauli, lo que provocó la suspensión momentánea del encuentro por parte del colegiado.
La Comisión de Control del fútbol alemán solicitó una multa de 20.000 euros que se ha visto reducida hasta los 8.000 euros tras no poderse demostrar la existencia de gritos discriminatorios de la afición del Rostock hacia los jugadores visitantes. El partido también supuso la detención de una treintena de personas, otras tantas sanciones vitalicias para acceder a recintos deportivos y el cierre de la grada sur del estadio del Hansa Rostock.
Crisis financiera
Las finanzas del club se han resentido por culpa de los actos violentos de la hinchada. Primero por las reiteradas multas y, especialmente, tras el anuncio de que el principal patrocinador del equipo no renovará el contrato que expiraba a finales de esta temporada. «Los constantes disturbios no dañan solo la reputación del club, sino también la de los patrocinadores. Para nosotros, no es una situación tolerable», alegó la empresa.
La delicada situación económica que atraviesa el club ha obligado a sus dirigentes a pedir un gesto «solidario» a su hinchada. El Hansa Rostock, uno de los equipos más populares del norte de Alemania, espera minimizar las pérdidas que generará un partido sin público con la venta de billetes «fantasma». El precio del ficticio asientooscila entre los 5 y los 20 euros. Además, la tienda oficial del club ya ofrece camisetas de edición limitada para recaudar más fondos.
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